El Papa ha recordado a aquellos
que dudan de la utilidad de la Misa, que es un evento "memorial" que "ACTUALIZA Y HACE PRESENTE EL EVENTO DE
LA MUERTE Y RESURRECCIÓN DE JESÚS".
"La Eucaristía es Jesús
mismo que se dona totalmente a nosotros. NUTRIRNOS DE ÉL Y VIVIR EN ÉL MEDIANTE LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA, si
lo hacemos con fe, transforma nuestra vida en un don a Dios y a los
hermanos", ha señalado el Santo Padre.
Francisco ha indicado que
nutrirse del ´Pan de vida´ significa entrar en sintonía con el corazón de
Cristo, asimilar sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos, así
como entrar en un dinamismo de amor oblativo y convertirse en persona de paz,
de perdón, de reconciliación, de compartir solidario.
Este ha sido el mensaje lanzado
por el Papa durante el rezo del Ángelus de este domingo en la Plaza de San
Pedro de Roma, en donde miles de peregrinos le acompañaron para reflexionar
sobre el Evangelio de Juan, en el que se lee cómo Jesús se presenta como
"el pan vivo bajado del cielo".
Sobre este texto, Francisco
explicó a los fieles que el pan partido es el "signo" del Sacrificio,
que tiene su punto culmine en la Última Cena, donde el pan y el vino se
transforman realmente en su cuerpo y sangre. Y así añade Francisco, que en la
Eucaristía el hombre se transforma "en uno solo con Jesús". "Y ésta es nuestra finalidad", ha
concluido el Pontífice.
ESTAS SON LAS PALABRAS DEL PAPA ANTES DE LA ORACIÓN MARIANA
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
En estos domingos, la Liturgia
nos está proponiendo, del Evangelio de Juan, el discurso de Jesús sobre el Pan
de la vida, que es Él mismo y que es también el sacramento de la eucaristía. El
pasaje de hoy (Jn 6, 51 -58) presenta la última parte de este discurso, y habla
de algunos que se escandalizaron porque Jesús dijo: “El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día” (Jn 6,54).
El estupor de los oyentes es comprensible; Jesús, de hecho, usa el estilo
típico de los profetas para provocar en la gente --y también en nosotros--
preguntas y, al final, una decisión. Primero de todo las preguntas: ¿qué
significa “comer la sangre y beber la sangre” de Jesús? ¿es solo una imagen, un
símbolo, o indica algo real? Para responder, es necesario intuir qué sucede en
el corazón de Jesús mientras parte el pan entre la multitud hambrienta.
Sabiendo que deberá morir en la cruz por nosotros, Jesús se identifica con ese
pan partido y compartido, y eso se convierte para Él en “signo” del Sacrificio
que le espera. Este proceso tiene su cúlmen en la Última Cena, donde el pan y
el vino se convierten realmente en su Cuerpo y su Sangre. Y la eucaristía, que
Jesús nos deja con un fin preciso: que nosotros podamos convertirnos en una
sola cosa con Él. De hecho dice: “Quien come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él” (v. 56). Ese permanecer en Jesús y Jesús en
nosotros. La comunión es asimilación: comiéndole a Él, nos hacemos como Él.
Pero esto requiere nuestro “sí”, nuestra adhesión a la fe.
A veces, se escucha sobre la
santa misa esta objeción: “¿Para qué sirve la misa? Yo voy a la iglesia cuando
me apetece, y rezo mejor en soledad”. Pero la eucaristía no es una oración
privada o una bonita experiencia espiritual, no es una simple conmemoración de
lo que Jesús hizo en la Última Cena. Nosotros decimos, para entender bien, que
la eucaristía es “memorial”, o sea, un gesto que actualiza y hace presente el
evento de la muerte y resurrección de Jesús: el pan es realmente su Cuerpo
donado por nosotros, el vino es realmente su Sangre derramada por nosotros.
La eucaristía es Jesús mismo que
se dona por entero a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la
Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la
transforma en un don a Dios y a los hermanos. Nutrirnos de ese “Pan de vida”
significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar sus elecciones,
sus pensamientos, sus comportamientos. Significa entrar en un dinamismo de amor
oblativo y convertirse en personas de paz, personas de perdón, de reconciliación,
de compartir solidario. Lo mismo que Jesús ha hecho.
Jesús concluye su discurso con
estas palabras: “Quien come este pan tendrá vida eterna” (Jn 6, 58). Sí, viviré
en comunión real con Jesús sobre esta tierra, nos hace pasar de la muerte a la
vida. Y el Cielo empieza precisamente en esta tierra con Jesús.
En el Cielo nos espera ya María
nuestra Madre --ayer celebramos este misterio. Ella nos obtenga la gracia de
nutrirnos siempre con fe de Jesús, Pan de vida.
Palabras del Santo Padre después
del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, os
saludo a todos con afecto, romanos y peregrinos: las familias, los grupos
parroquiales, las asociaciones, los jóvenes.
Saludo al grupo folclórico
“Organización de arte y cultura mexicana”, los jóvenes de Verona que están viviendo
una experiencia de fe en Roma, y los fieles de Beverare.
Dirijo un saludo especial a los
numerosos jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano, reunidos en Turín en los
lugares de San Juan Bosco para celebrar el bicentenario de su nacimiento; les
animo a vivir en lo cotidiano la alegría del Evangelio para generar esperanza
en el mundo.
Os deseo
a todos un feliz domingo. Y por favor, ¡no os olvidéis de rezar por mí! ¡Buen
almuerzo y hasta pronto!
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