El arzobispo Rino Fisichella, organizador del
Jubileo de la Misericordia, explicó a Aleteia el significado de la traslación
temporal a Roma de las reliquias de san Pío de Pietrelcina y de san Leopoldo
Mandić en el mes de febrero, en el marco del Año Santo este viernes 29 de
enero.
Los fieles podrán venerar las
reliquias a partir del 3 de febrero 2016 en la Iglesia de san Lorenzo
Extramuros, una vigilia nocturna de oración será organizada en la iglesia
jubilar de san Salvador en Lauro, y el 5 de febrero serán llevadas en la
Basílica de San Pedro. Para esa ocasión se realizará una procesión que contará
con la participación de miles de peregrinos.
“El deseo del papa
Francisco es donar a todos los sacerdotes, pero especialmente a los misioneros
de la Misericordia un signo de Misericordia”, dijo Rino
Fisichella, custodio del programa jubilar.
¿Dónde se puede buscar un signo más
elocuente de Misericordia que en el padre Leopoldo y en san Padre Pío?, preguntó. El Padre Leopoldo
(1866-1942), canonizado por Juan Pablo II el 16 de diciembre de 1983 es menos
conocido que el P. Pío en América Latina y España.
El arzobispo, asimismo, reveló
detalles a Aleteia sobre la devoción
especial del Papa por el padre Leopoldo, el sacerdote tildado de
‘ignorante’.
El fraile tenía fama de santidad
en la Iglesia de Padua, donde vivió gran parte de su vida y donde se conservan
su memoria y sus reliquias.
“El Santo Padre
tiene una devoción particular por el padre Leopoldo (de origen croata). Era un
padre capuchino que donó toda su vida
al confesionario. Pero, no sólo a la confesión, sino también en la
manera de confesar; que era la misericordia”, contó.
Por casi treinta años pasó de las
diez de la mañana a las tres de la tarde en el secreto de su celda,
transformada en confesionario para miles de personas que encontraban en el
trato con él el testimonio privilegiado del perdón y de la misericordia.
Algunos de sus compañeros de
comunidad decían que era un “ignorante y de manga ancha, que absolvía a todos sin discernimiento”.
Su respuesta simple y humilde
dejaba sin palabras: “Si el Crucificado viniera a
reprocharme que soy de manga ancha, le respondería: Este mal ejemplo, me lo has
dado Tú. Yo todavía no he llegado a la locura de morir por las almas”.
Bueno, yo creo que este es el
pensamiento más profundo del Santo Padre porque la misericordia – él dice- es
la manera con la cual Dios perdona.
Es decir, Dios es cercano a cada uno y su misericordia es su capacidad de abrazarlo,
es su capacidad de perdonarlo, de enviarlo a una nueva vida”, constató.
Fisichella recordó que el Papa ha
realizado ya dos signos de su testimonio concreto de misericordia: el viernes
18 de diciembre abrió la Puerta de la caridad en el Comedor Don Luigi di
Liegro”, mientras que el 15 de enero visitó el hogar para adultos mayores
“Bruno Buozzi” en el barrio Torrespaccata, para dirigirse luego a la Casa Iride
donde estuvo con enfermos en estado vegetativo y con los familiares que los
asisten.
“Estos signos comportan un valor
simbólico de frente a tantas necesidades que la sociedad de hoy -concluyó-; buscan que
todos puedan darse cuenta de las múltiples situaciones de dificultad existentes
en nuestras ciudades, ante las que se puede ofrecer una pequeña respuesta de
atención y de ayuda”.
Walder
Ramos Díaz / Aleteia
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