El escritor Fedor Dostoievski fue preso político en
Siberia. Sufría viéndose mezclado con asesinos, criminales y ladrones. Pero
cuenta, que una mañana de Pascua cambió su visión de las cosas: "Todas
esas personas - se dijo - son iguales a ti. Tienes que dejar de condenar y
comenzar a comprender. No debes juzgar a ningún hombre, porque sólo conseguirás
enderezar su vida cuando tú lo comprendas".
Antes de morir pidió que le leyeran la parábola del
hijo pródigo. Dijo a los que le rodeaban, que no desesperaran en la culpa y por
la culpa. "Que Dios os guarde de esto: de haceros culpables por
desesperación".
No debemos juzgar a nadie porque todos somos culpables.
Pero no debemos quedarnos hundidos en la culpabilidad. Somos un pueblo de
perdonados. Hemos de creer en el perdón. Hemos de empezar por perdonarnos a
nosotros mismos, luego, perdonar a los demás. Sólo así comprenderemos el perdón
de Dios.
Enviat perJoan Josep Tamburini
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