Queridos amigos y hermanos de
ReL: en este 18º Domingo del Tiempo Ordinario, del Ciclo B, la Liturgia de la
Palabra nos presenta el pasaje evangélico de San Juan, capítulo 6, versículos
24 al 35, trozo que es parte del discurso de Jesucristo “Pan de Vida”, narrado
enseguida de la multiplicación de los panes; y trata dos grandes temas: fe y
eucaristía.
Y comienza Jesús con un reproche
que le hace al pueblo, que después de la multiplicación de los panes le había
seguido al otro lado del lago: “Me buscáis no porque habéis visto signos, sino
porque comisteis hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino
por el alimento que perdura, dando vida eterna”.
San Agustín, comentando este
pasaje, afirma: “¡Cuántos buscan a Jesús sólo por ventajas temporales! Es
difícil que se busque a Jesús sólo por Jesús”. La búsqueda desinteresada de
Jesús supone fe; por eso en el debate con los judíos insiste Jesús en este
punto: “Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que Él ha
enviado”.
El primero y más importante
trabajo que Dios pide a los hombres es que crean en él, en lo que él hace por
ellos en Cristo Jesús. Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios enviado a
salvar el mundo va a él con confianza, abandonándose completamente a su acción
redentora.
Los judíos que no tienen esa fe, exigen
de Jesús “milagros” semejantes a la caída del maná del cielo. Y Jesús
esforzándose en levantarlos a pensamientos más espirituales, rectifica: “No fue
Moisés el que os dio el pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el
verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da
vida al mundo”.
Pero ellos refiriéndose siempre a
la comida material y esperando tal vez un milagro que prolongase la
multiplicación de los panes, dicen, “Señor, danos siempre de ese pan”.
Jesús ante este pedido les hace
comprender el verdadero significado de este pan: “Yo soy el pan de vida. El que
viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed”. Y ante
estas palabras ya no es posible el equívoco: el pan de vida, pan de Dios bajado
del cielo para dar vida al mundo, es Jesús.
El que va a él y se alimenta de
él –de la doble mesa de su palabra y de la Eucaristía- con fe viva, no tendrá
más hambre, no tendrá más sed.
Que el Señor mueva nuestros
corazones para buscar siempre con especial ahínco el alimento que perdura hasta
la vida eterna.
Con mi
bendición.
Padre José Medina
Padre José Medina
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