LA EUCARISTÍA, ANTÍDOTO FRENTE A LA INDIFERENCIA
Mensaje con motivo de la festividad del Corpus Christi
Mensaje con motivo de la festividad del Corpus Christi
La Eucaristía hace posible el paso de la globalización de la
indiferencia a la globalización de la caridad
Por: Comisión Episcopal de Pastoral Social | Fuente: www.conferenciaepiscopal.es
El papa Francisco ha denunciado con frecuencia la indiferencia como uno de los grandes males de nuestro tiempo. El olvido de Dios y de los hermanos está alcanzando dimensiones tan hondas en la convivencia social que podemos hablar de una "globalización de la indiferencia" [1].
Por: Comisión Episcopal de Pastoral Social | Fuente: www.conferenciaepiscopal.es
El papa Francisco ha denunciado con frecuencia la indiferencia como uno de los grandes males de nuestro tiempo. El olvido de Dios y de los hermanos está alcanzando dimensiones tan hondas en la convivencia social que podemos hablar de una "globalización de la indiferencia" [1].
Ante esta dolorosa realidad, los obispos de la Comisión Episcopal de
Pastoral Social os invitamos a contemplar, celebrar y adorar a Jesucristo en el
sacramento de la Eucaristía como el medio más eficaz para vencer y superar la
indiferencia. La Eucaristía tiene el poder de trasformar el corazón de los
creyentes, haciendo así posible el paso de la "globalización de la
indiferencia" a la "globalización de la caridad", impulsándonos
a la vivencia de la comunión fraterna y del servicio a nuestros semejantes.
1. LA
EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE COMUNIÓN CON DIOS Y LOS HERMANOS: «SI UN MIEMBRO
SUFRE, TODOS SUFREN CON ÉL» (1COR 12,26)
El apóstol Pablo les decía a los cristianos de Corinto que la recepción
del Cuerpo y la Sangre de Cristo tiene el poder de establecer una comunión tan
fuerte entre quienes creen en Él que aleja del corazón humano la indiferencia y
la división: «El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la
sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues
todos comemos del mismo pan» (1Cor 10,16-17).
Esta comunión eucarística, que nos transforma en Cristo y nos permite
crecer como miembros de su cuerpo, nos libera también de nuestros egoísmos y de
la búsqueda de los propios intereses. Al entrar en comunión con los
sentimientos de Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación, se nos abre
la mente y se ensancha el corazón para que quepan en él todos los hermanos,
especialmente los necesitados y marginados. «Quien reconoce a Jesús en la Hostia
santa, lo reconoce en el hermano que sufre, que tiene hambre y sed, que es
extranjero, que está desnudo, enfermo o en la cárcel; y está atento a cada
persona, se compromete, de forma concreta, en favor de todos aquellos que
padecen necesidad» [2].
"Nuestra participación en el cuerpo y la sangre de Cristo sólo
tiende a convertirnos en aquello que recibimos" (San León Magno) [3]:
cuerpo de Cristo entregado y sangre derramada para la vida del mundo. Desde la
comunión con Cristo llegamos a ser siervos de Dios y de los hombres. De este
modo, la Eucaristía constituye, en palabras de Benedicto XVI, «una especie de
antídoto» [4] frente al individualismo y la indiferencia, y nos impulsa a lavar
los pies a los hermanos. [5]
2. LA
EUCARISTÍA, SACRAMENTO QUE NOS COMPROMETE CON LOS HERMANOS: «¿DÓNDE ESTÁ TU
HERMANO?» (GN 4,9).
De la Eucaristía derivan el sentido profundo de nuestro servicio y la
responsabilidad en la construcción de una Iglesia fraterna y esperanzada, así
como de una sociedad solidaria y justa. Esta sociedad no se construye ni se
impone desde fuera, sino a partir del sentido de responsabilidad de los unos
hacia los otros. Como miembros del Cuerpo de Cristo descubrimos que el gesto de
compartir y la vivencia del amor es el camino más adecuado para superar la
indiferencia y globalizar la solidaridad.
En este mismo sentido, la campaña de Cáritas nos plantea este año una
pregunta muy directa y concreta: «¿Qué haces con tu hermano?» [6]. A esta
pregunta, no podemos responder como Caín: «¿Soy yo acaso el guardián de mi
hermano?» (Gn 4,9). Hoy y siempre estamos llamados a preguntarnos dónde está el
hermano que sufre y necesita nuestra presencia cercana y nuestra ayuda
solidaria.
La solidaridad, como nos recuerda el papa Francisco, es «más que algunos
actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad
(...), es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad,
la falta de trabajo, la tierra, la vivienda, la negación de los derechos
sociales y laborales» [7].
Ante esa multitud de hermanos que sufren, debemos mostrar nuestra
especial cercanía y afecto hacia quienes claman y esperan de nosotros una mayor
solidaridad. No podemos ser indiferentes:
• Ante la muerte violenta de miles de cristianos, en distintos países de
la tierra, por el simple hecho de mostrar el amor de Dios a sus hermanos y por
confesar a Jesucristo como único salvador de los hombres.
• Ante la situación de tantos cristianos y no cristianos que, a pesar de
la corrupción y de las dificultades de la vida diaria, actúan con honestidad,
trabajan por la justicia y se esfuerzan por atender a las necesidades más
inmediatas de los empobrecidos. Hemos de colaborar en la promoción de su
desarrollo integral y en la transformación de las estructuras sociales
injustas. [8]
• No podemos ser indiferentes ante los millones de hermanos nuestros que
siguen sin acceso al trabajo, tienen puestos de trabajo que no les permiten
vivir con dignidad y se ven abocados a la emigración. Pensamos de manera
especial en los jóvenes, en los parados de larga duración, en los mayores de 50
años a los que se les cierra el acceso a un puesto de trabajo y en las mujeres
víctimas de discriminación laboral y salarial. [9]
• Tampoco podemos pasar por alto a los que no tienen vivienda o se ven
privados de ella por los desahucios. Ésta es otra de las muchas heridas
sociales que acentúa la precariedad y la desesperación de miles de personas y
familias.
• Nos duele y nos debe seguir doliendo la pobreza y el hambre en el
mundo, sobre todo cuando la humanidad dispone de los medios y recursos
necesarios para acabar con ella, como nos recuerda Cáritas Internationalis en
la campaña "Una sola familia. Alimentos para todos".
• No queremos acostumbrarnos a las historias de sufrimiento y de muerte
que se repiten en nuestras fronteras. A las de los miles de hombres y mujeres
que huyen de las guerras, del hambre y la pobreza y no ven respetados sus
derechos ni encuentran en el camino políticas migratorias que respeten su
dignidad y su legítima búsqueda de mejores condiciones de vida. [10]
• Particular preocupación deben suscitar entre nosotros los miles de
personas que en nuestra propia tierra son objeto de trata, así como las que se
ven abocadas a situaciones de prostitución, en su mayoría mujeres, y que
constituyen la nueva esclavitud del s. XXI. [11]
3. TRANSFORMADOS
EN CRISTO, GLOBALICEMOS LA MISERICORDIA
Ante los planteamientos culturales y sociales del momento presente, que
generan tanta marginación y sufrimiento, estamos llamados a dejarnos afectar
por la realidad y por la situación social que sufren nuestros hermanos más
débiles y necesitados. Es urgente romper el círculo que nos aísla llevándonos a
un individualismo que hace difícil el desarrollo del amor y la misericordia en
nuestro corazón. Como nos recuerda Jesucristo, la salvación y la realización
personal y comunitaria pasan por el riesgo de la entrega: «El que quiera ganar
su vida la perderá y el que esté dispuesto a perderla la ganará» (Mc 8,35).
La clave para salir de la indiferencia está en entregarse a los demás
como lo hace Jesús. Él sigue partiendo su Cuerpo y derramando su Sangre en la
Eucaristía para que nadie pase hambre ni tenga sed. Por eso, mientras veneramos
y adoramos solemnemente en nuestros templos, plazas y calles a Jesús Eucaristía
en la fiesta del Corpus Christi, le decimos:
Gracias, Señor, por este don
admirable, sacramento de tu presencia viva entre nosotros
y de comunión con Dios y los
hermanos. No permitas que nos dejemos vencer por la indiferencia. Que nadie
tenga la tentación de estar contigo, de amarte y de servirte, sin estar con los
pobres, amar a los que sufren y servir a los necesitados. Que nuestra contemplación,
adoración y participación en el misterio de la Eucaristía nos identifique
contigo, nos ayude a superar la indiferencia y a globalizar tu amor y tu
misericordia.
- FRANCISCO,
Mensaje para la Cuaresma «Fortalezcan sus corazones (St 5,8)», 2015.
- BENEDICTO
XVI, Homilía en la Basílica de San Juan de Letrán, 23 de Junio de 2011.
- Sermón
12, De Passione 3, 7: PL 54.
- BENEDICTO
XVI, Mensaje en el rezo del Ángelus, 26 de Junio de 2011.
- Cf. Jn
13,8.
- Cf.
Cáritas Española, ¿Qué haces con tu hermano? Campaña Institucional
2014-2015.
- FRANCISCO,
Discurso a los participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos
Populares, 28 de Octubre de 2014. Cf. CONFERENCIA EP. ESPAÑOLA,
Instrucción Iglesia, servidora de los pobres, 48.
- Cf.
Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, 188.
- Cf.
CONFERENCIA EP. ESPAÑOLA, Instrucción Iglesia, servidora de los pobres,48.
- Cf.
Nota de prensa de Cáritas, Secretariado de la Comisión Episcopal de
Migraciones, CONFER, Justicia y Paz, «No queremos acostumbrarnos», 13 de
febrero de 2015.
- Cf.
FRANCISCO, Mensaje para la Jornada Mundial de la paz, 1 de enero de 2015.
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