Ha
sucedido en el altar del sacrificio moderno llamado Iraq. No les ha bastado con
expulsarlos de sus propias casas, de disponer a su antojo de sus bienes -tantas
veces también sexualmente de sus hermanas e incluso de sus madres-; no les ha
bastado obligarlos a emigrar de la tierra que ha alojado a sus antepasados
mucho antes de que el islam existiera, a irse sin más en las bolsas que la
esperanza de un futuro distinto. Les han atrapado y les han hecho la pregunta
decisiva: te conviertes al islam, reniegas de Cristo, o te degollamos. Y con
una fuerza superior a su edad y a su tamaño lo han dicho claramente: antes
morir que negar a Jesús, "amamos a Jesús, siempre hemos amado a Jesús,
siempre hemos seguido a Jesús, Jesús está con nosotros"... ¡literal!
Miles de
cristianos huyen de sus hogares, muchos de ellos tratando de cruzar el
desierto, ante la amenaza de los islamistas del ISIS
No importó
su edad (todos eran menores de 15 años), no importó que no fueran bandidos,
saqueadores ni hicieran daño a nadie. ¡Eran cristianos! Ese era su delito. Sus
madres no volverán a cruzar sus ojos ni acariciar su frente; no volverán a
escuchar sus voces llamándolas con ese modo tan universal como profundamente
lleno de sentido: "mamá". ¿Qué siente una madre cuando pierde a un
hijo? ¿Qué siente una madre cuando le decapitan a su hijo?
4 niños
se suman a la constelación de mártires que nos dejan bien el alto el listón de
los que significa creer, de lo que significa amar a Jesús, ser cristianos. Le
dejan a la vida el testimonio de su muerte y se llevan a la muerte la paz de
haber hecho lo correcto. "Si me han perseguido a mí también os perseguirán
a ustedes". Descansen en paz estos 4 niños mártires.
***
La
información sobre el asesinato por degollación de 4 niños cristianos en torno a
Bagdag fue reportada, entre otros, por la web Iraq News.
Jorge
Enrique Mújica, LC
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