Lo terrible sería morir y descubrir que uno mismo es el único condenado
al infierno. Sabemos que eso no es así, porque Jesús nos habló de los colocados
en el lado izquierdo, de los ángeles réprobos arrojados al lago de fuego. Ahora
bien, ¿nos podemos hacer una lejana idea de la desolación que tendría un ser si
descubriera que tras toda la Historia Humana y tras toda la Historia Angélica
es él el único condenado entre los hombres y los demonios? ¿Nos podemos ni de
lejos imaginar lo que sería una eternidad en la más absoluta soledad sin poder
dejar de existir?
P. FORTEA
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