María Salomea
Skłodowska-Curie, conocida habitualmente como Marie Curie, (1867-1934), fue una física,
matemática y química polaca, nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la
radiactividad, fue, entre otros méritos, la primera persona en recibir dos Premios
Nobel en distintas especialidades, Física y Química, y la primera mujer en ser
profesora en la Universidad de París.
Nació en Varsovia (Zarato de
Polonia, Imperio ruso), donde vivió hasta los 24 años. En 1891 se trasladó a
París para continuar sus estudios. Fundó el Instituto Curie en París y en
Varsovia. Estuvo casada con el físico Pierre Curie.
Hija de padre ateo y madre
católica, fue criada con los principios de la fe materna. Tras la muerte de su
hermana a causa del tifus y de su madre por la tuberculosis, la joven terminó
por abandonar el credo familiar, convirtiéndose en una agnóstica, o sea, una
persona que considera que la existencia de Dios es incognoscible.
24 de agosto
(Respecto a la
señora Curie).
Dice Jesús: «Son criaturas humanamente perfectas. En ellas todo ha alcanzado la
perfección, excepto su espíritu que ha retrocedido cada vez más hasta hacerse
un embrión de espíritu. Tienen un genio perfecto, una seriedad perfecta, una
honestidad perfecta, una humildad perfecta. Todo humanamente perfecto. Su
virtud es llama que no calienta. Es fuego frío. No tiene valor para Mí.
Prefiero una espiritualidad
imperfecta a una humanidad perfecta. Tanto fulgor de perfección humana es como
la luminosidad de 100, de 1000 lámparas en arco. Dan luz; es innegable. Pero es
luz artificial que, si un pequeño mecanismo se estropea, muere enseguida y no
queda nada de ella.
Mientras el espíritu, aunque
sea imperfecto, es siempre un pequeño sol viviente con luz propia que brota de
la Gracia que está en él. Hablo del espíritu vivo, es decir, viviente en Mí,
vivificado por la Gracia. El haber poseído una inteligencia superior que les ha
permitido adentrarse en los misterios de la naturaleza, también debería
haberles llevado a ver la potencia de Dios y su existencia cuyo ser está
escrito en todas las cosas creadas. En cambio nada de esto.
Son seres llenos de ciencia,
pero faltos del hilo que lleva al conocimiento de cuanto existe. Inventores de
lo nuevo, pero negadores de lo eterno. Descubridores de fuerzas secretas, pero
indiferentes a la Fuerza de las fuerzas: Dios.
Esto no lo buscan, mejor
dicho voluntariamente lo niegan. O por lo menos lo descuidan. Y por esto la
ciencia humana, innegablemente avanzada, no da frutos buenos sino envenenados.
Falta en el corazón y en la mente de los científicos el fuego del amor que hace
respetar y amar a Dios, que hace respetar y amar al prójimo.
En el caso concreto, esa
mujer no dañó, más bien benefició a los hermanos. Es ya mucho. Pero reflexiona
sobre el impulso que hubiera imprimido a su escuela, a sus discípulos y a los
discípulos de los discípulos si al encanto de su yo hubiera unido una
religiosidad profunda.
Cree también, alma mía, que
en la hora del juicio aparecerán más grandes pequeñas criaturas iletradas que
no lumbreras de la ciencia. Las primeras encendidas por el amor, serán vivas
estrellas en mi cielo. Las demás, aunque no las condenaré, por el bien que
humanamente han cumplido, serán simplemente nebulosas en mi Paraíso.
Serán los salvados por mi
Misericordia sin ningún mérito por su parte, salvados más que por ellos mismos,
por las oraciones de los beneficiados por ellos.
Ahora dime: ¿prefieres ser una pequeña nada en el campo del saber y
ser mía, muy mía en ésta y en la otra vida, o te hubiera gustado ser astro aquí
abajo y opaca nebulosa allí arriba? Sé ya tu respuesta y por esto te
digo: "Has respondido sabiamente. Va en
paz"».
MARIA VALTORTA, CUADERNOS
DEL 43.
Foros
de la Virgen María
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