"No practiquéis vuestra
religión delante de los demás solo para que os vean. Si hacéis eso, no
obtendréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en el cielo.
Por tanto, cuando ayudes a los
necesitados no lo publiques a los cuatro vientos, como hacen los hipócritas
en las sinagogas y en las calles para que la gente los elogie. Os aseguro que
con eso ya tienen su recompensa. Tú, por el contrario, cuando ayudes a los
necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu más íntimo amigo. Hazlo en
secreto, y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu recompensa.
Cuando oréis, no seáis como los
hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Os aseguro que con eso ya
tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora en secreto a tu Padre. Y tu Padre, que ve lo que haces en
secreto, te dará tu recompensa.
Cuando ayunéis, no pongáis el gesto
compungido, como los hipócritas, que aparentan aflicción para que la gente
vea que están ayunando. Os aseguro que con eso ya tienen su recompensa. Pero
tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bien, para que la gente no
advierta que estás ayunando. Solamente lo sabrá tu Padre, que está a solas
contigo, y él te dará tu recompensa."
Hoy, Miércoles de Ceniza empieza el
tiempo de Cuaresma. Este año, tiene un sentido especial vivirla como Cuaresma
de la Misericordia.
Jesús nos habla aquí de la entrega
a los demás, de la oración y del ayuno. Es decir, caridad, oración y
penitencia. Tres actividades que se han asociado siempre a la Cuaresma. Que
siempre debemos practicar, pero con mayor dedicación en este tiempo.
Pero lo importante de este texto
es, que estas cosas debemos hacerlas, no para quedar bien, no para que nos
vean, no para que nos alaben, sino para que lo vea el Padre.
Estas cosas deben hacerse con
misericordia, "enviando" nuestro corazón, colocándolo en las cosas,
en las personas, en nuestros actos.
Ayer hablábamos de la autenticidad.
Ser auténticos en Cuaresma es vivirla con amor. Nos entregamos a los demás
porque los amamos, no para que nos elogien. Oramos, porque nuestro corazón
está en Dios, no para que nos vean. Hacemos penitencia en secreto, porque nos
consideramos pecadores, no para alardear de santidad.
Cuaresma es el tiempo de
preparación a la festividad más importante del cristianismo: la Pascua; la
muerte y resurrección de Jesús. Su entrega total para salvarnos, para
hacernos sus hermanos y unirnos a Dios. Es un tiempo de crecimiento; pero un
crecimiento como el de la semilla, que oculta en la tierra va germinando para
devenir un árbol. Esto exige un trabajo humilde día a día. Exige que vayamos
transformando en amor todo con lo que nos relacionamos. Esa transformación de
amor es precisamente la Misericordia.
Pero la Cuaresma también es el momento para ser conscientes de la Misericordia de Dios hacia nosotros. Tiempo para considerarnos pecadores, pero también amados profundamente por Dios. Envueltos por su corazón. Es este convencimiento el que nos permitirá ser misericordiosos a nosotros.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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