Miguel, Gabriel y Rafael son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura de los tres príncipes de la corte celestial. Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen María el misterio de la Encarnación; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplía un difícil encargo.
EL CONCEPTO DE “ÁNGEL” EN LA
ACTUALIDAD
Actualmente,
se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan
este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o cuarzo; las personas se los
cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.Hay que tener
cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les
corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en “amuletos”
que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las
inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.
Es verdad
que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo
católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios
ni adorarlos como si fueran dioses. A pesar de que están de moda, por otro
lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la
vida y principalmente, porque no los vemos. Este olvido puede hacernos
desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de
los ángeles.
Por esta
razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del
año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y
agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos
estos días para pedir su ayuda.
MISIÓN DE LOS ÁNGELES
Los
ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su
Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.
Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados
por los sentidos.
En
algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y
oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de
asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.
En el
siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura
humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud
en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor
dificultad. En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean
representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo,
el profeta Daniel escribe que un “ser que parecía varón” -se refería al
arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en
el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman,
tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios;
otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los
cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.
La misión
de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y
ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios,
atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios
y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios,
guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.
La
presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento,
en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y
enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los
Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.
Con la
lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles: nos
protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas
del mal. Luchan con todo su poder por y con nosotros. Como ejemplo, está la
milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un
ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el
brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.
Los
ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas
circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz
para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y
para descubrir la verdad.
Por
ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías.
Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles. Los ángeles cumplen, también,
las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos
de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).
Los
ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos
acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después
de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con
Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El
arcángel Rafael dice a Tobías: “Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus
oraciones al Señor”, (Tob 12, 12 – 16).
Ellos nos
animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el
nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber
obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. “Los ángeles se
regocijan cuando un pecador se arrepiente”, (Lucas 15, 10).
JERARQUÍA DE LOS ÁNGELES
Se suelen
enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los
distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro
de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus
conocimientos.
Cada tres
coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte
celestial.
1. JERARQUÍA SUPREMA:
- serafines
- querubines
- tronos
2. JERARQUÍA MEDIA:
- dominaciones
- virtudes
- potestades
3. JERARQUÍA INFERIOR:
- principados
- arcángeles
- ángeles
SERAFINES: Son los “alabadores” de Dios. Serafín significa
“amor ardiente”. Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su
santidad.(Isaías 6, 17)
QUERUBINES: Son los “guardianes” de las cosas de Dios.
Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva
al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. “Se
sienta sobre querubines”. (Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y
Carta a los Hebreos, 9,5).
POTESTADES, VIRTUDES, TRONOS,
PRINCIPADOS Y DOMINACIONES:
En la
Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico.
Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su
grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren
a su ministerio:
– los
principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
– las
virtudes son los encargados de hacer los milagros
– las
potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
– las
dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
– los
tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Existe,
también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la
Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los
“asistentes de Dios”. Son ángeles que están al servicio directo del Señor para
cumplir misiones especiales.
A. ARCÁNGEL SAN MIGUEL: es el que arrojó
del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla
contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia
militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa “quien
como Dios”. Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el
señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.
B. ARCÁNGEL SAN GABRIEL: en hebreo
significa “Dios es fuerte”, “Fortaleza de Dios”. Aparece siempre como el
mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas
noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen
María, la Encarnación del Hijo de Dios.
C.. ARCÁNGEL SAN RAFAEL: su nombre quiere
decir “medicina de Dios”. Tiene un papel muy importante en la vida del profeta
Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías
obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de
Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole
como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de
orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus
viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las
curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
LOS ÁNGELES CUSTODIOS
Dios ha
asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la
salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo:
“Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento
de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.
En el
Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para
proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o
librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19,
5).
En el
Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los
que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los
ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre
otros ejemplos.
Se puede decir
que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado
de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo
momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos
divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y,
lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos
la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor
ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.
Muchas
veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si
pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores
tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda. Para que la
relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con
él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y
poderoso aliado nuestro.
Debemos
confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él
nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo
que queremos o necesitamos.
Recordemos
que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si
nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que
hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que
queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.También podemos
pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para
que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.
¿QUÉ NOS ENSEÑAN LOS ÁNGELES?
NOS ENSEÑAN A:
- glorificar al Señor,
proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de
ininterrumpida alabanza.
- cumplir con exactitud y
prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su
Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
- servir al prójimo, pues
ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas
circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir
con nuestros hermanos penas y alegrías.
¿QUIÉNES SON LOS ÁNGELES CAÍDOS?
Dios creó
a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia.
Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su
malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por
sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto
inteligente y libre de su parte.
A Luzbel
-también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que
le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno.
Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán
ver a Dios. No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y
reales.
Lucifer
es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”.
Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante
engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que
alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para
poder llegar al Cielo. Los demonios se encuentran organizados en jerarquías,
tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los
superiores.
Satanás y
sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por
vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su
naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos,
disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por
ello rezamos en el Padrenuestro: “…no nos dejes caer en tentación y líbranos
del mal.”
¿POR QUÉ CREER EN LOS ÁNGELES?
Toda la
Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de
los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia
y la acción de los ángeles.
Además
del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia
quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron
retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo
cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.
El culto
a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y después se propagó
a otros países. Existe un libro acerca de esta devoción en Barcelona con fecha
de 1494.
El
Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de todas las
cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas espirituales y las
corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó de la nada. En 1870,
debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa época, el Concilio
Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los ángeles. Pablo VI volvió a
poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.
En la
reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el día 29 de
septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel
y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los ángeles custodios.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
San
Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos
a luchar contra el mal.
Que Dios
oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo,
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
combate y vence a Satanás
y a todos los espíritus malos que andan por el mundo
deseando la ruina de las almas.
Amén.
ORACIÓN AL ÁNGEL DE LA GUARDA
Ángel del
Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti,
Ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname
en este día.
Amén.
Ángel de
la Guarda, dulce compañía
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.
No me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.
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