DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE CRISTO - I
Deberíamos plantearnos hoy una
serie de preguntas que nos ayuden a comprender y vivir mejor esta devoción absolutamente
cristológica y de raigambre teologal. Y las preguntas, que luego iremos
respondiendo para recibir luz, serán cinco:
¿Por
qué hay una urgencia en la Iglesia para revitalizar la verdadera devoción al
Corazón de Cristo?
¿Cuál
es el núcleo de la devoción al Corazón de Jesús?
¿Qué
valores encierra esta devoción?
¿Cuáles
son las aplicaciones prácticas de esta devoción?
¿Cómo
vivir esta devoción?
Primera
pregunta: ¿Por qué hay una urgencia en la Iglesia para revitalizar la verdadera
devoción al Corazón de Cristo?
Aunque
esta devoción ha pasado por alguna que otra crisis cuando se confundió con una
devoción más, mezclada con aspectos excesivamente sentimentales, y vinculando
esta devoción a una imagen concreta, una iconografía, que poco reflejaba su
contenido profundo, hoy es urgente recuperar el contenido preciso, exacto,
evangélico, espiritual y social que tiene el culto al Corazón de Jesucristo.
Y
es que “sigue siendo siempre actual la tarea de los cristianos de continuar
profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos
la fe en el amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su vida” (Benedicto
XVI, Carta al Prepósito General de la Compañía de Jesús con motivo del 50º
aniversario de la Encíclica Hauretis aquas, 15-mayo-2006). En la medida en que
revitalicemos esta devoción al Corazón de Cristo, reavivaremos nuestra fe –tantas
veces lánguida, mortecina, medio apagada por tantos combates y tantos
cansancios, tan atacada y denostada- en el amor
salvífico de Dios: reavivaremos
nuestra fe sabiéndonos profundamente amados por Dios, acogidos por Dios, y
recibiendo su Amor en nuestras vidas, transformando la existencia, dejándonos
inundar por la corriente vivificadora de su Amor. ¡¡Sólo el Amor de Dios puede
transformar el corazón, cambiar nuestro corazón de piedra, incapaz de amar, en
un corazón de carne, como el de Jesucristo!!
La segunda pregunta: ¿Cuál
es el núcleo de la devoción al Corazón de Jesús?
“En el
lenguaje bíblico el "corazón" indica el centro de la persona, la sede
de sus sentimientos y de sus intenciones. En el corazón del Redentor adoramos
el amor de Dios a la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita
misericordia. Por tanto, rendir culto al Sagrado Corazón de Cristo significa
adorar aquel Corazón que, después de habernos amado hasta el fin, fue
traspasado por una lanza y, desde lo alto de la cruz, derramó sangre y agua,
fuente inagotable de vida nueva” (Benedicto XVI, Ángelus, 5-junio-2005).
Es
una devoción fundamental, porque va al centro de la Redención misma, la Persona
de Cristo, su Misterio. Es casi un compendio, un resumen, una síntesis del
cristianismo. Es, pues, la devoción que se centra
en la Persona misma de Cristo que sale a nuestro encuentro. Es Amor profundo,
sincero, recio, inquebrantable, absoluto, fiel aunque débil por nuestra
fragilidad, a la persona de Jesucristo Encarnado, Muerto y Resucitado.
Respondida
la segunda pregunta, pasemos a la tercera: ¿Qué valores encierra esta devoción
al Corazón de Cristo?
Un primer valor: con esta devoción vamos conociendo mejor internamente,
con auténtica sabiduría, al Señor, y así, con este “conocimiento
interno”, “amarle y servirle en todas las cosas”: “podremos comprender mejor lo
que significa conocer en Jesucristo el amor de Dios, experimentarlo teniendo
puesta nuestra mirada en él, hasta vivir completamente de la experiencia de su
amor, para poderlo testimoniar después a los demás” (Benedicto XVI, Carta...
15-mayo-2006).
Un segundo valor: el hombre comienza a reconocer su dignidad y su
vocación a la santidad; empieza a comprender qué es el hombre y su grandeza, y,
por tanto, obrar según el fin para el que ha sido creado: “junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el
sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de
una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón
humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así -y esta es
la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas
acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del
Corazón de Cristo” (Carta de Juan Pablo II al Prepósito general de la Compañía
de Jesús, 5-octubre-1986).
Tercer valor de esta devoción: se va conociendo y viviendo, degustando,
el inmenso amor de Dios y nos dejamos modelar por su amor: “este misterio del amor que Dios
nos tiene no sólo constituye el contenido del culto y de la devoción al Corazón
de Jesús: es, al mismo tiempo, el contenido de toda verdadera espiritualidad y
devoción cristiana. Por tanto, es importante subrayar que el fundamento de esta
devoción es tan antiguo como el cristianismo. En efecto, sólo se puede ser
cristiano dirigiendo la mirada a la cruz de nuestro Redentor, "al que
traspasaron" (Jn 19, 37; cf. Zc 12, 10)... La herida del costado y las de
los clavos han sido para innumerables almas los signos de un amor que ha
transformado cada vez más eficazmente su vida (cf. n. 52). Reconocer el amor de
Dios en el Crucificado se ha convertido para ellas en una experiencia interior
que les ha llevado a confesar, como santo Tomás: "¡Señor mío y Dios
mío!" (Jn 20, 28), permitiéndoles alcanzar una fe más profunda acogiendo
sin reservas el amor de Dios (cf. Haurietis aquas, 49)... El culto del amor de
Dios... debe ayudarnos a recordar incesantemente que él cargó con este
sufrimiento voluntariamente "por nosotros", "por mí".
Cuando practicamos este culto, no sólo reconocemos con gratitud el amor de
Dios, sino que seguimos abriéndonos a este amor de manera que nuestra vida
quede cada vez más modelada por él” (BENEDICTO XVI, Carta... 15-mayo-2006).
El cuarto valor que quisiéramos remarcar es que esta devoción al Corazón
de Jesús nos enseña a amar, nos introduce en la escuela del amor verdadero,
limpio y transparente de Cristo para que amemos como Él, con Él, en Él. “Quien acepta el amor de Dios
interiormente queda modelado por él. El hombre vive la experiencia del amor de
Dios como una "llamada" a la que tiene que responder. La mirada
dirigida al Señor, que "tomó sobre
sí nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8,17),
nos ayuda a prestar más atención al sufrimiento y a las necesidades de los
demás. La contemplación, en la adoración, del costado traspasado por la lanza
nos hace sensibles a la voluntad salvífica de Dios. Nos hace capaces de
abandonarnos a su amor salvífico y misericordioso, y al mismo tiempo nos
fortalece en el deseo de participar en su obra de salvación, convirtiéndonos en
sus instrumentos” (BENEDICTO XVI, Carta... 15-mayo-2006).
DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE CRISTO (Y II)
Vayamos a la cuarta pregunta:
¿Cuáles son las aplicaciones prácticas de la devoción al Corazón de Jesús?
La primera es la posibilidad de
vivir nuestra vocación fundamental: la santidad, que consiste en un amor apasionado
a Dios y un amor de entrega al prójimo. “Del Corazón del Redentor, de su
costado traspasado nació la Iglesia, que se renueva incesantemente mediante los
sacramentos. Procurad alimentaros espiritualmente con la oración y con una
intensa vida sacramental; profundizad en el conocimiento personal de Cristo y
tended con todas las fuerzas a la santidad, el "alto grado de la vida
cristiana"” (Benedicto XVI, Discurso a una peregrinación de la diócesis de
Verona, 4-junio-2005).
La
segunda aplicación espiritual que luego resulta ser muy práctica y cotidiana es
la siguiente: si sabemos que somos de verdad amados por Dios en el Corazón de
Cristo, nada nos puede faltar. Vivamos, pues, sin sobresaltos, ni agobios, ni
angustias: su amor no nos va a fallar, y su Providencia rige amorosamente
nuestras vidas. Esta aplicación, pues, tiene un nombre: abandono confiado en el Amor de Dios. ¡¡Él proveerá lo que es
mejor para nosotros porque nos ama!!
Señalemos
una tercera aplicación: si el Amor de Dios es inmenso, y nos lo ha manifestado
en Cristo Jesús, “nuestra paz será hacer su voluntad”. Vivir
por amor la voluntad concreta de Dios, sea la que sea, se exprese de la
forma en que se quiera expresar: vivir y hacer la voluntad de Dios, porque es
para nuestro bien. Porque nos ama, queremos lo que él quiera, amamos lo que Él
desee, no como una imposición externa, sino que, por ese amor, nuestra voluntad
se une a la suya queriendo lo mismo. ¿Qué dice el Corazón de Jesús? “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”
(Jn 4,34).
La última pregunta es más fácil y breve de
responder: ¿Cómo vivir esta devoción? ¿Cuáles son las prácticas de esta
devoción?
1. La Santa Misa, a ser posible diariamente, y la frecuencia del Sacramento de la Reconciliación para recibir el amor, el perdón y la misericordia de Cristo.
2. El Sagrario y la custodia,
adorados, visitados, donde estamos en oración y expresamos nuestro amor, están
íntimamente ligados a la devoción al Corazón de Cristo, porque su Corazón Vivo
es el Sagrario.
3. Rezar las letanías del Corazón de
Jesús, inspiradas todas las invocaciones en textos bíblicos; rezarlas de
rodillas y con amor.
4. Por último, la reparación, el
desagravio, la expiación: ofrecer al Corazón de Cristo nuestro amor, nuestros
sacrificios, nuestras penitencias, nuestra austeridad, por los pecados del
mundo, por la conversión de las almas, por tantos que no lo conocen o lo
rechazan en sus vidas.
¡Corazón de Jesús, Hijo del
eterno Padre; Corazón de Jesús, templo santo de Dios; Corazón de Jesús, tabernáculo
del Altísimo; Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten misericordia de nosotros! Amén.
Javier Sánchez
Martínez
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