La última Cena de Jesús con
sus discípulos fue una variante de la tradicional cena de Pésaj de los judíos
de aquella época. La que históricamente había comenzado siendo una fiesta de
llegada de la primavera, se había convertido en un recordatorio de la liberación
de la esclavitud en Egipto, y en la época de Jesús también tenía la expectativa
de la llegada del mesías.
Después de la destrucción del
templo del año 70 dC, y hasta nuestros días, los judíos no comen más el cordero
inmolado.
COMENZÓ COMO UNA FIESTA DE LA
LLEGADA DE LA PRIMAVERA
Desde tiempos inmemoriales, los pastores nómadas celebraban, con ocasión
del comienzo del año, o mejor aún, con ocasión de la época de transición entre el invierno y la primavera, una fiesta
especial. Era la época del año en la cual nacían las crías de las ovejas.
Era la época en la cual ellos tenían que comenzar
de nuevo la peregrinación que los conduciría al país cultivado, en cuyas
inmediaciones podrían pasar el tiempo del verano. En la noche del primer día de luna llena de la primavera se reunían los
pastores en el desierto, sacrificaban un cordero, realizaban un rito
mágico para espantar los espíritus que podían perjudicar a los ganados o para
ganarse la protección de los buenos espíritus, y celebraban una cena. En esta
cena comían las carnes del cordero, con
los vegetales que podían encontrar en el desierto.
Cuando la celebración tenía efectivamente un
sentido religioso, agradecían a los
dioses la protección sobre los ganados y la que ellos mismos
experimentaban en la peregrinación que los llevaba más allá del desierto.
En algún momento, cuando ya el pueblo era sedentario, la fiesta de la Pascua, que era una fiesta
pastoril, coincidió con la fiesta de primavera de los agricultores, que
consistía más que todo en comer los panes sin levadura, amasados con los
primeros frutos de la cosecha de cereales.
SE LE AGREGÓ EL FESTEJO DE LA
LIBERACIÓN DE EGIPTO
La fiesta de primavera que ya existía antes del surgimiento de Israel
como pueblo, se relacionó estrechamente
con la experiencia de fe de la liberación de los hebreos, esclavos en el Egipto:
Ex 12,12-13.21-23. Y ya no se celebró en función de los ganados (ni de las
cosechas, en el caso de la fiesta de los campesinos), sino como conmemoración
de la liberación del éxodo. La fiesta
comenzaba con la cena pascual y se extendía por siete días, de acuerdo
con la tradición de los ácimos: Ex 12,14-20.
Esta fiesta de la Pascua israelita tiene toda una
historia, que nos obliga a considerar varios momentos: Primero que todo, el de
lo que podríamos designar como la celebración doméstica, cuando se realizaba un rito con la sangre (se marcaban el
dintel y los postes de las casas), además de la cena propiamente dicha.
Luego la celebración centralizada en Jerusalén, que
incluía un sacrificio cultual con la
sangre (recogida por los sacerdotes en vasijas que se pasaban de mano en
mano hasta el altar), la parte que correspondía a Dios en el banquete de la
comunión; y una cena, que obedecía a un ritual bien establecido, en el que
jugaban un papel fundamental las carnes
del cordero, el pan ázimo, las hierbas amargas y las cuatro copas de vino.
Todos estos elementos de la cena encarnaban simbólicamente el memorial del
éxodo para ser compartido fraternalmente. La cena tenía una hermosa
estructura pedagógica, que permitía que los niños aprendieran experimentalmente
a ser judíos, a convertirse en miembros del pueblo elegido.
En la época de Jesús, la cena pascual tenía además una importancia escatológica muy grande.
Las esperanzas mesiánicas eran
cultivadas de una manera especial en esta cena, lo que hace bien comprensible
el hecho de que, ya en los mismos relatos por lo menos de los sinópticos, se dé
tanta trascendencia a la referencia a esta fiesta.
LA CELEBRACIÓN PASCUAL DE LOS
JUDÍOS DE HOY
Hay que tener en cuenta que, desde la destrucción del templo en el año 70
d. C. por los romanos, los judíos renunciaron a comer en la cena pascual un cordero inmolado. Y
también, que la cena pascual se celebra
una vez que se ha asistido a la liturgia sinagogal.
Todo comienza en la tarde del Seder. Seder significa orden: los judíos llaman a la cena pascual cena del
Seder, porque en ella todo está rigurosamente ordenado, pues se trata de la
tarde más solemne del año.
Con anticipación ha sido retirado todo pan fermentado y ha sido guardada la vajilla
ordinaria.
Para
la fiesta hay una vajilla especial. Se prepara pues la fuente del Seder (el plato), se
ponen las copas en las que se servirá el vino como signo de la alegría, se
acercan las sillas cómodas que reemplazan los triclinios en los cuales se
recostaban los comensales en las cenas antiguas.
La introducción consiste en el servicio de la
primera copa de vino, que se bebe mientras se pronuncia una oración de
alabanza.
El padre de familia moja
entonces la verdura en un agua salada, pronuncia una bendición y da algo a cada
uno. Luego reparte un pan ázimo, del que separa la mitad para después de la
cena.
Ahora tiene lugar la cena propiamente dicha.
El
padre de familia dirige una invitación a “los que tienen hambre y a los
pobres”. Se sirve entonces la segunda copa. El menor de los asistentes pregunta sobre la razón
por la cual se celebra en esta forma la fiesta. Todos responden:
Un día fuimos esclavos del Faraón en el Egipto;
entonces nos condujo el Eterno, nuestro Dios, fuera de allí.
Se
narra entonces la historia de la liberación. Con ocasión de la narración del recuerdo de las
diez plagas, cada uno mete un dedo en la copa de vino, toma diez veces una
gotita y la derrama.
No
se debe beber completamente la copa de la alegría, pues entonces
hubo mucho sufrimiento entre las gentes en el Egipto.
A
la narración de la historia de la liberación responden todos con el Hallel, el conjunto de
salmos de alabanza que tienen que ver con la liberación del Egipto. Se bebe
entonces la segunda copa.
El
padre de familia toma el pan, pronuncia la acción de gracias, lo parte y da de
él un trocito a cada uno. De la misma manera toma de las hierbas amargas, las
sumerge en la salsa, pronuncia una bendición, y da a cada cual de comer.
En ese momento son traídas las viandas propiamente dichas de la cena.
Antiguamente se comían ahora las carnes del cordero.
El
postre es simplemente el trozo de pan ázimo reservado para este momento. Después de comer se
sirve la tercera copa.
El padre de familia comienza
la oración de la mesa con las palabras: “Alabemos a quien nos da el alimento!”, y reza la oración de la mesa.
Se bebe entonces la tercera copa. Se sirve
finalmente la cuarta copa.
Se
abre la puerta para que pueda entrar el mensajero del Mesías, el profeta Elías. En medio de la
mesa se pone una copa llena de vino para él.
Se
canta la segunda parte del Hallel y se bebe la cuarta copa. A veces hay
una distinción entre cuarta y una quinta copa que veremos más abajo.
COMO FUE LA ÚLTIMA CENA DE
JESÚS
De
acuerdo a las tradiciones, símbolos y gestos del “Pésaj” o cena pascual,
Bernardo Estrada, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz,
recrea la Última Cena que pudo haber vivido Jesús con sus discípulos.
¿Cómo
se desarrolló la última cena?
Lo
más probable es que Cristo celebrase la Pascua el día anterior al día oficial,
como ya ha señalado en alguna ocasión Benedicto XVI.
Es
una cuestión sobre la que se debate, pero no resultaría extraño, pues en aquellos días
confluía tanta gente en Jerusalén (unas 250.000 personas, cuando la población
normal era de 35.000), que no se podían sacrificar todos los corderos en una
sola jornada.
Así
que el viernes era el verdadero día para inmolar corderos.
Efectivamente: anticipando la Última Cena, el verdadero Cordero pudo ser sacrificado en
la Cruz el viernes, el día de la Pascua.
La
cena pascual, ¿cómo iniciaba?
Como
en cualquier fiesta hebrea, el inicio lo determinaba la mujer de la casa:
cuando veía que el sol se oculta detrás de la casa del vecino, o cuando
contemplaba la primera estrella en el cielo, encendía las velas: con ese gesto,
comenzaba la cena. Simbólicamente, esa luces recordaban la creación del mundo
por Dios, cuyo inicio los hebreos sitúan en este mes del Nissán, el “mes de las
espigas”, pues es cuando comienza a crecer la nueva vida (aunque tras el
medievo, esa datación cambió).
¿Es
así como Pascua y Creación se relacionan?
En
cualquier caso, luego –con Cristo– hemos comprendido un significado más
profundo (la Pascua es la nueva Creación). Que esta festividad se celebrase en el “mes de las
espigas” hace ver que las fiestas de Israel van ligadas en su origen a fiestas
agrícolas: la Pascua coincide con la fecha de la cosecha del primer trigo y al
nacimiento de los primeros animales (corderos, etc); en Pentecostés llega la
verdadera cosecha; mientras que la fiesta de los Tabernaculos está unida a la
cosecha de la vendimia.
Por
eso el pan, el vino y el cordero son tan importantes. Dios –primero
en Egipto y luego con el Señor Jesús – ha ido dando un sentido nuevo y más
profundo a estas celebraciones.
Volviendo
a la cena, ¿cómo se disponían los invitados?
Aunque
la cena iniciaba de pie, luego se recostaban formando un cuadrado: la gente se
apoyaba sobre el brazo izquierdo, prácticamente acostada, y comía con la mano
derecha. A la derecha del Señor se situaría el más digno, probablemente Pedro;
y a la izquierda estaría Juan, quien pudo descansar así sobre el pecho del
Señor.
¿Cómo
inició el Señor la Última Cena?
Podemos suponer que siguió el “orden de la Pascua”:
es decir, la división de la cena en
cuatro partes, cada una de las cuales se concluía con una copa de vino.
Entonces:
la primera copa…
La cena comienza con una bendición (salmos 113 y
114), tras la que se toma la primera copa de vino mientras se dice: “Bendito seas Tú, Adonai nuestro Dios, rey
del universo, quien creó el fruto de la vid”.
La
segunda…
Antes
de beber la segunda, alguno recuerda un grande acontecimiento: la “Haggadah” o
la narración de la fuga de Egipto, tal y como se cuenta en el libro del Éxodo. El
vino que se bebe a continuación les recuerda las diez plagas que azotaron al
pueblo egipcio.
¿Cuándo
lavó el Señor los pies a los Apóstoles?
Si
bien no tenemos certeza, quizá fue tras esta segunda copa, que es cuando se
realiza tradicionalmente la primera ablución o lavado de manos, al que el Señor
quiso dar un profundo significado. Luego vienen las “bendiciones”, una serie de
preguntas que hace la persona más anciana o más digna a la más joven: “¿Ma
nishtaná halaila hazé micol haleilot?” (¿Por qué esta noche es diferente de
todas las otras noches?). Podemos imaginar que Cristo o san Pedro harían
esas preguntas a san Juan.
¿Y
tras el lavado?
Es cuando empieza la cena propiamente dicha. El más digno distribuye el primer pan ázimo,
o Matzá, mientras repite esta bendición: “Bendito eres Tú, nuestro
Señor, Rey del universo, que extraes pan de la tierra”. Pudo ser en este
momento cuando el Señor consagró el Pan, aunque no podemos estar
seguros. Como se sabe, ese pan sin levadura –que se comerá más veces a lo largo
de la cena– recuerda la prisa con que escaparon del Faraón. Además, cada
comensal tiene delante un cuenco con hierbas amargas que se sumergen en el Jaroset,
una salsa especial (agua salada y algún condimento), que les recuerda el
sufrimiento de aquella huída.
Y
a continuación, el cordero.
Efectivamente: previamente, había sido sacrificado en el templo por un sacerdote, o
bien por el cabeza de familia. No se le tenía que haber roto ningún
hueso y debía ser consumido entero.
¿Por
qué la importancia del Cordero?
Cristo es el “Cordero de Dios”, cuyo sacrificio
libera a los hombres. Para los judíos,
el cordero es el animal cuya sangre en las puertas de sus casas había liberado
a sus primogénitos del ángel de la muerte en Egipto. Desde aquella liberación,
que precede y permite la huida por mar Rojo, comían el cordero tal y como les
había indicado Moisés.
Faltan
dos copas de vino.
La
tercera se bebe al terminar la cena. Se llama “copa de redención”, y con ella
se recuerda el derramamiento de la sangre de los corderos inocentes que redimieron a Israel
en Egipto; es la copa en la que se “da gracias”, por lo que se supone que es en
esta copa cuando el Señor ofreció su Sangre a sus discípulos.
¿Y
la última?
La
cuarta, ya antes de marcharse, va unida al gran himno final: el Hallel, una preciosa
oración compuesta por los salmos 115 a 118. Se sirve también una quinta copa,
que no se bebe: esa quinta copa es para Elías, a quien el pueblo hebreo espera
para que anuncie la venida del Mesías (en Malaquías 4,5). Cuando la cena se
termina se manda un niño a la puerta a abrirla y ver si está Elías. Cada año,
el niño regresa desanimado y el vino se derrama sin que nadie lo beba.
Foros de la Virgen María
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