sábado, 5 de septiembre de 2015

PAPA FRANCISCO: SI NO SE ESCUCHA AL PUEBLO DE DIOS LA TEOLOGÍA SE VUELVE IDEOLOGÍA


VATICANO, 04 Sep. 15 / 12:09 pm (ACI).- El Papa Francisco envió un video mensaje a los participantes en el Congreso Internacional de Teología que se realizó en la Universidad Católica de Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA), en el que explicó que sin escuchar al pueblo de Dios la teología se convierte en ideología.

En el texto enviado a los participantes del evento celebrado en el marco de los 100 años de la Facultad de Teología de la UCA, el Santo Padre afirma que un desafío de los teólogos es presentar en las circunstancias actuales el “Evangelio vivo”.

“Para encarar este desafío, hemos de superar dos posibles tentaciones: condenarlo todo. Acuñando la ya conocida frase ‘todo pasado fue mejor’ refugiándonos en conservadurismos o fundamentalismos; o por el contrario, consagrarlo todo, desautorizando todo lo que no tenga "sabor a novedad", relativizando toda la sabiduría acuñada por el rico patrimonio eclesial”.

Francisco resaltó luego que “una teología, responde a los interrogantes de un tiempo y nunca lo hace de otra manera que en los mismos términos, ya que son los que viven y hablan los hombres de una sociedad”.

“No hacer este ejercicio de discernimiento lleva sí o sí a traicionar el contenido del mensaje. Hace que la Buena Nueva deje de ser nueva y especialmente buena, volviéndose una palabra estéril, vacía de toda su fuerza creadora, sanadora, resucitadora, poniendo así en peligro la fe de las personas de nuestro tiempo”.

“La doctrina, no es un sistema cerrado, privada de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos. Por el contrario, la doctrina cristiana tiene rostro, tiene cuerpo, tiene carne, se llama Jesucristo y es su Vida la que es ofrecida de generación en generación a todos los hombres y en todos los rincones. Custodiar la doctrina exige fidelidad a lo recibido y –a la vez– tener en cuenta al interlocutor, su destinatario, conocerlo y amarlo”.

Este encuentro, prosiguió Francisco, “entre doctrina y pastoral no es opcional, es constitutivo de una teología que pretenda ser eclesial”.

“Las preguntas de nuestro pueblo, sus angustiar, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación. Sus preguntas nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan. Todo esto nos ayuda a profundizar en el misterio de la Palabra de Dios, Palabra que exige y pide dialogar, entrar en comunicación. De ahí que no podemos ignorar a nuestra gente a la hora de realizar teología”.

El Pontífice refiere luego que “no son pocas las veces que se genera una oposición entre teología y pastoral, como si fuesen dos realidades opuestas, separadas, que nada tuvieran que ver una con la otra. No son pocas las veces que identificamos lo doctrinal con conservador, retrógrado; y por el contrario, pensamos la pastoral desde la adaptación, reducción, acomodación. Como si nada tuviesen que ver entre sí”.

“Se genera de este modo una falsa oposición entre los así llamados ‘pastoralistas’ y ‘academicistas’, los que están al lado del pueblo y los que están al lado de la doctrina.

Se genera una falsa oposición entre la teología y la pastoral; entre la reflexión creyente y la vida creyente; la vida, entonces, no tiene espacio para la reflexión y la reflexión no encuentra espacio en la vida”.

Francisco recordó entonces que “los grandes padres de la Iglesia: Ireneo, Agustín, Basilio, Ambrosio, por nombrar algunos, fueron grandes teólogos porque fueron grandes pastores. Buscar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de los principales aportes del Concilio Vaticano II. Me animo a decir que ha revolucionado en cierta medida el estatuto de la teología, la manera de hacer y del pensar creyente”.

El Papa resaltó luego las palabras de San Juan XXIII que en el discurso de apertura del Concilio Vaticano II, hace más de 50 años, dijo que “una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del ‘depositum fidei’ (depósito de la fe), y otra la manera de formular su expresión”.

“Sin ese encuentro, con la familia, con el Pueblo de Dios, es cuando la teología corre el gran riesgo de volverse ideología. No nos olvidemos, el Espíritu Santo en el pueblo orante es el sujeto de la teología. Una teología que no nazca en su seno, tiene ese tufillo de una propuesta que puede ser bella, pero no real”.

Tres rasgos del teólogo:

1.- El teólogo es en primera instancia un hijo de su pueblo: El Santo Padre explicó que quien hace teología conoce bien a los suyos, “su gente, su lengua, sus raíces, sus historias, su tradición. Es el hombre que aprende a valorar lo recibido, como signo de la presencia de Dios ya que sabe que la fe no le pertenece”. “Tiene un sentido teológico que no puede ignorar. Se sabe "injerto" en una conciencia eclesial y bucea en esas aguas”, añadió.

2.- El teólogo es un creyente: “El teólogo es alguien que ha hecho experiencia de Jesucristo, y descubrió que sin Él ya no puede vivir. Sabe que Dios se hace presente, como palabra, como silencio, como herida, como sanación, como muerte y como resurrección. El teólogo es aquel que sabe que su vida está marcada por esa huella, esa marca, que ha dejado abierta su sed, su ansiedad, su curiosidad, su vivir”.

3.- El teólogo es un profeta: “Uno de los grandes desafíos planteados en el mundo contemporáneo no es solo la facilidad con que se puede prescindir de Dios”. Ante esto y ante la realidad actual alienada, el teólogo es profeta “porque mantiene viva la conciencia de pasado y la invitación que viene del futuro. Es el hombre capaz de denunciar toda forma alienante porque intuye, reflexiona en el río de la Tradición que ha recibido de la Iglesia, la esperanza a la que estamos llamados. Desde esa mirada invita a despertar la conciencia adormecida. No es el hombre que se conforma, que se acostumbra. Por el contrario, es el hombre atento a todo aquello que puede dañar y destruir a los suyos”.

El Papa Francisco dijo luego que “hay una sola forma de hacer teología: de rodillas. No es solamente un acto piadoso de oración para luego pensar la teología. Se trata de una realidad dinámica entre pensamiento y oración. Una teología de rodillas es animarse a pensar rezando y rezar pensando”.

No tengamos miedo de ponernos de rodillas en el altar de la reflexión y hacerlo con ‘los gozos y las alegrías, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos’ ante la mirada de Aquel que hace nueva todas las cosas (Ap. 21, 5)”, concluyó el Pontífice.

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