La pobreza que es una virtud no es la falta de
recursos. Eso es una desgracia. La pobreza que nos acerca a Jesús es la de
nuestra debilidad, la de nuestra dependencia. Nosotros nos creemos seguros,
poseedores de la verdad, superiores a los demás. No queremos sentirnos pobres.
Pero todos, en un momento u otro, nos sentimos necesitados. Notamos que solos
no podemos hacer nada. Es entonces cuando se puede manifestar Dios. Nuestro
orgullo se rebela ante nuestra pobreza, pero es en esos momentos cuando la
Palabra penetra en nosotros. Es entonces, cuando vacíos de nosotros mismos, nos
podemos llenar de los demás. Como escribió san Pablo a los Corintios, "cuando
soy débil, es entonces cuando soy fuerte".
La verdadera pobreza es la de saberse en los brazos
de Dios como un niño. La verdadera pobreza es saber que solos no podemos nada,
que necesitamos siempre de los demás. Entonces comprenderemos que los demás también
nos necesitan y que a Dios lo encontramos en el otro.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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