DECLARACIÓN DE S. CARLOS BORROMEO
DECLARACIÓN
O PROTESTA PARA HACERLO
EN SALUD Y RENOVARLO EN LA HORA DE LA MUERTE
Siendo innumerables los
peligros a que está sujeta la vida humana, y conociendo, yo pecador, que he
nacido para morir, y no sé la hora; con el fin de que no me halle la muerte
desprevenido, he determinado disponerme con la ayuda de Dios; y así postrado a
los pies de mi Señor Jesucristo crucificado por mi amor, declaro a todas las
criaturas del cielo y de la tierra, que mi última voluntad es la que aquí
explico en la forma siguiente: En
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Primeramente digo, que como
fundamento de mi salvación, protesto en presencia de Dios omnipotente, de la
Virgen Santísima Madre suya, y de toda la corte celestial, que mi voluntad es
vivir y morir obediente a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana,
creyendo firmemente, como creo, todos los artículos de la fe enseñados por los
santos Apóstoles, como los propone y explica nuestra Santa Madre la Iglesia.
Así, pues, si alguna vez me ocurriere alguna cosa contra ellos, las tengo desde
luego por error y por tentación del enemigo. Y si, lo que Dios no permita, dijere
o hiciere algo que sea contrario, en virtud de esta cláusula lo revoco y anulo,
y es mi voluntad que se tenga por no dicho ni hecho.
Declaro por esta mi última
voluntad, que en mi muerte deseo recibir el santo Sacramento de la Penitencia,
confesándome enteramente de mis pecados; y si por algún accidente no me pudiere
confesar, es mi voluntad confesarme y dolerme de todos ellos, llorarlos
amargamente, no tanto por el temor de las penas eternas, cuanto por haber
ofendido al Sumo Bien, a quien debo servir y amar sobre todas las cosas, lo
cual ahora propongo firmemente con su divina gracia todo el tiempo que me resta
de vida.
Es mi voluntad recibir también el
Santo Viático; y si por alguna causa no pudiere ser, declaro que mi voluntad es
recibirle a lo menos espiritualmente, adorando de corazón a mi Señor Jesucristo
Sacramentado, y suplicándole que se digne acompañarme en tan peligroso Viaje,
defenderme de los enemigos infernales, y llevarme al puerto seguro de la eterna
bienaventuranza.
Declaro asimismo que mi voluntad
es pasar de esta vida habiendo recibido el Sacramento de la Extremaunción; y no
pudiendo recibirle, ruego a mi Dios y Señor se digne ungirme con el óleo santo
de su misericordia, perdonándome los pecados que cometí con los cinco sentidos
corporales.
También es mi voluntad acabar la
vida esperando de la infinita misericordia de Dios el perdón de todos mis
pecados, y la salvación de ni alma, teniendo como tengo por infalible la
palabra de mi Señor Jesucristo, que dijo: No he venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores
Confieso que aun las obras buenas
las hice siempre con muchas imperfecciones y negligencias, y para que el
demonio quede confuso, declaro que no presumo por solas mis obras merecer el
cielo, sino principalmente por los infinitos merecimientos y preciosa Sangre de
mi Señor Jesucristo, derramada por mi salvación eterna.
Es mi voluntad padecer con
paciencia y conformidad, hasta el último aliento de mi vida, en unión de lo que
mi divino Salvador padeció por mí, cualquier enfermedad y dolor que Dios me
envíe; y si por fragilidad y miseria caigo en alguna impaciencia a queja
inmoderada, desde ahora me arrepiento de la culpa y mal ejemplo que de, sea de
obra, sea de palabra, rogando A Dios que no me desampare en aquel peligroso y
ultimo trance.
Perdono todas las injurias que me
hayan hecho los hombres, rogándoles que también ellos me perdonen a mí; y a
Dios que de ellas no les tome cuenta, sino que los ayude y asista con su
gracia, usando con todos de indulgencias y piedad.
Doy gracias al Señor por todos
los beneficios que me ha dispensado, así espirituales como temporales,
particularmente por los de la creación, redención y vocación a su santo
conocimiento, y también por haberme hasta ahora esperado a penitencia, habiendo
merecido que me castigase mil veces con penas eternas. Sea para siempre bendita
su bondad y misericordia.
Deseo que de esta mi última
voluntad sea ejecutoria la Gloriosísima Virgen María, abogada de pecadores, el
glorioso patriarca San José, y mis principales abogados y protectores, San N. y
San N., a los cuales ruego que me favorezcan en aquella hora, pidiendo al Señor
se digne por su infinita clemencia recibir mi alma en la paz eterna de los
Santos.
Constituyo y nombro por defensor
de mi alma al Santo Ángel de mi guarda, en el tribunal de Dios, cuando se vea
mi causa, y se pronuncie sentencia definitiva, rogándole, que pues nuestro
Señor le encomendó mi alma, poniéndola bajo su tutela y amparo en esta vida, la
proteja y coloque por sus manos en las moradas eternas de la gloria.
Ruego por las entrañas de
Jesucristo a todos mis parientes y amigos, que me ayuden con oraciones y obras
satisfactorias, y especialmente con el santo sacrificio de la Misa, como medio
entre todos el más eficaz, para que si, por la misericordia de Dios, fuere mi
alma destinada a las penas del Purgatorio, se libre pronto de ellas, y vuele a
gozar de la vista de Dios; que yo les ofrezco no ser ingrato a tan gran
beneficio.
Finalmente, rindiendo humildes
gracias al Señor, por haberme hasta ahora conservado la vida, protesto y
declaro ser mi ánimo aceptar la muerte en cualquier modo y hora en que me la
mande, recibiéndola humildemente en satisfacción de mis pecados, y conformando
en esto y en todo mi voluntad á la suya santísima y amabilísima, de la que
rendidamente le suplico no permita que me aparte jamás. Amén.
San
Carlos Borromeo
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