martes, 12 de enero de 2016

TEOSOFÍA: LA MADRE DEL OCULTISMO MODERNO


Descubre quien era Madame Blavatsky y su odio visceral al cristianismo


La Teosofía está en la raíz de la inmensa mayoría de las sectas y movimientos esotéricos y ocultistas modernos, así como en los pilares doctrinales del movimiento de la Nueva Era y en agrupaciones tan diversas como Nueva Acrópolis, la Iglesia Universal y Triunfante, la Metafísica de Conny Méndez, o la Iglesia Católica Liberal. Conocer su historia y su doctrina nos hace comprender el espíritu común del esoterismo que hoy se ha vuelto moneda corriente en los medios de comunicación y en miles de publicaciones sobre temas espirituales de carácter mágico-ocultista.

TEOSOFÍA ANTIGUA Y MODERNA

Como la mayoría de los movimientos esotéricos, sus miembros apelan a una tradición imaginaria en el tiempo, que no tiene ninguna base histórica. Si bien el término teosofía (sabiduría de Dios o sabiduría divina) es antiguo y fue usado de diversas formas, tradicionalmente se refiere a una sabiduría que proviene directamente de Dios, como una filosofía que dejando de lado la razón y la experiencia ordinaria por ser insuficientes, y rechazando la revelación bíblica como innecesaria o ficticia, toma los materiales de las experiencias que ciertos hombres “privilegiados” pueden llegar a tener con sus solas fuerzas naturales, mediante procesos misteriosos.

Pero la Sociedad Teosófica no tiene nada que ver con la teosofía del esoterismo clásico. Fue fundada en 1875, en Estados Unidos, por un grupo de amantes de los misterios[1], el espiritismo, la pseudociencia y el esoterismo. Se apropiaron del término pero sin ninguna relación con la comprensión tradicional de la teosofía. Para ellos el “teósofo” sería el que ha adquirido el conocimiento de la divinidad. Pero no se trata de un conocimiento especulativo, sino de una “ampliación de la conciencia”, del “campo espiritual interno”.

LA FIGURA DE MADAME BLAVATSKY

Helena Petrovna Blavatsky (Helena Rottenstern), fundadora de la Sociedad Teosófica, es la figura más importante del ocultismo moderno, precursora del movimiento New Age y de una ideología esotérica anticristiana. Nace en 1831 en Yekaterinoslav (Ucrania), se casó a los 18 años con el anciano general Blavatsky y se divorció a los tres meses. Ejerció como medium espiritista y afirmó haber estado en el Tibet entre 1851 y 1858, donde habría recibido la enseñanza de la Gran Fraternidad Blanca.

En realidad en ese tiempo estuvo en Londres donde se vinculó con importantes círculos espiritistas de la época, y menciona un encuentro en Hyde Park con un “Mahatma” que le dará la misión de ser la intermediaria entre la Gran Fraternidad y la humanidad. Es complejo saber por sus escritos a dónde viajó realmente y a dónde solo “viajó” con su mente. Estuvo en Italia, en Rusia, en Inglaterra, en India, en Canadá, en México, en Egipto, pero el viaje al Tibet parece una pura invención.

Influida por una de sus conversas se trasladó a la India para enseñar su doctrina, donde fue desenmascarada como farsante por el Dr. Hodgson por los trucos espiritistas. Apasionada por el espiritismo y el ocultismo elaboró su propia interpretación esotérica de la Biblia, apoyándose en supuestas inspiraciones interiores. Anti-racionalista y anti-cristiana, formó parte de sociedades secretas y fundó, junto al coronel Olcott, la Sociedad Teosófica en 1875 en Nueva York. Estrecharon lazos con la masonería y Blavatsky pidió que se incluyeran grados de iniciación, una doctrina secreta y un distintivo.

De vuelta en Europa, en 1884 reorganiza las secciones teosóficas desmanteladas y funda la revista de habla inglesa “Lucifer” y la francesa “Lotus Bleu”. Escribe su más importante obra “La doctrina Secreta” e inicia en la teosofía a Annie Besant, secretaria y futura sucesora. En mayo de 1891, sola en su residencia en Londres, alcoholizada y abandonada por la mayoría de sus adeptos, falleció. Sus libros más conocidos son: “Isis develada” y “La Doctrina Secreta”.

EL ESOTERISTA GENÓN DESENMASCARA A LA SOCIEDAD TEOSÓFICA.

El filósofo y esoterista francés René Guenón, en su obra “El Teosofismo”, criticó duramente a Madame Blavatsky y a la Sociedad Teosófica, por sus doctrinas poco serias y “quiméricas afirmaciones”, que nada tienen que ver con el esoterismo auténtico, ni con la teosofía: “Dicha organización no procede de ninguna escuela que se ligue, ni siquiera indirectamente, a alguna doctrina de este género… sus miembros en modo alguno son teósofos, a los más, si se quiere, teosofistas”[2].

Guenón critica las invenciones históricas y doctrinales de la Sociedad Teosófica y su total desvinculación con las tradiciones esotéricas de oriente y occidente. Incluso desenmascara el pretendido “cristianismo esotérico”, porque esconde un visceral odio al cristianismo, revelado en las mismas palabras de M. Blavatsky: “Nuestro objetivo no es restaurar el Hinduismo, sino barrer al Cristianismo de la faz de la tierra”[3].

El mismo autor cita un discurso de clausura pronunciado por Annie Besant en el Congreso de Librepensadores de Bruselas en 1880, donde afirmó: “…es preciso, ante todo combatir a Roma y a sus sacerdotes, luchar por doquiera contra el cristianismo y echar a Dios de los Cielos”[4].

LOS SUCESORES: ANNIE BESANT[5] Y RUDOLF STEINER.

Annie Besant fue una de las figuras más importantes en la promoción y consolidación de la Sociedad Teosófica en todo el mundo. Militante política e intelectual, publicó más de setenta libros en tan solo siete años y escribió incontables discursos. En la India, desde su llegada a Benarés en 1891, funda el primer colegio teosófico y trabaja en diferentes causas sociales y educativas. El incidente más polémico lo tuvo cuando intentó crear un “cristianismo esotérico” y trató de convencer a un joven hindú, Krisnamurti, de que era el nuevo mesías esperado, declarándolo en 1923 el nuevo Instructor del mundo. Krisnamurti en 1929 repudió la teosofía y negó públicamente ser el supuesto “Señor Maitreya”, lo cual generó una crisis en Annie Besant, quien murió en 1933.

Rudolf Steiner, líder de los teósofos alemanes, se apartó de la Sociedad Teosófica en 1913 arrastrando detrás de sí a todos los teósofos alemanes y algunos suizos, italianos y franceses, con los que fundó la Antroposofía, una visión más secularizada y antropocéntrica de la teosofía. Para ellos todo hombre tiene la naturaleza divina. Con un trasfondo panteísta donde se evita toda alusión a Dios, el cual no puede conceder nada ni escuchar súplicas, se presenta más filosófica que religiosa, pero es igualmente una doctrina esotérica. Al igual que la Sociedad Teosófica, han copiado ritos, símbolos y doctrinas de la Masonería.

LAS DOCTRINAS DE LA SOCIEDAD TEOSÓFICA

La doctrina de M. Blavatsky revaloriza personajes legendarios e históricos, entremezclados y falseados, desde Saint-Germain hasta Francis y Roger Bacon, desde Rosencreuz hasta Proclo, Platón y Pitágoras, en la que amalgama espiritismo, ocultismo, esoterismo y elementos de diversas religiones y filosofías.

El teosofismo sostiene una doctrina exotérica (pública) y otra esotérica (oculta), reservada solo a iniciados. Quien no posea los conocimientos teosóficos es considerado ignorante y digno de compasión.

Un elemento central es la fe en los “Grandes Maestros” o “Mahatmas” y a las supuestas revelaciones de estos personajes, cuya doctrina ha de ser aceptada sin ninguna clase de reparos. Estas figuras son llamados “Instructores y Maestros de la Humanidad”, miembros de la Gran Fraternidad Blanca, supuesta organización ocultista que gobierna el mundo desde el anonimato y la invisibilidad, custodios de la antigua sabiduría.

Blavatsky enseñó que son seres excepcionales con toda clase de poderes especiales (telepatía, transportarse de un lugar a otro del planeta en instantes, etc), que han alcanzado el máximo nivel de evolución. Los teósofos serían intermediarios entre la humanidad y los “Mahatmas”.

La doctrina teosófica sobre la divinidad es panteísta, entendida como un poder universal, del que todo procede y al que todo vuelve. El dios de la teosofía no es creador. Es un dios que posee un lado material y otro espiritual y la materia es una emanación de él. No hay posibilidad de comunicarse con la divinidad, por lo tanto la oración no tiene sentido. Es solo al hombre interno, al dios interior, lo que podemos conocer y al que debemos dirigir las oraciones, entendidas como mandatos sobre la propia voluntad.

A nivel antropológico, son dualistas, y ven en el ser humano a dos seres claramente diferenciados: el espiritual y el físico. A su vez, como en toda doctrina esotérica, buscan correspondencias entre siete cuerpos de la naturaleza humana y siete planos universales. El hombre, en cuanto fragmento de la divinidad (chispa divina), tiene como principio y destino último volver a la divinidad, diluirse existencialmente en él. Esto es algo que se obtiene después de un largo proceso evolutivo de varias reencarnaciones.

También enseñan que en la humanidad han existido cinco razas: De las primeras dos, poco se sabe. Luego vinieron la lemuriana, la atlántida y la aria (superior). Éstas, a su vez, tienen sub-razas. Muchas de estas doctrinas hoy proliferan en nuevos movimientos religiosos y sectas de reciente aparición.

LOS DERIVADOS DEL TEOSOFISMO

A más de un siglo de la fundación de la Sociedad Teosófica y de incontables críticas al fraude de Blavatsky, su doctrina se ha convertido en el alma del movimiento Nueva Era y de la mayoría de las sectas y movimientos ocultistas surgidos durante el siglo XX. Gran parte de la “literatura espiritual” contemporánea de autoayuda, de corte gnóstico y metafísico, son versiones recicladas de los inventos de Blavatsky y Bessant.

BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA HERNANDO, J. (1993). Pluralismo religioso II. Sectas y nuevos movimientos religiosos. Madrid: Atenas.

GUENÓN, R. (1954). El Teosofismo: historia de una pseudorreligión. Buenos Aires: Haz.

GUERRA GÓMEZ, M. (2005). Diccionario Enciclopédico de las Sectas. Madrid: BAC.


[1] Entre sus fundadores: Madame Blavatsky, William Quan Judge, Cnel. Stelle Olcott, George Felt, Charles Sotheran y otros.

[2] GUENÓN, R. (1954). El Teosofismo: historia de una pseudorreligión. Buenos Aires: Haz. p. 8.

[3] Idem. p. 9.

[4] Idem. p. 10.


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