Entrar en una batalla a ciegas
con el enemigo, sin conocerlo a fondo y sin una planificación y preparación
adecuada, nos llevará al desastre.
En el famoso Manual del “Arte de la
Guerra” de Tsun Tzu – escrito cuatro siglos antes de Cristo -, el
autor dice que el arte consiste es vencer al enemigo sin llegar a una batalla
frontal cuerpo a cuerpo, sino ganándole la batalla moral y cultural, e incluso
negociando y engañándolo.
Pero el enemigo que la raza
humana tiene enfrente, el maligno, diablo o demonio, es otra especie de rival,
uno que no negocia y al que no se le puede convencer para que se rinda, así que
nuestra estrategia debe pasar por algo que también dice Tsun Tzu, conocer a
fondo al enemigo para no caer en sus trampas, y de esa manera protegernos
contra sus ataques.
El
libro de C.S. Lewis, “Cartas del
Diablo a su Sobrino” (The Screwtape Letters) – en la cual un
demonio avezado le da clases a uno más joven para tentar y hacer caer a los que
él llama “sus pacientes”- es una invalorable ayuda para descubrir las tácticas
del maligno.
Táctica # 1: Satanás oculta su
existencia presentándose como una figura cómica
Durante
siglos el diablo se ha tomado gran trabajo en convencernos de que no existe, que es un
invento del Medioevo. Esta su política de auto ocultación, vino acompañada de
la duda repetida y finalmente aceptada en la cultura moderna sobre la
existencia de Dios. Mientras el mundo creyó en Dios, también creía en el
diablo. Esto comenzó a cambiar en la segunda mitad del siglo XX. Una cosa trajo
la otra, o sea que, si Dios no existe, el diablo tampoco.
Y
astuto como es, para reforzar esa idea de su no-existencia, ha inspirado esa
figura cuasi cómica de un hombrecito en malla roja, con cuernos
puntiagudos y tridente. Visto desde ese punto de vista, no parece alguien a
quien temer ¿no es así? Por lo tanto, se desecha la posibilidad de su
existencia.
En
la otra vereda
se encuentran aquellos que, sin creer en Dios, sin embargo sí creen en el
demonio, pero en vez de rechazarlo, se sienten atraídos por él y se sumergen en
ocultismo, brujería, hechicería, tablas ouija, etc.
Tanto C.S.Lewis, como Peter
Kreeft están de acuerdo, en que ambas conductas – el ignorarlo y el adorarlo -,
regocijan enormemente al demonio, porque alimentan su soberbia y facilitan
enormemente su trabajo.
Como
católicos debemos tener bien claro que el demonio existe, ya que su
presencia está revelada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Desde
el Génesis, pasando por Job y llegando a Jesús, existen menciones inapelables
de su maldad, de su mentira y de su astucia.
La
figura del diablo rojo con cuernos y tridente es una variante de la
“inofensiva” serpiente que en el Jardín del Edén tentó a Eva. Pero no nos
engañemos, satanás no es lo “poco” que él quiere hacernos creer. En el Antiguo
Testamento se menciona al monstruo Leviatán, y en el Apocalipsis al Dragón, “un
enorme dragón rojo en los cielos”, el gran dragón, la serpiente antigua, que se
llama diablo y satanás, el cual engaña al mundo entero”
Para que no tengamos dudas, el Catecismo afirma:
Satanás o el diablo y los otros demonios son
ángeles caídos que se han negado libremente a servir a Dios y Su plan. Su opción contra Dios es definitiva e
intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios. (C.414).
O sea que, el
diablo es un enemigo temible y debemos estar siempre en guardia contra
él. Él existe y tenemos que ponernos la armadura de Dios para ser protegidos de
sus flechas mortales.
Una vez que hemos comprendido
que él es letal, debemos tener un sano temor del poder de Satanás, pero también
tener muy claro siempre, que Jesucristo es El que vence al enemigo y ya lo ha
derrotado.
Táctica # 2: La pérdida de la
razón y de la posibilidad de debatir
La “pérdida de la razón” es el
abandono por parte de la humanidad de la saludable práctica del debate. El
intercambio de argumentos a lo largo de la historia, hizo crecer a la
humanidad, ya que, cuando dos oponentes se enfrentaban, uno de los dos salía
convencido y adoptaba aquella idea que le había sido razonablemente demostrada.
En
la cultura moderna, eso ya no funciona así. El mundo está lleno de “expertos” que lanzan sus
ideas en los medios de comunicación, y de receptores de esas ideas que las
aceptan sin siquiera comprobarlas ni cuestionarse si son ciertas o no.
Y
es que el demonio ha ido inspirando una sustitución de palabras, de manera que
ya no se habla de una doctrina con términos de “verdadera” o “falsa”, sino de
“moderna”, “académica”, “práctica” “obsoleta”, etc.
Es
lo que se llama “cultura de expertos”, en la cual ya nadie pide pruebas para
aceptar lo afirmado. Si algo aparece en la prensa o en la televisión, es
verdad, si Fulano o Mengano que son tan famosos, lo hacen o lo dicen, es
cierto, aunque esas cosas a ojos vistas sean falacias. Incluso los actos más
atroces, como el suicidio asistido, o la extirpación de mamas sanas por miedo a
contraer cáncer, pueden presentársenos como verdaderos actos de misericordia
Una
cosa es evidente: el demonio odia la vuelta a la razón. Educar a nuestros hijos para que sean capaces
de aceptar en el plano terrenal sólo aquello que es razonablemente demostrado,
sería suficiente para destruir la telaraña del demonio.
Lamentablemente, se han eliminado de muchos planes
estudiantiles materias tales como lógica o filosofía.
No
nos dejemos engañar y utilicemos la capacidad de pensar y razonar que Dios nos
regaló.
Táctica # 3: Centrarse en los
pecadores de la Iglesia
Sabiendo que tanto nosotros
los católicos como el mundo secular estamos convencidos de que la Iglesia es un
lugar de “santos”, el demonio va a tratar por todos los medios de sacar a luz
pecados ocultos de aquellos que asisten a Misa los domingos, como forma de
provocar decepción tanto en la propia grey como en el mundo.
Pero no se limita a eso. También va a tratar de
distraer al feligrés que asiste a la Eucaristía, enterándolo de que algunos de
los que lo rodean tienen doble vida y se hacen los devotos.
Eso lleva a la decepción, tanto personal como
colectiva y muchas veces a abandonar la práctica católica. Por si esto fuera
poco, utiliza los medios masivos de
comunicación para hacer resaltar el “escándalo de los sacerdotes”, y hacer
quedar a la Iglesia como una comunidad de hipócritas que dicen una cosa y hacen
otra.
En
vez de presentar a la Iglesia como un “Museo de santos”, se la debería
presentar como un “Hospital para pecadores” (inspirado en la frase de Jesús, en el Evangelio
de Lucas 5, 3:1, de que “no es el sano el que tiene necesidad de médico,
sino los enfermos”), lo que sería mucho más efectivo para combatir las
maniobras de satanás, ya que siendo como somos “todos” pecadores, no tendremos
inconveniente en recibir a otros pecadores dispuestos a realizar un cambio en
su vida, tal como lo intentamos nosotros. El mismo Jesús sostuvo siempre que Él
no había venido a “salvar justos sino a pecadores” (Lucas 5. 3:2).
No nos avergoncemos de ver
pecadores en la Iglesia. Todos lo somos y aún así formamos parte de ella,
porque deseamos ser sanados por el único y verdadero Médico que nos puede
llevar a la vida eterna.
Táctica # 4: Magnificar los
“alfilerazos” diarios
Una de las tácticas en las que
Satanás es un experto, es convertir pequeñas situaciones, comunes en una
relación, en catástrofes exageradas que a menudo terminan mal.
Las
pequeñas molestias diarias que nuestro carácter o malos hábitos pueden causar
en nuestros familiares y viceversa, son exageradas por los diarios
“alfilerazos” con que él y sus secuaces exasperan los ánimos.
Si
esas cosas no se hablan, se produce una “infección” subyacente, un volcán
escondido, que al explotar puede provocar divisiones entre familiares o vecinos
de una comunidad que pueden durar años o toda una vida, incluso pudiendo llevar
a una pareja bien formada al divorcio.
San
Ignacio de Loyola decía que el diablo es “secretero”, así que va a
intentar por todos los medios que esas cosas no se conversen, ya que al sacar a la luz los problemas y
hablarlos, estos pueden perder fuerza.
Por lo tanto, ya que el diablo
está activo en todas las cosas y le gusta causar división en las relaciones
creando tensión, contrarrestemos sus diarios “alfilerazos” hablando entre
nosotros.
Táctica # 5: Desprestigiar la
Liturgia
Esta táctica consiste en
hacernos creer que nosotros no somos una unidad compuesta de cuerpo y alma,
sino que ambos son algo separado. El diablo atenta contra esta unidad,
inspirándonos la idea de que nuestra alma es “buena” y nuestro cuerpo es
“malo”. Por medio de esta separación, nos sugiere ideas tales como que la
Liturgia, sus ornamentos y gestos, nos distraen de nuestra oración.
Astutamente, aprovecha la falta de preparación de
los católicos, para introducir en sus mentes que los gestos no tienen nada que
ver con la adoración a Dios. Sin
embargo, lo que hacemos con nuestro cuerpo sí tiene un impacto directo en
nuestra alma. Esta unidad permite que todos nuestros sentidos (vista, oído,
gusto, oído, tacto) se involucren en la oración, lo que ayuda a nuestra alma a
ser elevada hacia Dios.
El Catecismo nos dice: Si la oración se expresa en palabras o gestos, es todo el hombre el que
ora (2562).
Como
seres creados que somos, compartimos la Tierra con otras criaturas: aire, agua,
fuego, animales, árboles, astros, etc. Dios no nos colocó en un mundo
invisible. Nuestro mundo se aprecia a través de los sentidos y ha sido grato al
Creador que así fuera.
Él
se nos manifiesta por medio de la Naturaleza, por lo que nosotros, como parte de ella, nos
comunicamos entre nosotros por medio de gestos visibles, de amor o de amistad,
y de palabras que hacen más explícitos los sentimientos que expresaron esos
gestos.
Y si nos comunicamos entre nosotros de esta manera,
¿por qué tendría que ser diferente entre nosotros y Dios?
Como bien expresa el
Catecismo, la Liturgia enriquece esa comunicación, que se realiza por medio de
gestos y palabras, tendientes a elevar al Señor nuestra adoración y alabanza.
La Liturgia no es un conjunto de “gestos vacíos”, sino que cada gesto tiene su
explicación y significado y todos están destinados a la mayor gloria de Dios.
Táctica # 6: El diablo nos
hace creer que la muerte nunca vendrá
El enemigo utiliza toda su
influencia para tratar de impedir que nos preparemos para la muerte. Su mayor
temor es que nos demos cuenta de que la vida es corta y que en vez de avanzar
en nuestras perspectivas para el futuro, vivamos cada día como si fuera el
último. Intenta que pasemos nuestros días como si pudiéramos vivir para siempre
y trata de “acunarnos” con esa idea.
La
calidad de vida, el confort y los adelantos de la medicina, le facilitan
hacernos creer que la muerte es algo tan lejano que no nos alcanzará en muchos
años. Logra engañarnos haciéndonos posponer nuestros preparativos finales.
En
lugar de estar dispuestos cada día a emprender el viaje, tenemos la ilusión
de que la muerte es algo que “no nos va a pasar.”
No sabemos ni el día ni la
hora en que Dios nos va a llamar. Vivamos cada día preparados y listos para
volver a casa, a los brazos de nuestro Salvador.
Táctica # 7: Satanás nos anima
a ser caritativos con personas que no conocemos
Esto nos parece sorprendente,
porque ¿cómo el demonio va a influir para que hagamos algo bueno como la
caridad? Sin
embargo, rápidamente nos damos cuenta de que él está tratando de alejarnos de
la práctica de la caridad cotidiana con aquellos que vemos y conocemos en favor
de actos “imaginarios” de bondad
que no fomentan una vida virtuosa.
Lo que el demonio hace es muy astuto y en una primera instancia podemos pensar que
nos propone algo bueno. Y como además, muchos de nosotros, preferimos
dar dinero o donaciones para misiones que están lejos en lugar de involucrarnos
con nuestro vecino que perdió el trabajo y está en una situación desesperada,
escogemos dejar de hacer una caridad evangélica para hacer una caridad
“imaginaria”, que es la que más satisface al demonio.
No
es que sea malo sostener las Misiones, todo lo contrario, pero esa caridad debe
acompañarse con gestos de igual generosidad con las personas de nuestra
cercanía. Las obras de misericordia corporales (dar de comer al hambriento, de
beber al sediento, vestir al desnudo, albergar al sin hogar, visitar al enfermo
y al preso y enterrar a los muertos), nos ayudan a cultivar esa virtud que
tanto odia el enemigo, porque es en el amor que finalmente seremos juzgados.
La
Madre Teresa nos encarece que no pensemos sólo en dar dinero. Los necesitados
lo son también de amor, de consuelo, de una mano que los sostenga, de un abrazo
que los cobije.
Es el idioma del amor el que se nos pide y por supuesto, el que satanás
rechaza, porque su lenguaje es el odio.
Si empezamos practicando de a
poco la caridad con las personas a las que encontramos diariamente, seremos
capaces de cambiar el mundo entero, la familia y hasta el vecindario, todo a la
vez.
Táctica # 8: El diablo deforma
el placer para convertirlo en una piedra de tropiezo para muchos
Satanás sabe que el placer es
una buena cosa. También sabe que Dios creó los numerosos placeres de la vida,
pero en lugar de permitirnos disfrutar de ellos naturalmente, el enemigo sabe
que para arrastrar nuestra alma a las profundidades del infierno, debe
distorsionar el placer en algo antinatural.
Conoce
de sobra nuestra naturaleza y sabe exactamente cómo torcer algo que está
destinado a ser bueno, para convertirlo en algo que será la causa de nuestro
alejamiento de Dios.
¿Cómo lo hace? Pues como él no puede crear nada, anima a los seres
humanos a tomar los placeres que ha
creado Dios, pero en las formas o en los grados que el Señor ha prohibido.
Siempre trata de trabajar fuera de la
condición natural de cualquier placer.
El
Creador estableció que en la función [generativa], los cónyuges
deben experimentar placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por lo
tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y disfrute.
Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Los cónyuges deben también saber
cómo mantenerse dentro de los límites de una justa moderación.
El
placer, en su contexto natural, es algo bueno. Es el diablo quien intenta
distorsionarlo y convertirlo
en un fin en sí mismo. Beber en una fiesta o con amigos es un momento de
alegría compartida, pero el diablo tratará de inducirnos a beber en soledad.
Nos rendimos a las mentiras del enemigo y tomamos lo bueno que Dios ha creado,
pero utilizándolo de tal manera que terminamos alejándonos de él.
Táctica # 9: La trampa de
vivir una doble vida
Otro complot artero del diablo
es convencernos de que podemos vivir dos vidas paralelas sin consecuencias. Es
mucho lo que disfruta con los que vivimos nuestra vida diaria divorciados de
nuestra fe, pero que aún así nos acercamos al altar el domingo para recibir la
Eucaristía.
Muchas veces Satanás no induce al hombre a cometer
grandes pecados, sino a dividirse en dos y disfrutar del hecho de ser dos
personas diferentes sin que su entorno lo sepa. Por ejemplo asistir a Misa el
domingo y reunirse el sábado anterior a beber y decir chistes obscenos con los
amigos mundanos, sintiéndose en ambas ocasiones superior a los que lo rodean, gozar divirtiéndose sabiéndose pecador en un
lugar santo y santo entre sus amigos pecadores. Y esto es más común de
lo que pensamos, pero no es para lo que se nos envía al terminar la Eucaristía.
Después de la bendición, el sacerdote dice: “Pueden
ir en paz. Glorifiquen al Señor con sus
vidas.” Esta despedida colectiva fue deliberadamente elegida por el Papa
Benedicto XVI para mostrar la continuidad que debemos tener en nuestra vida.
La belleza del testimonio
cristiano expresa la belleza del cristianismo. Desde el encuentro con Cristo
brota, en una acción dinámica interior con el apoyo de la Gracia, la santidad
de los discípulos y su capacidad para mejorar en virtud y belleza la vida en
común y la de sus vecinos.
Táctica # 10: El camino más
seguro al infierno es el gradual
Siempre pensamos en el
asesinato o adulterio, como los pecados que nos llevarán al infierno. Pero
satanás es mucho más listo y puede atraer a una persona al infierno llevándola
toda la vida a cometer “pequeños pecados” para asegurarse que se mantiene
obstinada y permanentemente separada de Dios.
El
camino más seguro hacia el Infierno es el gradual, la suave
pendiente, sedosa bajo los pies, sin giros bruscos, sin hitos, sin señales.
El diablo sabe que si la
persona se entera de que está caminando hacia el infierno, se detendrá y
tratará de desandar el camino. Entonces, nos va distrayendo
con errores que no distinguimos, haciéndonos pensar que somos humildes o
generosos cuando sólo lo aparentamos, que en realidad no hacemos nada malo,
porque no robamos ni matamos y además, todos hacen lo mismo.
La Enciclopedia Católica lo expresa así:
El
pecado venial deliberado y frecuente disminuye el fervor de la caridad,
predispone al pecado mortal, y dificulta la recepción de gracias que Dios de
otra manera nos daría.
No
dejes que el pecado venial pueda hundirte. ¡Vete al confesionario! Abraza los
brazos amorosos de Dios Padre, que siempre está ahí para darnos la bienvenida a
casa.
Si
este listado te sirve para evaluar tu vida y entender las tácticas del enemigo,
entonces cumplimos el objetivo.
Fuentes:
Escrito por María de los
Ángeles Pizzorno
De Uruguay, Escritora, Ex
Secretaria retirada
Foros de la Virgen María