miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA IGLESIA COMO CASA DE DIOS


Son varios los sentidos…, en que podemos entender el vocablo “Iglesia”. Existe un sentido espiritual y otro material referido en edificio de construcción, que alberga la casa de Dios, donde el hombre reza, alaba y adora al Señor, es decir le da culto a su Creador. Además del culto a Dios trinitario, llamado de “culto de latría”, existe otros cultos que son el “culto de hiperdulía”, que es el que se le realiza a la Virgen nuestra Madre celestial, y el “culto dulía” que es el que se le tributa a los ángeles y a los santos.

Es en la casa de Dios, en la iglesia, donde se tributan por excelencia estas clases de cultos. Para la realización de estos cultos, es la iglesia el lugar idóneo, pero no exclusivo ya que por ejemplo si la persona que quiera recibir la unción de enfermos y que no puede desplazarse, este sacramento habrá que facilitárselo en su casa o sanatorio donde se encuentre. Esto no quiere decir, que la Eucaristía no pueda celebrase en otros lugares por singulares razones. Recuero que en Tierra Santa, hasta en un autobús en marcha, oí misa y también en un yate anclado en un puerto de una isla del Caribe, donde no había, ni una pequeña capilla.

Pero es en la Iglesia donde se encuentran siempre, todos los elementos necesarios para realizar un culto determinado, cuando la liturgia de este, requiera de estos elementos, como pueden ser por ejemplo, ornamentos, vasos sagrados, incensarios, velas, patenas, corporales, corporales, purificadores…, etc.

Si entramos en una iglesia, encontraremos una serie de elementos que hay que clasificar y valorar de acuerdo con su importancia El primero de todos es el Sagrario que habitualmente puede encontrarse sobre todo en catedrales Basílicas y en iglesias importantes, en una capilla especial llamada Capilla del Santísimo, sencillamente porque dentro del Sagrario, si hay una pequeña luz roja encendida, uno se encuentra en presencia real, ahí está, el cuerpo resucitado y glorioso y el alma de Nuestro Señor Jesucristo, también se encuentra su sangre, porque aunque dentro del sagrario no haya ningún vaso que contenga sangre consagrada, el principio de la “concomitancia” nos dice que ahí está. Existen también iglesias pequeñas, que carecen de una capilla específica para el sagrario y este está al lado o detrás del altar.

En la consagración de pan, se hacen también presentes, la sangre, alma, y divinidad de Cristo. Y lo mismo ocurre con la consagración de la sangre de Nuestro Señor. La doctrina explica por qué, el Cristo completo está presente bajo cada especie Eucarística. Cristo es indivisible; Su Cuerpo es inseparable de Su Sangre, de Su Alma humana, Su Naturaleza Divina y Su Persona Divina. De esta verdad se deduce que Jesús está enteramente presente en la Eucaristía. En virtud del principio de la “concomitancia”, cuando comulgamos aunque solo tomemos el pan consagrado, estamos tomando también la sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Pero es más, al tomarse la eucaristía, por razón del principio de la “circumincesión intra trinitaria”, donde está una de las tres personas siempre se encuentran las otras dos. Por lo que cuando comulgamos recibimos al Dios trinitario. Puede ser que alguno se pregunte ¿Y por qué cuerpo y sangre y no solamente cuerpo? Si, ni los judíos ni los musulmanes toman la sangre de los animales que sacrifican. Esto tiene una explicación.

La sangre tiene un valor simbólico, de representación del alma, según el Génesis (Gn. 9,3-6). Nuestro Señor en la institución de la Eucaristía, nos ofrece no solo participar de su alma sino también de su cuerpo. El alma en la Biblia se asemeja al soplo divino. Así, el principio de la vida es el soplo vital, la nefesh”. Generalmente se cree que la nefesh” se encuentra en la sangre (“Porque la vida de la carne es la sangre”, Lv. 17,11-; en Dt. 12,23-, se prohíbe comer la sangre “es la vida y no debes comer la vida de la carne”) Amar a Dios con toda el alma significa por tanto, amarle hasta el límite de dar la propia sangre.

El segundo elemento en importancia que encontramos en una iglesia es el altar, porque este representa simbólicamente a Cristo Jesús. El altar antiguamente y siempre que se pueda debe de ser una piedra rectangular confeccionada con un bloque de piedra de carácter inamovible pues el Señor es inamovible, También antiguamente era embutida en la superficie superior del altar, una pequeña losa en la que estaba incrustada una reliquia de algún mártir o santo.

Cuando va a decir misa, el sacerdote solo o acompañado de con celebrantes, revestidos todos con su correspondientes ornamentos del color que indique la celebración del día de que se trate, se acercan al altar y lo primero que hacen es besar el ara del altar o cualquier parte superior del altar, lo mismo que al final cando concluye la misa. Sobre la losa del ara, despliega el sacerdote oficiante los corporales, sobre los cuales se realizará una de las dos partes esenciales de la misa que es la consagración, que será seguida de la segunda parte fundamental que será la consumición por parte del sacerdote oficiante, el cual representa a Señor.

El tercer elemento en importancia es el ambón, que lugar desde donde se hacen las primeras lecturas previas a los evangelios generalmente epístolas y salmodias y después de estas, el evangelio que corresponda al día, En iglesias antiguas había dos ambones uno a la derecha y otro a la izquierda del altar. En el ambón de la derecha se leía el evangelio y en el de la izquierda las epístolas. El ambón o los dos ambones suelen estar fijos en el suelo y construidos como el altar en piedra, lo que da fe de la inmutabilidad de la palabra divina, la cual nunca cambia ni cambiará, es firme y sólida como lo es Cristo también y por ello el que la sigue tiene asegurada su eterna su salvación al tener entrada, al banquete de su Señor, tal como nos explica la parábola.

Todos los demás elementos que se encuentran en la iglesia unos tienen sentido espiritual y otros sentido o utilidad material. Las imágenes, pinturas de santos y demás alegorías, pueden ser referidas al culto de latría o culto a Dios trinitario, pero lo más corriente, es que se refieran al culto de hiperdulía o culto a la Virgen María nuestra Madre celestial o al culto de dulía, en referencia a ángeles, y santos. Todas las imágenes, pinturas y alegorías en las paredes y vitrales, nos representan simbólicamente a todos los ángeles y miembros de la iglesia triunfante, del cuerpo místico de Cristo. Los bancos de madera y muebles que puedan existir son elementos con una función meramente material.

Con función, también meramente material es el edificio de la Iglesia, al que hoy en día se le da un gran valor material arquitectónico dejándose a un lado los valores espirituales. Fueron los valores espirituales de sus constructores los que le movieron a ejecutar lo mejor de su arte para Dios. Desgraciadamente para muchos la cultura tiene un valor superior que el amor a Dios y precisamente movidos solo por amor a Dios, hubo unos hombres ancestros nuestros, que levantaron Monasterios iglesia y catedrales, a las cuales por razón de lo que llaman valor cultural se les da ahora más aprecio al continente que al contenido, más valor a lo material que a lo espiritual. Y así desgraciadamente vamos marchando.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Juan del Carmelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario