Martín Lutero
Su nombre original fue el de Martín Luder, cuyo nombre cambió
posteriormente a Martín Luther, con el cual es conocido en alemán. Nació el 10
de noviembre de 1483 en Eisleben, falleciendo el 18 de febrero de 1546 en la
misma ciudad alemana.
Martín Lutero fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó la
reforma religiosa en Alemania, y en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma
Protestante y la doctrina teológica y cultural denominada ‘luteranismo’.
Lutero se caracterizó por exhortar a que la Iglesia Católica regresara a
las enseñanzas originales de la Biblia, impulsando con ello a una reestructuración
de las iglesias cristianas en Europa. La reacción de la Iglesia Católica ante
la reforma protestante fue denominada ‘Contrarreforma’.
En el año 1507 fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar
Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de Bachiller
en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508. El 21 de octubre de 1512 fue
aceptado en el Senado de la Facultad de Teología, recibiendo el título de
‘Doctor en Biblia’. En 1515 fue nombrado Vicario de la Orden Agustina, quedando
bajo su cargo once monasterios. Durante esa época Martín Lutero estudió griego
y hebreo para poder profundizar en el significado y matices de las palabras
utilizadas en la Sagradas Escrituras, conocimiento que posteriormente
utilizaría para la traducción de la Biblia Judía.
SU DISCONFORMIDAD CON LA
IGLESIA
Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como
predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También
predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también ‘de todos
los santos’, debido a que tenía una colección de reliquias donde había sido
establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo
cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias
a los feligreses.
Una indulgencia es la remisión parcial o total del castigo temporal que
aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por
absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia,
ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el
Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar
por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de
Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se
esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia,
y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern.
Lutero vio este tráfico de indulgencias no sólo como un abuso de poder,
sino como una mentira que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir
a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias,
dejando de lado el sacramento de la confesión y el arrepentimiento verdadero.
Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Pero su
enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de octubre de 1517 fueron
clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como
una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el
paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que
las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba
directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.
El Papa León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre
Mazzolini investigar el tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera
implícita a la autoridad del Sumo Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de
sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación
académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y
condenó cada ‘desviación’ como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y
se desarrolló una controversia.
El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula
Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo
de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina, seleccionados de sus
escritos. Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Mazzolini había llegado a
Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de
septiembre. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito ‘En la Libertad de un
Cristiano al Papa’, añadiendo la significativa frase: ‘Yo no me someto a leyes
al interpretar la palabra de Dios’. El 12 de diciembre Lutero arrojó
personalmente al fuego la bula, y el Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de
enero de 1521 mediante la bula ‘Decet Romanum Pontificem’.
LUTERO HABLA DE LA VIRGEN
MARÍA
En sus sermones y escritos Martín Lutero siempre dio muestras de su
fidelidad a Dios. Pareciera que por sus diferencias con el Vaticano, Lutero
habría modificado su fe, pero los textos dejados por él sobre la Virgen María
muestran que no fue así. Los siguientes son algunos de los pensamientos que
Lutero dedicó a la Virgen María:
La veneración de María está en las profundidades del corazón. (Sermón, 1 de septiembre de
1522)
Ella es la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después
de Cristo...ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca
podremos honrarla lo suficiente. Aún cuando ese honor y alabanza debe serle
dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras. (Sermón, Navidad 1531)
Ninguna mujer es como tú. Tú eres más que Eva o Sara, bendita sobre toda
nobleza, sabiduría y santidad. (Sermón, Fiesta de la Visitación, 1537)
Cada uno tendría que honrar a María tal como ella misma lo expresó en el
Magníficat. Ella alabó a Dios por sus obras. ¿Cómo podremos entonces nosotros
alabarla? El verdadero homenaje de María es en honor de Dios, la alabanza de la
Gracia de Dios...María nada es por su propio mérito, sino por el mérito de
Cristo...María no desea que vayamos a ella sino a través de ella hacia Dios. (Explicación del Magníficat,
1521)
Es consuelo y sobreabundante bondad de Dios que el hombre pueda exultar
en semejante tesoro: María es su verdadera Madre... (Sermón de Navidad, 1522)
María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente
fue quien reposó en su regazo...Si Él es nuestro, debiéramos estar en su lugar;
ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe
ser nuestro, y su madre es también nuestra madre. (Sermón de Navidad, 1529).
Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó
sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue
también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios,
recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer
momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado. (Sermón: sobre el día de la
Concepción de la Madre de Dios, 1527).
Ella es llena de gracia, proclamada ser enteramente sin pecado. Para que
la gracia de Dios la llenara con todo bien e hiciera que ella libre de todo
mal. (Libro de
oración personal, 1522).
La humanidad ha resumido toda su gloria en una sola frase: la Madre
Dios. Nadie puede decir algo más grande de ella aunque hablara tantas lenguas
como hojas hay en los árboles. (Comentario al Magníficat.)
El editor luterano Jaroslav Pelikan agregó sobre Martín Lutero: ‘Lutero
ni siquiera consideró la posibilidad de que María pudiera tener otros hijos
además de Jesús. Esto es consistente con la aceptación durante toda su vida de
la idea de la virginidad perpetua de María’. (Pelikan, v. 22:214-5).
Conclusión
Cabe destacar que Martín Lutero, personalmente, no fundó la iglesia
luterana como una institución, ni planeaba que sus enseñanzas derivaran en una
nueva denominación cristiana. Por el contrario, expresó, con sus propias
palabras, su deseo de que eso no ocurriera, cuando declaró:
‘Ruego por que dejen mi nombre en paz. No se llamen así mismos
´luteranos´, sino Cristianos. ¿Quién es Lutero?, mi doctrina no es mía. Yo no
he sido crucificado por nadie. ¿Cómo podría, pues, beneficiarme a mí, una bolsa
miserable de polvo y cenizas, dar mi nombre a los hijos de Cristo? Dejen, mis
queridos amigos, de aferrarse a estos nombres de partidos y distinciones; fuera
a todos ellos, y dejen que nos llamemos a nosotros mismos solamente cristianos,
según aquel de quien nuestra doctrina viene’.
Momentos antes de su muerte, Martín Lutero pidió recibir la Sagrada
Comunión.
Bibliografía
Atkinson, James - Lutero y el nacimiento del protestantismo.
Fliedner, Federico - Martín Lutero: su vida y su obra.
Moreno, Alfonso María - Martín Lutero: historia de una rebeldía.
O´Neill, Judith - Martín Lutero.
Agustín
Fabra
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