LIMA, 01 Nov. 15 / 06:05 pm (ACI).-El P. Carlos Rosell, rector
del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo de la Arquidiócesis de Lima (Perú),
explicó cuál es el trato correcto que deben tener los fieles para con sus
difuntos, y explicó que el “llamar” a los
difuntos para tratar de hablar con ellos es un pecado.
En declaraciones a ACI Prensa, el también miembro de la Comisión Arquidiocesana
Para la Doctrina de la Fe de la Arquidiócesis de Lima, señaló que la palabra “espíritus” es un término muy amplio, que incluye
incluso a los ángeles, buenos y malos, así como a los difuntos.
“Cuando se dice voy a evocar espíritus podría
entenderse ‘voy a evocar a los ángeles caídos’, pecado muy grave, pero también
‘voy a evocar a mis difuntos’, pecado grave”, advirtió.
El P. Rosell señaló que “lo que uno debe hacer
con sus difuntos es rezar por ellos y punto. Todo lo demás viene del maligno”.
Lo que la Iglesia nos enseña sobre
el “más allá”, dijo el sacerdote peruano, es “a invocar a los santos, que son
nuestros amigos, sobre todo a pedirles mucho a pedirle mucho a la Virgen María
Nuestra Madre para que vivamos en Gracia de Dios”.
“También la Iglesia nos enseña a ofrecer la
Santa Misa
por nuestros difuntos”, recordó.
“Nosotros podemos ayudar a las almas del purgatorio rezando por
ellas, es lo que se llaman los sufragios. Y también la Iglesia nos habla del infierno no para meternos
miedo sino para decirnos que podemos perder el cielo si usamos mal
nuestra libertad”, señaló.
El P. Rosell advirtió también que “quienes hacen
lo que se denomina la evocación de espíritus están jugando a ser Dios. Dios es
el Señor del más allá, y la manera correcta de relacionarnos con los difuntos
no es a través de la evocación, es a través de la oración”.
“Si son santos los invocamos para que nos
ayuden”, explicó, mientras que “si no sabemos si nuestros difuntos están en el
cielo, lo que debemos de hacer es rezar por ellos, sobre todo ofrecer la Santa
Misa”.
“Esa es la manera correcta de relacionarnos con
el más allá”, aseguró el rector del seminario de Lima, pues “otras formas de
relacionarnos con nuestros difuntos, como el espiritismo, son puertas abiertas
para llamar al maligno”.
“El maligno se sirve de esas técnicas de
invocación para entrar en la vida
de una persona y arruinarla”, señaló.
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