lunes, 16 de febrero de 2015

LAS IGLESIAS ORTODOXAS, EN EL OJO DEL HURACÁN


La jerarquía ortodoxa de la zona que sufre los efectos mortales y devastadores de esta guerra -porque guerra es- ¿no tiene nada que decir ni exigir a las partes enfrentadas? El Papa lo ha hecho, y con energía.

La Iglesia ortodoxa griega y la del este de Ucrania, junto con sus feligresías, lo tienen que estar pasando mal, aunque no nos llegan noticias de ninguna clase sobre lo que repercuten en ellas los conflictos surgidos en esas zonas de su influencia.

Resulta extraño tanto mutismo de los medios informativos. ¿Es que la guerra de Ucrania, sobre todo, no va con ellos? La jerarquía ortodoxa de la zona que sufre los efectos mortales y devastadores de esta guerra -porque guerra es- ¿no tiene nada que decir ni exigir a las partes enfrentadas? El Papa lo ha hecho, y con energía. En cambio, ¿qué han dicho, si han dicho algo, el Patriarcado de Moscú, o los ortodoxos del este de Ucrania, donde son mayoría?

Igual se han manifestado en contra, o no, de esta agresión instigada por Putin, dada la tradicional implicación de las iglesias orientales con el entramado del poder; pero si lo han hecho, no ha trascendido fuera de la verja doméstica. O a los corresponsales extranjeros presentes en el área conflictiva, o en Kiev o en Moscú, les importa un pito lo que puedan decir los clérigos de una u otra parte. No sé. Personalmente estoy desconcertado.

Y en cuanto a Grecia, donde el partido Syriza, que se alzó con el santo y la limosna en las recientes elecciones generales griegas, la situación no es menos confusa. Parece que Syriza es un partido de extrema izquierda, distante por ello de la Iglesia ortodoxa local, ampliamente hegemónica en ese país. Sin embargo, en cuanto se conocieron los primeros resultados electorales, Alexis Tsipras, cabeza de fila de la formación extremosa y triunfadora, se apresuró a decir que bajo su mandato, Grecia continuaría siendo confesional, algo que ni los más acreditados meapilas occidentales se atrevería a afirmar, ni falta que hace. Para el abrazo del oso, en España nos basta y sobra con los peperos, que prometen y luego no cumplen.

En fin, que unos por su aparente mutismo, y otros por desdén a cualquier tipo manifestación religiosa, no sabemos de la misa la media de lo que allí hacen o dicen los hermanos de la Iglesias orientales.

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