viernes, 6 de febrero de 2015

DE LA ABSURDA GUERRA DE TODOS CONTRA TODOS QUE PUEDE DESATAR UN SOLO ATENTADO TERRORISTA


Hagan Vds. el experimento: yo lo hacía de chico. Golpeen Vds. las cabecitas de dos hormigas y suéltenlas luego: observarán como sin saber (ellas) por qué (aunque Vd. sí) se quedarán peleándose.

Los terroríficos atentados de los días 7 y 8 de enero en París tuvieron ese maléfico efecto… Y de repente, todos estábamos peleados con todos. Para empezar, las primeras víctimas “inesperadas” de unos terroristas musulmanes que pretendían atentar contra cristianos blasfemadores terminan siendo… ¡¡¡dos musulmanes!!! como efectivamente fue el caso (pinche aquí si no lo sabía).

Justo a continuación, y como por arte de magia, nos vemos peleados los propios destinatarios, si no de las balas de los terroristas, sí de su mensaje amedrentador, diferenciados entre los que éramos Charlie y los que no lo éramos, hasta el punto de que una de los redactores que salvó la vida de chiripa en la sede del diario, hasta se permitió renegar y maldecir de los que al grito de “Yo soy Charlie” le expresaban su solidaridad a pesar de no aprobar el trabajo que realizaba su publicación (pinche aquí para conocer el caso). Y eso, por no hablar de la división producida en Francia, que llevó a la separación de una determinada opción política por las demás, división que, en cualquier caso, fue un trabajo de aprendices al lado de la que un atentado similar en su esencia pero infinitamente superior en su efecto destructor, se produjo en España once años antes, azuzada por unos personajes que portan hoy el excelentísimo delante del apellido y son honrados (y remunerados) como auténticos “hombres de estado”.

Pues bien, por si todo ello no fuera suficiente, a cinco mil kilómetros de distancia, los musulmanes de Níger (algunos musulmanes es preciso aclarar) deciden tomarse la revancha y lo hacen con los cristianos locales y matan a diez de ellos, mientras queman sus iglesias y destrozan sus casas (pinche aquí para conocer los detalles), como si los pobres cristianos nigerinos tuvieran mucho que ver con los cristianos de una descristianizada Europa, y menos aún todavía, con las blasfemias de la revista que fue el objetivo principal de los terroristas aquellos fatídicos 7 y 8 de enero. Y cuando seguro que a esos pobres cristianos nigerinos, las blasfemias proferidas desde Charlie Hebdo, mucho más frecuentes, ha de recordarse, contra el cristianismo que contra el islam, les causaban tanto estupor, dolor y pesadumbre como a los propios musulmanes.

Y por si todo ello fuera todavía poco, leo ahora que el Irán chiíta también se toma su revancha contra las blasfemias proferidas desde el semanario francés, y lo va a hacer convocando un concurso para elegir el chiste más ofensivo… ¡¡¡sobre el Holocausto judío!!! Eso sí, mientras en Yemen, unos musulmanes suníes como los terroristas de París, la emprenden, con un atentado que deja no menos de veinte víctimas mortales, contra la minoría yemení que profesa la religión chiíta de los iraníes que hacen causa común con los terroristas suníes franceses.

¿Se puede entender? Claro que se puede entender: desde la realización de categorizaciones que segregan a las personas en torno a rangos absolutamente errados a los efectos. Cada día estoy más convencido de que en la lucha contra los terroristas no hay ni cristianos, ni ateos, ni judíos, ni musulmanes, ni suníes, ni chiítas… y la única categorización posible –lo digo de verdad, no enmascarado en buenismos e impostadas ingenuidades que son uno de los más eficaces instrumentos de los que se vale el diablo para sembrar el mal hoy día en nuestras sociedades– es la que distingue entre la gente de buena voluntad que pone las víctimas, y la gente mala, entre estos últimos, algunos demoníacos, como se está viendo, que ponen los verdugos.

La gente de buena voluntad, que sea cristiana, que sea atea, que sea judía, que sea musulmana, está obligada a entenderse y a hacer cuantos esfuerzos sean posibles por estar unida frente a esta amenaza diabólica que aterroriza el mundo y que nos lleva a pelearnos todos contra todos sin ni siquiera saber ya quiénes son nuestros enemigos.

Y sin más por hoy, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Mañana más.

Luis Antequera

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