El Señor limpiará tu
corazón para que pueda ser una buena tierra, en donde la palabra de Dios sea
sembrada eficazmente y de mucho fruto. El Señor te mostrará toda maleza, que
impide los buenos y abundantes frutos.
En Lucas 8:5 se encuentra la parábola del sembrador, que hace
un simbolismo sobre la palabra de Dios como una buena semilla; sobre el
sembrador como el que anuncia el mensaje; y sobre el terreno, que tipifica nuestro
corazón. Toda la parábola se centra en los tipos de terreno y no en el tipo de
semilla. Esto nos da a entender que nuestro corazón es la tierra que debe ser
apta para que la semilla pueda dar frutos. La semilla es siempre perfecta y
buena, porque es la palabra de Dios; sin embargo, los corazones que la reciben,
no siempre son una buena tierra.
En Lucas 8:15 lo describe así: “Y las semillas que cayeron en
la buena tierra representan a las personas sinceras, de buen corazón, que oyen
la palabra de Dios, se aferran a ella y con paciencia producen una cosecha
enorme”. Vemos claramente que nuestro corazón es un tierra, que es la que
recibe la semilla, si ésta tierra es buena, daremos mucho frutos, pero si
dejamos que los malos sentimientos, la dureza, el orgullo, la envidia y demás
malezas echen raíces en él, la palabra será ahogada y no podrá dar buenos
frutos. Ésta es la razón por la que muchos no pueden dar frutos, porque ciertos
malos sentimientos se interponen en su crecimiento.
Hagamos esta oración:
“Dios Padre te pido que transformes mi corazón para que pueda
tener un corazón conforme al tuyo. Abre mis ojos para desarraigar toda maleza
de hipocresía, arrogancia, dureza o cualquier otro sentimiento negativo, te lo
pido en el nombre de Jesús, amén.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario