Solo en
algunos casos muy específicos podrían ser readmitidos a la Eucaristía.
El Papa Francisco sorprendió
el viernes a los cardenales de todo el mundo, reunidos en el Vaticano,
aplaudiendo sin reservas la presentación introductoria de dos horas realizada
por el cardenal Walter Kasper el día anterior, que propone readmitir a la Eucaristía a algunos divorciados
vueltos a casar que cumplan requisitos muy específicos.
Con buen humor, el Papa reveló al centenar y medio de cardenales que
«ayer por la noche volví a leer -¡pero no para dormirme!- el trabajo del
cardenal Kasper, y querría darle las gracias porque encontré teología profunda
y pensamiento sereno. Es agradable leer teología serena».
Para sonrojo del cardenal alemán, prestigioso profesor en Tubinga y
Münster antes de venir a Roma a encargarse de Ecumenismo durante una década, el
Papa dijo que su ponencia «me ha hecho bien, y me ha traído a la cabeza una
idea… Perdóneme si le sonrojo, pero la idea es esta: esto se llama hacer teología de rodillas. Gracias, gracias».
En su texto, que el Vaticano prefirió no difundir por considerarlo
material de trabajo interno de los cardenales, Kasper recuerda que el
matrimonio sacramental ante la Iglesia es indisoluble, pues así lo declaro
Jesús.
El cardenal alemán -que cumplió ochenta años el 5 de marzo pero
participó en el Cónclave pues tenía solo 79 el 28 de febrero- señala también
que no sería solución honrada simplificar los trámites para las anulaciones,
pues la mayoría de los católicos no las piden cuando son conscientes de que su matrimonio
ha fracasado pero no fue nulo.
La indisolubilidad del matrimonio excluye, por tanto, un segundo
matrimonio sacramental, posibilidad que admiten, en cambio, las Iglesias
ortodoxas con ciertas modalidades.
DIVORCIADOS
QUE SE CASEN POR LO CIVIL
La propuesta de Kasper, que pasará a estudio de los Sínodos de Obispos
de octubre del 2014 y octubre del 2015, no se refiere a divorciados que formen
después parejas de hecho sino sólo a los que contraigan un matrimonio civil. El
cardenal alemán propone que, en ese caso se podría admitir a la Eucaristía a un
número relativamente menor de personas que cumplan varios requisitos.
Sustancialmente, que el primer
matrimonio haya resultado irremediablemente roto sin culpa del interesado y
que se admitan las posibles obligaciones de aquel primer matrimonio. Al mismo
tiempo, que el segundo matrimonio haya generado nuevas obligaciones que sea
necesario respetar, y que la persona interesada tenga tanto un vivo interés por
educar a los hijos en la fe cristiana como un vivísimo interés en recibir los
sacramentos.
El cardenal Kasper presentó su propuesta como una mera posibilidad, sin
empujarla ni «reforzarla» con excesivos argumentos. Era, tal como dijo el Papa,
un ejemplo de «teología serena», muy distinto de otros de «teología
vociferante» o de «teología chantaje», que suelen abundar en torno a este tema.
El aplauso del Papa ante el resto de los cardenales habrá enrojecido a
Walter Kasper pero no le habrá sorprendido pues en su primer Ángelus, el Santo
Padre elogió el libro del purpurado alemán sobre la misericordia.
A la salida de la reunión del jueves, Kasper se había parado a comentar
su ponencia con un pequeño grupo de periodistas. Con toda naturalidad reconoció
que había pedido algunas sugerencias al Papa y que Francisco le había dicho:
«Debes plantear preguntas, preguntas que hagan pensar».
Su ponencia revistió, pues, la forma de una pregunta: ¿Se podría admitir
a algunas personas a la Eucaristía en determinados casos? La respuesta
corresponderá, en un proceso de dos
años, a los dos Sínodos de los Obispos sobre la familia y,
finalmente –en torno a enero del 2016-, a la exhortación apostólica que
publique el Papa.
juan vicente boo / corresponsal en el vaticano
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