jueves, 12 de noviembre de 2015

LA BIBLIA, PALABRA HUMANA Y MENSAJE DE DIOS


Cuando estudiamos la verdad en la Biblia es preciso centrarnos en este preciso motivo: ¿qué es lo que comunican los diversos escritos bíblicos sobre Dios y su proyecto de salvación?

El nº 11 de la Dei Verbum, es decir la Constitución sobre la Divina Revelación del Concilio Vaticano II, empieza con la siguiente afirmación: “La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito por inspiración del Espíritu Santo”. Pero ello nos presenta el problema de quién o quienes es o son sus autores. Según la fe de la Iglesia estos escritos están inspirados, es decir, tienen por autor a Dios. Esto significa creer que los libros bíblicos han sido escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, que es el autor principal, quien para su redacción se ha servido de hombres escogidos por Él.

La Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito. Pero es evidente que la Biblia ha sido escrita por escritores humanos, como cualquier otro libro. Estos autores humanos no son simples grabadoras o copistas que escriben lo que Dios les dicta, al modo como los musulmanes piensan que se escribió el Corán, sino son auténticos autores y hombres de su tiempo, con una mentalidad y cultura determinada. Los autores humanos escriben con palabras humanas y las limitaciones propias de ellos, como pueden ser en ocasiones la pobreza gramatical o la deficiente expresión literaria, o de su época, como algunas afirmaciones sobre los astros, las plantas y la vida animal o humana, que los progresos de las ciencias han demostrado ser erróneas.

Ellos escriben como hombres que son, y a través de su obra Dios nos va dando a conocer progresivamente su Revelación. A través de la Biblia Dios nos dice lo que quiere decirnos, es decir nos da a conocer su mensaje y la verdad religiosa. Para un creyente los libros de la Biblia contienen el plan de Dios para salvar a la Humanidad. La Biblia es a la vez Palabra de Dios y Palabra humana, o como alguien escribió la Biblia es palabra humana y mensaje de Dios. Y como Dios es incapaz de engañarse ni de engañarnos, lo que la Biblia dice es verdad. Pero ¿cómo hemos de entender esto? Por ello, cuando estudiamos la verdad en la Biblia es preciso centrarnos en este preciso motivo: ¿qué es lo que comunican los diversos escritos bíblicos sobre Dios y su proyecto de salvación?

El tema principal y dominante de la Biblia es Dios y su plan de salvación sobre los hombres. El número 12 de la Dei Verbum, del Concilio Vaticano II, nos habla de cómo hay que interpretar la Biblia. La Biblia se escribió a lo largo de unos once siglos. Tras la toma de Jerusalén por David, hacia el mil antes de Cristo, los hebreos dejan de ser un pueblo nómada, se hacen sedentarios y necesitan escribientes. A poco empezó la Biblia. Sus libros, setenta y tres en total, pertenecen 46 al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo, con muy diversos autores y géneros literarios. Por supuesto que no puede ser el mismo tipo de verdad el de una poesía que el de una narración histórica. Por tanto es importante comprender en qué género literario está escrito el libro y utilizar unas cuantas ciencias humanas como auxiliares, por ejemplo la crítica textual, con objeto de determinar el texto original o acercarnos en lo posible a él, porque no hay que olvidar que en aquella época no existía la imprenta.

Desde siempre se sabía que los libros del Nuevo Testamento han llegado a nosotros en muy buenas condiciones y hoy, gracias a los Manuscritos del Mar Muerto o de Qumram, podemos afirmar lo mismo de los del Antiguo. Está claro que la Historia, la Arqueología y otras muchas ciencias son también muy importantes para estudiar y conocer mejor la Biblia. Es por supuesto importante conocer el género literario con el que está escrito el libro o texto que queremos conocer e interpretar, así como aceptar que la última palabra en la interpretación de la Biblia corresponde al juicio definitivo de la Iglesia.

La verdad que encontramos en la Sagrada Escritura concierne esencialmente a Dios y su relación con los seres humanos. Sin embargo, la verdad presente en los textos sagrados no siempre es fácilmente reconocible. La Biblia nos va a permitir ver cómo un pueblo ha ido descubriendo poco a poco a través de los acontecimientos de su Historia a su propio Dios y luego cómo los primeros cristianos llegaron a descubrir quién era Jesús.

Pero se nos ocurre una objeción: ¿quién nos garantiza que esos intérpretes y luego el Magisterio de la Iglesia no se engañaron? Es una objeción importante ante la que el creyente sólo tiene una respuesta: “El Espíritu Santo está detrás”. Dice Jesús en la Última Cena: “El Espíritu de la Verdad os guiará hasta la Verdad plena” (Jn 16,13).

En resumen, para el creyente la Biblia tiene dos autores: por una parte Dios, por otra los autores humanos.

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