No se crean que voy a hablar de
algún tema argentino, más bien lo voy a hacer de liderazgo, esa palabra de moda entre los que nos dedicamos a esto
de la Nueva Evangelización y que tanto nos preocupa.
Estaba escuchando la presentación
de un libro sobre líderes de la historia y el autor afirmaba que en muchos
casos un liderazgo no se puede
desarrollar si no se topa con otro liderazgo y ambos encuentran un lugar
en común desde el que cambiar la historia.
Ejemplos hay muchos: San Pablo y
San Pedro, Isabel y Fernando, Mandela y Lecrerc, Reagan y Gorbachov...parece
una constante de la historia que cuando se produce un cambio drástico hay dos liderazgos de mundos opuestos que se
encuentran.
Pensando en alto, y puesto que
somos cristianos por lo que se nos aplica aquello del “envío de dos en dos”; ¿no será precisamente ésta una de las cosas
que nos está faltando en la cultura de liderazgo de nuestra iglesia?
Desde Trento nos hemos empeñado
en crear cristianos individuales,
y a su imagen, hacemos santos
individuales también. Pocas veces nos fijamos en matrimonios cristianos
o parejas espirituales unidas por un carisma, a lo San Francisco y Santa Clara,
o San Juan de la Cruz y Santa Teresa.
La imagen del líder/santo en
nuestra iglesia demasiadas veces aparece solitaria, como un héroe estilo San Juan María Vianney, muy admirable
pero difícilmente imitable y por ende replicable.
Si lo trasladamos a los grandes
líderes de la Iglesia de nuestro tiempo, vemos un patrón similar...luminarias
por todas partes...pero pocos
partenariados. Y para esto no vale mostrarnos a un santo y a su escudero
fiel, al Moisés con su Aarón de turno, pues si bien lo he entendido, los
grandes liderazgos provocan el cambio cuando se alían con quienes son sus
diferentes para alumbrar algo nuevo.
Así que en consecuencia para que yo me desarrolle como líder,
para que pueda tener fruto...necesito que otro líder se fije en mi y quiera
compartir camino. Hará falta que los dos nos salgamos un poquito de nuestro
propio camino, pero el resultado merecerá la pena.
Mis posibilidades en esto de la
nueva evangelización están absolutamente supeditadas a que haya gente que
quiera completar, mejorar y superar lo que yo vengo a traer, creando una
criatura nueva mucho mejor de la que yo podría engendrar.
Quizás el mal que nos aqueja en
la Iglesia es precisamente el de ser tan buenos, tan luminarias, tan entregados
a nuestra causa y carisma, que
no somos capaces de ver al santo de al lado e intentar hacer causa común con
él.
Por eso muchas veces no trascendemos nuestro carisma, ni
nuestro movimiento y mucho menos la causa de la Nueva Evangelización...miramos
juntos al mismo padre Dios y somos hijos de la misma madre Iglesia. Y esperamos
cada uno tener la suficiente fuerza de fuego, el suficiente carisma, la
suficiente capacidad de liderazgo para convertir al mundo entero…
Yo no sé ustedes, yo
personalmente estoy cansado de los líderes que lo hacen todo, de los que no
comparten hasta perder lo propio
y de los que no creen que la salvación se extienda más allá de los confines de
su terruño eclesial. Tampoco me gusta la gente de una idea fija que quiere
conseguirla a toda costa, por santa que sea, si ésta sólo es una visión
personal.
Conforme pasan los años me voy
dando cuenta de que el valor de una persona como líder, su peso como cristiano,
se parece cada vez más a aquello del dime con quien andas y te diré quien
eres. Para entender y categorizar
un liderazgo más vale fijarse en lo que tiene alrededor que en lo que te
viene a vender de palabra o incluso de obra.
Creo profundamente en la
comunidad de la iglesia, y como cristiano sigo a un Dios que actúa
trinitariamente en todo lo que hace… y por eso me pesa constatar que por alguna razón (formación, cultura
eclesial, etc,etc) la gente no está dispuesta ni a dar un 10% de lo suyo para
que nazcan y subsistan otras realidades igual de buenas o incluso mejores que
la suya.
Me parece una pobreza cuya factura estamos pagando
constantemente y tiene el nombre de falta de unidad con el consiguiente
antitestimonio.
Sería injusto si dijera que esto
es todo lo que conozco, pues precisamente de bailar tangos de Nueva Evangelización es de lo que respiro, e invito a
todo el que quiera a bailar uno conmigo.
Eso sí, que si lo hace, lo haga
con todas las consecuencias, sabiendo que la doble porción de la bendición del Señor sólo llega cuando dos
mueren para que uno nazca, cuando el matrimonio se hace un yugo fecundo de amor
donde se acrisolan las diferencias y se unen los destinos.
PD Por si alguien se lo preguntaba, la expresión del título la popularizó Reagan, y viene de una canción de los
años 50
"For ten years détente was based on
words by them [the Russians] and not any words to back them up. And we need
some action that they — it takes two to tango — that they want to tango
also." (Transcript of President´s News Conference on Foreign and Domestic
Affairs," New York Times. November
12, 1982.)
Jose
Alberto Barrera Marchessi
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