viernes, 11 de marzo de 2016

CUÁLES SON LOS 7 SACRAMENTOS DE LA IGLESIA


Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, por los cuales nos es dispensada la vida divina.

La definición tradicional de un sacramento es la siguiente: “Un sacramento es un signo visible, instituido por Cristo, para dar la gracia.”

Dentro de esta definición hay tres puntos importantes:

Un signo visible: Una acción es realizada por un ministro (por lo general un cura). Por ejemplo cuando un bebé es bautizado en la iglesia el sacerdote derrama agua sobre su cabeza y, al mismo tiempo dice las palabras “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Eso es un signo visible.

Instituido por Cristo: El Señor Jesucristo dio instrucciones a su iglesia para ofrecer los siete Sacramentos a sus seguidores. Por ejemplo, su directiva a Sus discípulos en el Evangelio de Mateo (28/19), “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Para dar gracia: La gracia es un don gratuito de Dios de Sí mismo para darnos poder y control en nuestra vida y en las decisiones que tomamos una vez que nos hemos comprometido a él con fe.

BAUTISMO

Nos da el nacimiento a la vida divina: nos hace herederos del cielo

Para los católicos, el sacramento del bautismo es el primer paso en un viaje de por vida de compromiso y discipulado. Si somos bautizados como infantes o adultos, el bautismo es la forma de celebrar y promulgar el abrazo de Dios por intermedio de la Iglesia.

El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende:

El perdón del pecado original y de todos los pecados personales.

El nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo.

La incorporación a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y la participación del sacerdocio de Cristo.

CONFIRMACIÓN

Fortalece y acrecienta la vida divina: nos convierte en soldados de Cristo

La Confirmación es un sacramento católico del compromiso cristiano maduro y una profundización de los regalos del bautismo. Es uno de los tres sacramentos de iniciación para los católicos. Con mayor frecuencia se asocia con los dones del Espíritu Santo.

La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para:

– Enraizarnos más profundamente en la filiación divina.

Incorporarnos más firmemente a Cristo.

Hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociándonos todavía más a su misión.

– Ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.

EUCARISTÍA

Alimenta la vida divina.

La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.

Por la consagración se realiza la transubstanciación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las especies consagradas del pan y del vino, Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad.

Los católicos creen que la Eucaristía o Comunión, es a la vez un sacrificio y una comida. Creemos en la presencia real de Jesús, que murió por nuestros pecados. A medida que recibamos Cuerpo y la Sangre de Cristo, también somos alimentados espiritualmente y y nos aproximamos a Dios.

La Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo:

Acrecienta la unión del comulgante con el Señor.

– Le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves.

– Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

RECONCILIACIÓN O PENITENCIA O CONFESIÓN

Nos devuelve la vida divina perdida por el pecado.

El Sacramento de la Reconciliación Católica (también conocida de Penitencia o Confesión) tiene tres elementos: la conversión, la confesión y la celebración. En ella encontramos el perdón incondicional de Dios; como resultado, estamos llamados a perdonar a los demás.

La confesión individual e íntegra de los pecados graves seguida de la absolución es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia.

Los efectos espirituales de este sacramento son:

– La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia;

– La reconciliación con la Iglesia;

– La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales;

– La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado;

– La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual

– El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

UNCIÓN DE LOS ENFERMOS

Mantiene la vida divina en los sufrimientos de la enfermedad grave o la vejez.

El Sacramento Católico de unción de los enfermos, antes conocida como extremaunción, es un ritual de curación apropiado no sólo física, sino también para el caso de enfermedad mental y espiritual.

La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:

– La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;

– El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez;

– El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia;

– El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;

– La preparación para el paso a la vida eterna.

ORDEN SACERDOTAL

Perpetúa los ministros que transmiten la vida divina.

El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confirmada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico.

En el Sacramento del Orden, o la ordenación, el sacerdote es ordenado por votos para dar lugar que sirva a otros católicos trayéndoles los sacramentos (especialmente la Eucaristía), anunciando el Evangelio, y proporcionando otros medios para la santidad.

Comprende tres grados: El episcopado, el presbiterado y el diaconado.

La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones (viris) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación.

Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la Fe a los hermanos (cf. Lucas. 22, 32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.

MATRIMONIO

Perfecciona el amor humano de los esposos y les da las gracias para santificarse en el camino hacia la vida divina.

La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una intima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador.

Para los católicos, el sacramento del matrimonio, o el santo matrimonio, es una señal pública de que uno se entrega totalmente a esta otra persona. También es una declaración pública acerca de Dios: la unión de amor entre marido y mujer habla de los valores familiares y también los valores de Dios.

Los efectos del Matrimonio son:

Origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo, de modo que el matrimonio válido celebrado y consumado entre bautizados no puede ser disuelto jamás.

Los cónyuges reciben una gracia propia del sacramento por la que:

– Quedan como consagrados por un sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado.

– Se fortalece su unidad indisoluble.

– Se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos.

Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento.

Fuentes:


Foros de la Virgen María

No hay comentarios:

Publicar un comentario