Kenneth H. Howell pide un
ecumenismo de obediencia a Dios.
Kenneth H.
Howell se educó en una familia protestante presbiteriana de EEUU, llegó a ser
ministro presbiteriano desde 1978 y profesor en el Seminario Teológico
Reformado de Jackson, Mississippi desde 1988.
Hacia 1991, preparando un curso sobre la Eucaristía e investigando cómo entendían la eucaristía los primeros cristianos, se convenció de que Cristo estaba realmente en la eucaristía de la Iglesia antigua y que los calvinistas se equivocaban en su postura.
Él siempre había pensado que Calvino era un reformador que había “arreglado” los fallos de la Iglesia medieval y del siglo XVI, que había animado a “volver a la Iglesia antigua”. Kenneth lo hizo, investigó la Iglesia antigua… y descubrió que esa iglesia no era calvinista, sino más bien católica.
Además descubrió que era necesaria una autoridad, un Magisterio, para interpretar la Palabra de Dios. Fue comprendiendo que Dios había dejado esa autoridad en la Iglesia católica, en Pedro y los apóstoles y sus herederos.
Entre 1991 y 1994 exploró además la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, y se sintió cada vez más atraído por la plenitud de la fe católica. Un amigo católico le pagó un viaje y una inscripción en la Universidad Franciscana de Steubenville en verano de 1992 para un curso de “Defender la fe”, y allí conoció a Marie Jutras, una católica de toda la vida (por el momento conocía sobre todo católicos ex-protestantes) que le asombró por su conocimiento de la fe y ayudó con su amistad a superar algunos prejuicios de su esposa contra el catolicismo.
En 1994 dejó su seminario protestante después de enseñar en él seis años. En 1996 se incorporó plenamente a la fe católica, y su esposa lo hizo 14 años después, en 2010.
MARÍA Y LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
En 2011 Kenneth, ya como profesor en el Newman Center de la Universidad de Illinois, escribió una reflexión sobre el papel de María en la unidad de los cristianos, en su libro “Mary of Nazareth: Sign and Instrument of Christian Unity” (Queenship Publishing).
En primer lugar, señaló que a finales del siglo XX se han multiplicado los esfuerzos y el deseo de unidad entre los cristianos de distintas comunidades… y también se han multiplicado las “apariciones y locuciones marianas declaradas”, y en general la devoción mariana no va a menos, sino que crece.
“Estoy convencido de que las preguntas sobre María deben afrontarse de cara si se ha de lograr algún ecumenismo verdadero”, afirma.
Considera que el ecumenismo verdadero no consiste en una negociación, “sino en buscar juntos la verdad de la Revelación de Dios. Empieza confesando que no comprendemos por completo la Verdad de Dios, y que debemos siempre buscar la mente de Cristo”.
MARÍA NO ES UN MONTÓN DE DOCTRINAS: ES UNA MUJER
El siguiente paso implica comprender que María no es un montón de doctrinas (que unos cristianos aceptan y a otros les incomodan). María, recuerda, “es una persona”. “María es lo que es independientemente de nuestras creencias”, insiste.
A Kenneth le maravilla que el Hijo de Dios vivió en el seno de María 9 meses. “Así es como María es un instrumento de unidad. Ella unió al Logos, a la segunda persona de la Trinidad, con su naturaleza humana en su propio cuerpo. María ha unido más de lo que ningún humano ha unido. Ella ha unido a Dios y hombre en los pequeños confines de su vientre”.
“Es claro por la Escritura que Jesucristo es la llave de la unidad entre los cristianos, pero Jesucristo, único Salvador, no sería lo que es –hombre-Dios perfecto- si María no hubiese sido el medio de unir su naturaleza humana y divina en una persona”.
Kenneth insiste en que la unidad que Cristo pide a sus discípulos (“Que sean uno”, rezó Jesús) no llega mediante la negociación, sino mediante la obediencia a la enseñanza apostólica recibida, igual que María es ejemplo de obediencia.
Esa unidad es humanamente imposible pero el ángel dijo a María que para Dios todo es posible (Lucas 1,37) y así fue en su seno.
“María no negoció con Dios, no llegó a un acuerdo. Reconoció su dependencia de Su gracia y buscó hacer su voluntad”, insiste el antiguo profesor presbiteriano.
Después recuerda la peculiaridad de María, como madre del Hijo, hija del Padre y esposa del Espíritu Santo.
UNIDAD ENTRE VERDAD Y AMOR
Otro elemento de unidad en María es que, como Jesús, aúna doctrina y amor, verdad y compasión. “La verdad sin amor es estéril; la unidad sin verdad es vacía, sin fruto”, señala.
Reconoce que el modelo para todos los cristianos es Jesucristo pero… ¿cuál fue el modelo de Jesucristo, de quién aprendió su amor por la verdad y su compasión? En gran parte, de María, de su madre. Así, la suma de amor y compasión que deberíamos imitar de Jesús, es la suma de amor y compasión que Él imitó de María. Y así “María es a la vez el modelo y el medio para nuestra unidad”.
“Ha llegado el momento de deponer nuestras actitudes defensivas, dejara un lado nuestras agendas personales y políticas”, exhorta, y pide decir como la Virgen: “Hágase en nosotros según tu palabra”.
Y propone una oración para avanzar en la unidad de los cristianos.
“Señor, somos tus siervos.
Cura nuestras divisiones y haz que tu Hijo reine como Señor entre nosotros.
Que tu Palabra more entre nosotros y nos haga uno.
Santa María, Madre de Dos, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén”
Artículo publicado originalmente en Cari Filii.
Hacia 1991, preparando un curso sobre la Eucaristía e investigando cómo entendían la eucaristía los primeros cristianos, se convenció de que Cristo estaba realmente en la eucaristía de la Iglesia antigua y que los calvinistas se equivocaban en su postura.
Él siempre había pensado que Calvino era un reformador que había “arreglado” los fallos de la Iglesia medieval y del siglo XVI, que había animado a “volver a la Iglesia antigua”. Kenneth lo hizo, investigó la Iglesia antigua… y descubrió que esa iglesia no era calvinista, sino más bien católica.
Además descubrió que era necesaria una autoridad, un Magisterio, para interpretar la Palabra de Dios. Fue comprendiendo que Dios había dejado esa autoridad en la Iglesia católica, en Pedro y los apóstoles y sus herederos.
Entre 1991 y 1994 exploró además la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, y se sintió cada vez más atraído por la plenitud de la fe católica. Un amigo católico le pagó un viaje y una inscripción en la Universidad Franciscana de Steubenville en verano de 1992 para un curso de “Defender la fe”, y allí conoció a Marie Jutras, una católica de toda la vida (por el momento conocía sobre todo católicos ex-protestantes) que le asombró por su conocimiento de la fe y ayudó con su amistad a superar algunos prejuicios de su esposa contra el catolicismo.
En 1994 dejó su seminario protestante después de enseñar en él seis años. En 1996 se incorporó plenamente a la fe católica, y su esposa lo hizo 14 años después, en 2010.
MARÍA Y LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS
En 2011 Kenneth, ya como profesor en el Newman Center de la Universidad de Illinois, escribió una reflexión sobre el papel de María en la unidad de los cristianos, en su libro “Mary of Nazareth: Sign and Instrument of Christian Unity” (Queenship Publishing).
En primer lugar, señaló que a finales del siglo XX se han multiplicado los esfuerzos y el deseo de unidad entre los cristianos de distintas comunidades… y también se han multiplicado las “apariciones y locuciones marianas declaradas”, y en general la devoción mariana no va a menos, sino que crece.
“Estoy convencido de que las preguntas sobre María deben afrontarse de cara si se ha de lograr algún ecumenismo verdadero”, afirma.
Considera que el ecumenismo verdadero no consiste en una negociación, “sino en buscar juntos la verdad de la Revelación de Dios. Empieza confesando que no comprendemos por completo la Verdad de Dios, y que debemos siempre buscar la mente de Cristo”.
MARÍA NO ES UN MONTÓN DE DOCTRINAS: ES UNA MUJER
El siguiente paso implica comprender que María no es un montón de doctrinas (que unos cristianos aceptan y a otros les incomodan). María, recuerda, “es una persona”. “María es lo que es independientemente de nuestras creencias”, insiste.
A Kenneth le maravilla que el Hijo de Dios vivió en el seno de María 9 meses. “Así es como María es un instrumento de unidad. Ella unió al Logos, a la segunda persona de la Trinidad, con su naturaleza humana en su propio cuerpo. María ha unido más de lo que ningún humano ha unido. Ella ha unido a Dios y hombre en los pequeños confines de su vientre”.
“Es claro por la Escritura que Jesucristo es la llave de la unidad entre los cristianos, pero Jesucristo, único Salvador, no sería lo que es –hombre-Dios perfecto- si María no hubiese sido el medio de unir su naturaleza humana y divina en una persona”.
Kenneth insiste en que la unidad que Cristo pide a sus discípulos (“Que sean uno”, rezó Jesús) no llega mediante la negociación, sino mediante la obediencia a la enseñanza apostólica recibida, igual que María es ejemplo de obediencia.
Esa unidad es humanamente imposible pero el ángel dijo a María que para Dios todo es posible (Lucas 1,37) y así fue en su seno.
“María no negoció con Dios, no llegó a un acuerdo. Reconoció su dependencia de Su gracia y buscó hacer su voluntad”, insiste el antiguo profesor presbiteriano.
Después recuerda la peculiaridad de María, como madre del Hijo, hija del Padre y esposa del Espíritu Santo.
UNIDAD ENTRE VERDAD Y AMOR
Otro elemento de unidad en María es que, como Jesús, aúna doctrina y amor, verdad y compasión. “La verdad sin amor es estéril; la unidad sin verdad es vacía, sin fruto”, señala.
Reconoce que el modelo para todos los cristianos es Jesucristo pero… ¿cuál fue el modelo de Jesucristo, de quién aprendió su amor por la verdad y su compasión? En gran parte, de María, de su madre. Así, la suma de amor y compasión que deberíamos imitar de Jesús, es la suma de amor y compasión que Él imitó de María. Y así “María es a la vez el modelo y el medio para nuestra unidad”.
“Ha llegado el momento de deponer nuestras actitudes defensivas, dejara un lado nuestras agendas personales y políticas”, exhorta, y pide decir como la Virgen: “Hágase en nosotros según tu palabra”.
Y propone una oración para avanzar en la unidad de los cristianos.
“Señor, somos tus siervos.
Cura nuestras divisiones y haz que tu Hijo reine como Señor entre nosotros.
Que tu Palabra more entre nosotros y nos haga uno.
Santa María, Madre de Dos, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén”
Artículo publicado originalmente en Cari Filii.
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