"Habla Señor, que tu siervo
escucha."
Comenzamos el tiempo litúrgico
Ordinario leyendo en la primera lectura el Antiguo Testamento. Hoy, concretamente,
el pasaje en el que el joven Samuel, que duerme en el Santuario, oye la llamada
de Dios. No la reconoce. Será el anciano sacerdote Elí, quien a la tercera
llamada, reparará que es Dios quien se dirige a Samuel.
Nosotros también debemos estar atentos
a la voz de Dios. Pero seguimos sin reconocerla, porque, a pesar de lo que nos
dice claramente Jesús en el Evangelio, no acabamos de convencernos de que Dios
nos habla por la boca del necesitado, del perseguido, del pobre; por la boca de
nuestro hermano. Una voz que nos resulta molesta, porque nos saca de nuestro
egoísmo. Una voz que nos empuja a compartir, a entregarnos. Una voz que debemos
escuchar, si de verdad queremos ser cristianos y queremos que el Reino empiece
ya en este mundo.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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