"Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
– Maestro, queremos que nos hagas el
favor que vamos a pedirte.
Él les preguntó:
– ¿Qué queréis que
haga por vosotros?
Le dijeron:
– Concédenos que en tu reino glorioso
nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Jesús les contestó:
– No sabéis lo que
pedís. ¿Acaso podéis beber esa copa amarga que voy a beber yo, y recibir el
bautismo que yo voy a recibir?
Ellos contestaron:
– Podemos.
Jesús les dijo:
– Vosotros beberéis
esa copa amarga y recibiréis el bautismo que yo voy a recibir, pero el que os
sentéis a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo. Les será
dado a aquellos para quienes está preparado.
Cuando los otros diez discípulos
oyeron todo esto, se enojaron con Santiago y Juan. Pero Jesús los
llamó y les dijo:
– Sabéis que entre
los paganos hay jefes que creen tener el derecho de gobernar con tiranía a
sus súbditos, y sobre estos descargan los grandes el peso de su autoridad. Pero
entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre
vosotros, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el
primero, que sea esclavo de todos. Porque tampoco el Hijo del hombre ha
venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la
libertad de todos."
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Jesús nos muestra que la verdadera grandeza está en el servicio. Que el mayor es el que más sirve; el que sirve a todos.
El evangelio de hoy es claro y meridiano. Si queremos seguir el camino de Jesús debemos hacer como Él: servir y no buscar ser servidos. A veces interpretamos "beber su cáliz" como un camino de sufrimiento. De lo que se trata es de un camino de servicio. Un camino que será a veces de dificultades y sufrimiento, pero otras de alegría y satisfacción. Pero siempre tendremos la seguridad de que, en todo caso, ese cáliz lo bebemos con Él. Él camina a nuestro lado. Ese es el premio de ser sus seguidores. No la gloria ni el poder, sino la certeza de que Él está con nosotros.
Esas madres junto a un hijo enfermo. Ese esposo junto a una esposa que ya no le reconoce. Esa persona que dedica su vida a atender a los sin techo, a los emigrantes, a los abandonados. Ese misionero que quema su vida en un poblado perdido en la selva o en la sabana... Esos son los verdaderos seguidores de Jesús, aunque que quizá ellos no lo sepan.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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