La ciencia muestra que hay una
inteligencia detrás del universo.
El neo darwinismo hoy se
sostiene sólo ideológicamente para mantener firme el edificio del materialismo,
pero en rigor, sus tesis son científicamente insostenibles, porque por ejemplo,
la eternidad no es suficiente para producir el nacimiento de la complejidad de
la vida. Y ni que hablar la maravilla del cuerpo humano.
Debe haber un diseño
inteligente detrás de todo.
Lamentablemente en las últimas
décadas se ha propagado la idea que el conocimiento contenido en la Biblia hay
que interpretarlo exclusivamente en clave simbólica, al punto que son conocidos
los sacerdotes y teólogos católicos que incluso niegan los milagros y
sanaciones de Jesús, por ejemplo.
La explicación de la creación del mundo por la mano de Dios es algo que
no acepta la mayoría de los científicos, sin embargo la teoría del big bang – cada vez más aceptada –
realmente sugiere que una fuerza externa desató la creación.
Y aunque más difícil es
aceptar que el mundo se hizo en 6 días y tan sólo hace 6000 años. Sin embargo una teoría de un
científico judío hace compatible las dataciones del universo con las del
Génesis.
LA EXPANSIÓN CON EL BIG BANG
IMPLICA UN INICIADOR
Las observaciones realizadas para medir la radiación de fondo – una
señal que, según los científicos, procede del mismísimo origen del tiempo –
mostraría que el universo
habría nacido tras una gran explosión (Big Bang) que vino precedida de una
“inflación” acelerada.
Algunos expertos científicos cristianos creen que el descubrimiento de
las “ondas
gravitacionales”, proporciona una confirmación para el relato bíblico de la creación mediante el apoyo a la teoría
del “big bang”.
“La
Biblia fue la primera en predecir la cosmología del Big Bang”, según Hugh Ross, presidente y fundador de Reasons to Believe, una organización creacionista que cree que el
cristianismo y la ciencia se complementan.
En una entrevista con The Christian Post, Ross explicó que la detección de ondas
de gravedad de la rápida expansión del universo, conocido como “inflación”, demuestra que
“cuando el universo tenía una billonésima de billonésima de billonésima
de segundo de edad, se expandió más rápido que la velocidad de la luz”.
Leslie
Wickman,
director del
Centro de Investigación en Ciencias de la Universidad Azusa Pacific , dijo que
“la evidencia de la gran explosión, en general, nos dice que hubo un
comienzo”, y “si
hubo un principio, por la simple lógica de causa y efecto, tendría que haber un
iniciador”.
Wickman también cree que la teoría del Big Bang es compatible con la
cosmovisión cristiana.
“Si nos
fijamos en la historia científica, la teoría que persistió antes del Big Bang fue la teoría del estado
estacionario del universo, que encaja muy bien con la famosa frase de Carl
Sagan: ‘el universo es todo lo que alguna vez fue, todo lo que es y todo lo que
siempre será’”, dijo.
Al
sugerir un comienzo concreto, el Big Bang hace alusión a la creación, en lugar del universo eterno,
según lo propuesto por Sagan y presentado en la serie “The Cosmos”, dijo.
“Una de mis pasiones en la vida es conseguir que la gente entienda que no tenemos que elegir entre la
ciencia o de la fe. Usted puede ser un buen científico y un cristiano
fiel”, añadió
Wickman.
Stephen
Meyer, director
del Centro para la Ciencia y la Cultura en el Discovery Institute y autor del
New York Time best-seller La duda de Darwin: El Origen de explosivos de la
Vida Animal y el caso del diseño inteligente, dijo que él también cree que
“la teoría del Big Bang es
compatible con una comprensión bíblica de la creación.”
Meyer sugiere incluso que la evidencia reciente de la inflación es compatible con la
representación bíblica de un universo en expansión.
“Parece repetirse en el Antiguo Testamento, tanto en los profetas como
en los salmos, que Dios
estiró o extendió los cielos”, y señaló que hay “al menos
una docena de referencias” a esta idea en la Escritura.
“El espacio se expandió muy rápidamente, y esto es una evidencia
adicional del apoyo a la inflación”, dijo, refiriéndose al estudio.
SIN EMBARGO HAY DESACUERDO
ENTRE CIENTÍFICOS CRISTIANOS
No todos los cristianos que practican la ciencia creen que el Big Bang
es compatible con el relato bíblico de la creación.
Danny
Faulkner,
un profesor
de astronomía en el Museo de la Creación, que tiene un doctorado en este campo,
dijo, “mi problema con
el big bang es que no es
bíblico”.
Faulkner cree en una
interpretación literal de los “días” de 24 horas del Génesis 1, y afirma que el
universo tiene sólo 6.000 años, mientras que el modelo del big bang estima la
edad del universo en miles de millones años.
“En la Biblia vemos la tierra estaba allí desde el principio, y las estrellas llegaron más
tarde”, dijo.
También sugirió que los cristianos no deben tratar de integrar una cosmovisión bíblica con
los descubrimientos científicos, ya
que la ciencia cambia a menudo.
“Cuando los cristianos han tratado de incorporar el pensamiento
cristiano en las teorías de la época, los cambios de paradigma desacreditaron
la Palabra.”
“El problema es que la gente está tratando de interpretar la Biblia en
términos del pensamiento actual de la cosmología, en lugar de hacerlo al revés”, explicó Faulkner.
Incluso sostuvo que el descubrimiento científico de ondas gravitacionales puede ser
el resultado de la necesidad del modelo del big bang para la inflación.
“Si la
inflación no fue así, entonces el modelo del big bang está en un verdadero
problema”, por lo que “ha habido un juicio apresurado por muchas personas.”
UNA RESPUESTA A LOS CRÍTICOS DESDE EL CRISTIANISMO
En respuesta, Meyer afirmó que él entiende la nota de advertencia, pero
añadió que
“el apoyo para un universo finito ha sido construido desde la década de
1900.”
Él también dijo que “es muy extraño para las personas desde una
perspectiva creacionista negar una teoría que dice que el universo comenzó de
la nada física”
Ross también citó las
Escrituras para argumentar en contra de los seis días literales de 24 horas de
la creación, y citó Hebreos 4, Juan 5 y el Salmo 95 para
apoyar su punto de vista de que la
humanidad está viviendo en el séptimo día de la creación.
Según el Génesis 1, Dios hizo al hombre, varón y mujer, en el sexto día.
Ross cree que esto significa que el
sexto día debe haber sido un largo período de tiempo debido a que el
Génesis 2 narra que Adam tendió el jardín, dio nombre a los animales y se dio
cuenta de que estaba solo ante Dios y creó a Eva.
Meyer también destacó tres grandes descubrimientos científicos en el siglo pasado que apoyan el
relato bíblico de la creación:
- el Big Bang, que dice: “el universo tuvo un principio”;
- “la sintonía fina antrópica del universo”, que afirma las normas
de trabajar la materia de un modo más adecuado para la vida humana;
- y la evidencia de las propiedades portadoras de información del
ADN, un tipo de conocimiento que tienen los bloques básicos de la vida.
También comentó sobre su artículo, “El regreso de la
Hipótesis de Dios”, que dijo
que sólo el
teísmo, no el deísmo o el panteísmo o el materialismo, pueden dar cuenta de
estos nuevos descubrimientos.
A continuación se muestra un video de Reason to Belive acerca de
la teoría del Big Bang:
Pero ahora veamos el otro tema, la creación del universo en 6 días y
hace 6000 años.
¿PUEDE SER VERDAD QUE DIOS
CREÓ EL MUNDO LITERALMENTE EN SEIS DÍAS?
Para
muchos puede sonar un delirio o hasta fanatismo sobrenatural, siquiera el planteo de que los
seis días que llevó la creación a Dios – relatada en el Génesis – tenga asidero
real, pueda ser demostrable.
Veamos la explicación del Dr. Schroeder, un científico israelí, que deja
a muchos estupefactos al plantear: ¿y si fuera verdad que Dios creó el mundo, literalmente, en seis días?
El
doctor Gerald Schroeder se presenta como poseedor de dos doctorados, uno de
ellos en física nuclear y el otro en oceanografía, además de estudios avanzados
en químicas y ciencias planetarias nada menos que por el Instituto Tecnológico
de Massachusetts. Es miembro de la Comisión de la Energía Atómica de los
Estados Unidos. Vive en Jerusalén, y alterna su enseñanza de la física con el estudio de los textos bíblicos. Ha escrito dos libros traducidos a varios
idiomas, en los que estudia aspectos de la ciencia relacionados con la
religión. Huelga decir que profesa el judaísmo.
TIEMPO Y RELATIVIDAD
Veamos:
la tesis de Schroeder es que cuando en el
Génesis se afirma que Dios creó el mundo en seis días, eso fue exactamente lo
que ocurrió.
Para defender esto, lo primero que hay que comenzar por admitir es que el tiempo es distinto para Dios
que para nosotros, lo cual no presenta ninguna dificultad.
Desde el punto de vista religioso, ya dice el rey David que “para Dios un día son mil años”, algo
de lo que se hará eco san Pedro cuando afirma que “delante del Señor mil años son un día y un día son mil años”. San Agustín también asegura que el tiempo es
un atributo del universo; no se creó el universo en el tiempo, sino conteniendo
el tiempo. La ciencia occidental llegará a esa concepción con la teoría de la
relatividad, unos mil quinientos años después que san Agustín.
Las explicaciones clásicas del judaísmo también presuponen una creación
del tiempo, como deduce el talmudista y cabalista judeohispano Nahmánides en el
siglo XIII. Para dicho filósofo, el tiempo fue creado el primer día por Dios. Nahmánides incluso avanza que antes del universo no hubo nada, hasta que apareció
un grano minúsculo, que fue la única creación física, y que contenía todo lo
que habría de desarrollarse más tarde. La expansión del grano creó la materia. Notable
intuición, sin duda.
Einstein demostraría que el universo tiene 15.000 millones de años, sí, pero solo visto desde la posición en la que
nosotros estamos.
En otros lugares, el tiempo
transcurre de modo distinto, más lento o más rápido. Basándose en este hecho, por lo demás irrebatible, el doctor Schroeder
considera que las coordenadas
espacio-temporales a las que se refiere el texto del Génesis son diferentes a
las nuestras. De este modo explica lo sucedido.
Para empezar, el
universo era más pequeño, como es lógico, pues se ha ido expandiendo; y con el
espacio lo ha hecho el tiempo.
Este hecho es de vital importancia para lo que el doctor Schroeder se
propone explicarnos. Y para ello, cita un ejemplo: supongamos que el primer día de la Creación desde un
punto determinado, muy alejado de nosotros, envían un haz de luz en nuestra
dirección. Al segundo siguiente, mandan otro haz y al siguiente, otro más. Y
así durante un buen rato.
¿Recibiremos
nosotros esos haces de luz, miles de millones de años más tarde, separados por
un segundo?
La respuesta
es que no. El universo sigue su expansión durante los miles de millones de años
que tarda la luz en llegar, por lo que cuando la luz alcanza nuestro planeta,
el tamaño del mismo ha aumentado enormemente: la consecuencia es que cada haz de luz está separado del que lo sigue por muchos millones de
años.
UNA CUESTIÓN DE PERSPECTIVA
Del mismo modo, visto desde hoy -prosigue Schroeder- el universo tiene 15.000 millones de años,
pero bien pudiera ser que, desde un cosmos mil millones de veces más pequeño,
ese tiempo fuera de seis días.
¿Pudiera ser? La cosmología actual -esto es, la explicación del universo
a partir de la física- nos dice que existe una relación aproximada, entre el tiempo al comienzo del universo
y el actual, de un millón de millones.
Lo que equivale a un uno seguido de doce ceros.
Si esa idea la proyectamos a
los seis días del Génesis, nos encontramos con seis millones de millones de
días. Una interesante cifra que nos da, al dividirla por 365, la curiosa
cantidad de 16.000 millones de años. Si tenemos en cuenta que la ciencia
actual calcula la creación del universo hace unos 15.000 millones de años, la
similitud resulta notable.
La transposición del tiempo del origen al actual nos proporciona unos
datos no menos contundentes. El primero
de los días bíblicos -como todos los demás- duró 24 horas, lo que equivale a
unos 8.000 millones de años desde nuestra perspectiva.
Dada la expansión del universo, el segundo día representa en realidad la mitad, esto es, unos 4.000
millones de años. Esto resulta que cada vez que el universo duplica
su tamaño, el tiempo se divide a la mitad; cuando el universo era pequeño, se
duplicaba más rápidamente.
Así que el tercer día dura 2.000
millones de años aunque, desde la perspectiva originaria, sean las mismas 24
horas. El día siguiente son solo
mil millones, y el quinto quinientos. Por fin, el último de los días, el sexto,
el total de años es de doscientos cincuenta millones. La suma de este tiempo
nos da una cifra de 15.750 millones de años, lo que nos acerca aún más a lo que
estima la ciencia actual.
Para
el doctor Schroeder, no se trata solo de la coincidencia de los eones transcurridos
-desde la creación del mundo hasta nuestros días- con los seis días bíblicos.
Es, también, la sucesión de los acontecimientos narrados en el relato del Génesis.
Así, la aseveración de que en el principio la tierra era
un caos (“una soledad caótica” en la que “las tinieblas cubrían el abismo”) se
corresponde perfectamente con la descripción que la geología nos hace de nuestro planeta en sus primeras etapas, el
periodo arcaico. Del mar,
en efecto, salió la vida animal, tal y como lo explica la Biblia, que colonizó la tierra, igual que hoy pensamos
que sucedió a la luz de la ciencia.
Sin embargo, es curioso que el Génesis diferencie entre la aparición de los animales a partir del medio
marino y la de los vegetales, y que
para estos suponga una procedencia distinta.
Mientras que los peces y las aves poblaban la tierra, los animales
superiores aparecen mucho más tarde, el día quinto. En vísperas, pero antes,
que el ser humano. El ser humano es el
fin de la Creación, según los textos sagrados, mientras que la ciencia hoy nos
dice que la evolución parece haberse detenido con la aparición del ser humano
y que no va a tener lugar ninguna evolución humana en sentido biológico, sino
en todo caso, cultural.
El autor afirma que si se lee la Biblia a la luz de los conocimientos
científicos, se observa cómo existen increíbles coincidencias.
EL AZAR NO ES CAUSA DE NADA
De hecho, aunque no lo formula de esta manera, el doctor Schroeder admite la teoría de la evolución sin
la más mínima duda. Lo que rechaza explícitamente es el carácter ciego del proceso evolutivo preconizado
por el neodarwinismo, explicación que hoy sigue ocupando las cátedras del mundo
occidental.
El
azar, afirma, no puede ser la causa de las mutaciones que regulan la evolución
de la vida.
La
probabilidad de que las mutaciones aleatorias puedan haber producido formas
viables es mínima. Por ejemplo, para construir las proteínas, por cada elección
correcta hay 10 elevado a 254 elecciones incorrectas, en el mejor de los
supuestos para el neodarwinismo (la proporción real es mucho más baja).
En
esa línea que considera imposible que el azar sea causa de nada de lo existente, el doctor Schroeder se apoya
en las palabras del profesor de Duve, una de las autoridades más respetadas en
este terreno:
“Si tú comparas la probabilidad
del nacimiento de una célula de una bacteria con el montaje aleatorio de sus
átomos, la eternidad no será suficiente para producir una… Enfrentado con la
enorme suma de aciertos, uno podría legítimamente preguntarse en qué medida
este éxito está realmente escrito en la estructura del universo”.
Schroeder
fustiga duramente a quienes sostienen el neodarwinismo a estas alturas, y se pregunta
qué es lo que hace que se siga defendiendo el paradigma neodarwinista. La
respuesta que encuentra es que se trata de razones puramente ideológicas;
porque se corresponde con una visión materialista de la existencia y de la
vida.
Gerald Schroeder termina sosteniendo que
“el azar no puede haber sido la fuerza conductora detrás del éxito de la
vida. Nuestro entendimiento de las
estadísticas y de la biología molecular claramente apoya la idea de que debe
haber habido una dirección y un Director detrás de la vida”.
EL DISEÑO INTELIGENTE
En los últimos años, han saltado a los medios las propuestas de
científicos e intelectuales de corte ‘creacionista’, especialmente en Estados
Unidos, donde la polémica ha acompañado su irrupción en la escena cultural.
Pero no debemos perder de vista que dicho creacionismo ha venido ligado al protestantismo y al
islamismo, principalmente.
Este creacionismo fundamentalista cristiano o musulmán es, en realidad,
un fijismo según el cual Dios
habría creado todo lo existente, y por tanto cada especie animal, de un modo
particular como un acto específico de su voluntad. Por tanto, la evolución
carecería de sentido.
Existe un peculiar creacionismo según el cual la
evolución no es más que el despliegue del ‘programa vida’ que está codificado
desde que la propia vida apareció hace 500 millones de años, durante la
explosión cámbrica. La evolución sería el método que habría dispuesto una
inteligencia superior para esa expresión de la vida, manifestada en el
funcionamiento de los organismos vivos. Se trata del llamado ‘diseño
inteligente’.
El
catolicismo, en cambio, no se opone en modo alguno -ni ahora ni antes- al
evolucionismo,
y menos aún
a la teoría del Big Bang -elaborada por un sacerdote católico-, sino que hasta
los acoge con entusiasmo.
Lo que todos ellos comparten, eso sí, es el cuestionamiento del
neodarwinismo académico imperante con su insistencia en la ausencia de
teleología alguna y su defensa del carácter ciego y aleatorio del proceso
evolutivo.
Fuentes:
- https://apologista.wordpress.com/2012/04/13/cuantos-anos-tiene-la-tierra-segun-la-biblia-y-la-ciencia/
- http://verdadyfe.com/2015/03/12/edad/
- http://www.christianpost.com/news/big-bang-gravity-wave-discovery-supports-biblical-creation-say-old-earth-creationists-116363/
- https://www.biblegateway.com/blog/2015/04/god-of-the-big-bang-an-interview-with-leslie-wickman-rocket-scientist/
- http://lacienciaysusdemonios.com/2012/01/31/critica-a-44-hechos-cientificos-corroborados-por-la-biblia-v/
- http://www.periodistadigital.com/ciencia/educacion/2012/02/05/-y-si-fuera-verdad-que-dios-creo-el-mundo-literalmente-en-seis-dias-.shtml
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