El cristiano sabe muy bien que Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres...
Por: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María | Fuente: corazones.org
Todo cristiano se encuentra ante el reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Es el reto de la Navidad. El Mesías prometido no vino como se esperaba sino en pobreza radical. Al Niño Dios no lo encontramos sino en un pobre establo, acostado en un comedero de animales.
La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No
hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.
Un bebe es alguien muy hermoso, pero no es un juguete. Dar a luz no es
algo casual. Tratemos de entender la preocupación, la angustia de un joven
carpintero y su esposa al no tener lugar para el nacimiento. El parto de una
mujer es siempre algo tremendo. El parto de María fue virginal, y tuvo unas
gracias únicas que no podemos del todo comprender. Pero no por eso dejo de ser
humana. El rechazo, la falta de lugar, de agua limpia, de luz, de ropas, de
cama.... Todo eso es la pobreza que abarcó su "si".
Pobreza real. Ella aceptó llena de amor el misterio. La Virgen y San
José se llenaron íntimamente de la Luz que brilló en las tinieblas: Jesús.
Lucas 2:7 «y dio a luz a su hijo
primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían
sitio en el alojamiento».
¿Dónde encontramos a Jesús hoy? El cristiano sabe muy bien que
Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres. No puede ser solo una
visita sino todo un reto a nuestra forma de vida, una decisión de solidaridad.
Por eso el Niño Dios nos da miedo. Su invitación es muy radical. Preferimos
hacer del pesebre una linda y lejana historia romántica que armonice con
nuestra opulencia. Pero la conciencia nos sigue pinchando y no tendremos paz ni
felicidad hasta que de veras abramos el corazón.
Mateo 25:45 «Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno
de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo».
Mateo 18:10 «Guardaos de
menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los
cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos».
Mateo 10:42 «Y todo
aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños,
por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa».
¿Cómo podremos responder?
Requiere amor. Dios nos da la gracia cuando
ponemos en El nuestro corazón. Hay que meditar el Evangelio y pedir la gracia.
Entonces visitamos a los pobres. Una forma de hacerlo es por medio de alguna
comunidad religiosa que trabaje con ellos. Pero no es suficiente dar "algo" de lejos. Pidamos que nos
permitan servir con ellos a los pobres. Veremos como nace un deseo de ser
verdaderamente libres. Los pobres nos benefician mucho más de lo que nosotros a
ellos. Por medio de ellos, Dios nos abre al amor. Entonces querremos responder
a la necesidad porque el amor nos lo pide. Nacerá un gozo, el gozo de amar, de
darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Es cierto que
cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se
es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble
que antes derrochábamos el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual
porque el amor es así, se hace uno con el amado, y a los pobres hay que amarlos
si amamos a Jesús.
Si tienes una computadora, perteneces a un
pequeño grupo de los económicamente privilegiados. La mayoría de tus hermanos
no tienen ni electricidad en sus casas. Esta Navidad pídele a Jesús nazca de
veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere.
Vete a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de
Belén y veras lo que Dios hará en tu corazón.
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