lunes, 15 de diciembre de 2014

EL ANACORETA Y EL MONOPOLIO DE DIOS


Aquel eclesiástico criticaba a un convento de monjas en el que se hacían jornadas budistas, cursos de yoga, sesiones de espiritualidad y meditación para no católicos... El Anacoreta lo miró con seriedad y le dijo:

- Dios no es patrimonio de los religiosamente seguros. Dios es siempre más grande de lo que nos podemos imaginar y nadie tiene el monopolio sobre Él. Nuestro Dios es el Dios de los otros, de los que buscan, de los que están en camino...

El eclesiástico meneó dudando la cabeza y se fue.

El Anacoreta sonrió y dijo a su joven seguidor:

- Los apóstoles tampoco aceptaban a los que expulsaban demonios y no eran de los suyos y los fariseos no aceptaban que Jesús comiera con pecadores. Siempre nos hemos querido apoderar de Dios. Y a Dios no lo podemos encerrar en nuestras estrechas categorías...

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