"Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla".
Jesús envía a 72 discípulos a recorrer los pueblos
anunciando la Palabra. Es consciente de que son pocos. Si observamos el número
de vocaciones actuales nos puede invadir el pesimismo. Hay quien dice que ser
religioso ya no tiene sentido. Para qué tener congregaciones dedicadas a la
salud, si esto ya lo hace la Sanidad Pública. Para que tener escuelas si existe
la Escuela Pública. Los jóvenes pueden pensar que no vale la pena hacerse
religioso si pueden hacer lo mismo sin los inconvenientes de serlo. No me
pondré a discutir ahora de que la escuela no es sólo para aprender, sino para
educar y formar hombres y una escuela cristiana tiene derecho a existir y a ser
concertada, porque los padres que envían allí sus hijos también pagan
impuestos. No discutiré tampoco que la Sanidad, además de curar enfermedades ha
de tomar al enfermo como un todo, como una persona y no como una enfermedad y
que ahí tiene un lugar la pastoral sanitaria.
Creo que el problema de la falta de vocaciones es
más profundo. Hemos perdido el Espíritu. Los religiosos somos muertos
vivientes. A mí me gusta meditar Ezequiel 37, 1-14. Israel se encuentra en el
destierro de Babilonia. Lo han perdido todo, son perseguidos. Ezequiel tiene
una visión. Se encuentra en un valle lleno de huesos. El Señor hace entrar su Espíritu
en esos huesos, que se juntan y se recubren de nervios y de carne. El soplo del
Espíritu les confiere vida y forman una multitud que podrá dejar el exilio y
volver a su tierra.
Los religiosos debemos recobrar el Espíritu y
volver a los niños, jóvenes y personas más necesitadas, a los que nunca debimos
abandonar. El día que el Espíritu nos mueva, volveremos a tener vocaciones.
Rezamos pidiendo a Dios buenas vocaciones. Debemos rezar también para que el
Espíritu habite en nosotros y nos dé Vida.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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