En el Hospital público
infantil Federico Gómez de Ciudad de México.
El
domingo por la tarde, de vuelta en Ciudad de México, el Papa Francisco visitó a
las cinco de la tarde el modernizado hospital
infantil público Federico Gómez (www.himfg.edu.mx) y propuso lo que llamó la cariñoterapia.
Rodeado de niños y de personal sanitario, pidió la bendición divina «para todas las personas que, no sólo con medicamentos sino con la ‘cariñoterapia’ ayudan a que este tiempo en el hospital sea vivido con mayor alegría. La ´cariñoterapia’ es muy importante. A veces una caricia, ayuda tanto a recuperarse…».
Él mismo quiso demostrarlo dando ejemplo, deteniéndose a hablar con muchos niños, regalando rosarios, explicando cómo se reza, recogiendo regalos y dibujos de los pequeños, abrazándolos y besándolos...
Francisco agradeció el trabajo de los médicos y el personal sanitario y pidió a Dios «que los bendiga y los acompañe, a ustedes y sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas de los niños sigan creciendo cada día».
NIÑOS ABRAZADOS AL SANTO PADRE
Nada más llegar al hospital, numerosos niños se lanzaron sobre el Pontífice para abrazarle, y se negaban a soltarle. Unos aplaudían, otros le cantaban, y el protocolo de la recepción se desmanteló, dejando en un lugar muy secundario al comité de recepción con la primera dama, Angélica Rivera, el secretario de Salud, José Narro, el cardenal Norberto Rivera, y los directivos de las instalaciones médicas. Muchos otros niños seguían los actos desde sus sillas de ruedas, sonriendo o llorando de emoción.
Vídeo en YouTube con algunos momentos de la visita del Papa en el hospital: "Te doy este Rosario, si lo guardás en el cajón, te lo olvidás; te lo doy y te nombro custodio de mi Rosario", le dice a un niño
El Papa fue recorriendo las distintas zonas del hospital, y saludando a la mayoría de los jovencísimos pacientes. Uno de los niños le pidió tomarse una foto con él, a lo que el Pontífice accedió. Posaron rodeados de vítores como “¡Francisco hermano, ya eres mexicano!” A los niños presentes el Papa repetía, como acostumbra: “Reza por mí”.
La Primera Dama dirigió luego unas palabras al Papa y le ofreció “rezar mucho por usted para que Dios le siga dando la luz y fortaleza. Usted es grande por lo que dice pero más grande por todo lo que hace”.
Un momento especial tuvo lugar cuando una niña en silla de ruedas inició el canto del «Ave María» de Schubert. Su pañuelo azul en la cabeza denotaba los efectos de la quimioterapia y la lucha contra la leucemia. La mayoría de los adultos derramaron lágrimas en este momento.
HACER REZAR A LOS NIÑOS
En un momento de su mensaje, el Pontífice pidió a los menores cerrar los ojos para rezar un Ave María, momentos antes de retirarse: “A los chicos les voy a pedir una cosa: cerremos los ojos y pidamos lo que nuestro corazón hoy quiera: un ratito de silencio, con los ojos cerrados, y pidamos con el corazón”.
Poner a las personas a rezar el Avemaría es algo que el Papa ha estado haciendo en sus encuentros con la gente en México: cuando sale por la noche a la puerta de Nunciatura a saludar a los fieles, o en las distintas misas.
A las 18:15 el Papa dejó el hospital rumbo a la Nunciatura, dejando como regalo un fresco sobre tabla del maestro Franco Fontanella.
Rodeado de niños y de personal sanitario, pidió la bendición divina «para todas las personas que, no sólo con medicamentos sino con la ‘cariñoterapia’ ayudan a que este tiempo en el hospital sea vivido con mayor alegría. La ´cariñoterapia’ es muy importante. A veces una caricia, ayuda tanto a recuperarse…».
Él mismo quiso demostrarlo dando ejemplo, deteniéndose a hablar con muchos niños, regalando rosarios, explicando cómo se reza, recogiendo regalos y dibujos de los pequeños, abrazándolos y besándolos...
Francisco agradeció el trabajo de los médicos y el personal sanitario y pidió a Dios «que los bendiga y los acompañe, a ustedes y sus familias, a todas las personas que trabajan en esta casa y buscan que esas sonrisas de los niños sigan creciendo cada día».
NIÑOS ABRAZADOS AL SANTO PADRE
Nada más llegar al hospital, numerosos niños se lanzaron sobre el Pontífice para abrazarle, y se negaban a soltarle. Unos aplaudían, otros le cantaban, y el protocolo de la recepción se desmanteló, dejando en un lugar muy secundario al comité de recepción con la primera dama, Angélica Rivera, el secretario de Salud, José Narro, el cardenal Norberto Rivera, y los directivos de las instalaciones médicas. Muchos otros niños seguían los actos desde sus sillas de ruedas, sonriendo o llorando de emoción.
Vídeo en YouTube con algunos momentos de la visita del Papa en el hospital: "Te doy este Rosario, si lo guardás en el cajón, te lo olvidás; te lo doy y te nombro custodio de mi Rosario", le dice a un niño
El Papa fue recorriendo las distintas zonas del hospital, y saludando a la mayoría de los jovencísimos pacientes. Uno de los niños le pidió tomarse una foto con él, a lo que el Pontífice accedió. Posaron rodeados de vítores como “¡Francisco hermano, ya eres mexicano!” A los niños presentes el Papa repetía, como acostumbra: “Reza por mí”.
La Primera Dama dirigió luego unas palabras al Papa y le ofreció “rezar mucho por usted para que Dios le siga dando la luz y fortaleza. Usted es grande por lo que dice pero más grande por todo lo que hace”.
Un momento especial tuvo lugar cuando una niña en silla de ruedas inició el canto del «Ave María» de Schubert. Su pañuelo azul en la cabeza denotaba los efectos de la quimioterapia y la lucha contra la leucemia. La mayoría de los adultos derramaron lágrimas en este momento.
HACER REZAR A LOS NIÑOS
En un momento de su mensaje, el Pontífice pidió a los menores cerrar los ojos para rezar un Ave María, momentos antes de retirarse: “A los chicos les voy a pedir una cosa: cerremos los ojos y pidamos lo que nuestro corazón hoy quiera: un ratito de silencio, con los ojos cerrados, y pidamos con el corazón”.
Poner a las personas a rezar el Avemaría es algo que el Papa ha estado haciendo en sus encuentros con la gente en México: cuando sale por la noche a la puerta de Nunciatura a saludar a los fieles, o en las distintas misas.
A las 18:15 el Papa dejó el hospital rumbo a la Nunciatura, dejando como regalo un fresco sobre tabla del maestro Franco Fontanella.
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