"Santísima Madre de Dios,
nos dirigimos a ti como Madre de la Iglesia, madre de todos los cristianos que
sufren y de todas las minorías perseguidas. Te suplicamos, por tu ardiente
intercesión, que hagas caer ese muro, los muros de nuestros corazones, y los
muros que producen odio, violencia, miedo e indiferencia, entre los hombres y
entre los pueblos.
"Tú, que mediante tu Fiat
aplastaste a la serpiente antigua, congréganos y únenos bajo tu manto virginal,
protégenos de todo mal, y abre para siempre en nuestras vidas la puerta de la
esperanza.
"Haz que nazca en nosotros y
en este mundo la civilización del amor que pende de la cruz y de la
resurrección de tu Divino Hijo, Jesucristo, Nuestro Salvador, que vive y reina
por los siglos de los siglos. Amén".
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