martes, 18 de noviembre de 2014

SI PEDÍS ALGO EN MI NOMBRE, YO LO HARÉ


Todo lo que el Padre desea decirnos se encuentra en las palabras y los actos del Hijo. Todo lo que Él quiere cumplir a favor nuestro lo cumple por su Hijo. Creer en el Hijo nos permite tener «acceso al Padre» (Ef 2,18).

(Jn 14,7-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras.

»Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA NOS DICE:

“2116 Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir (cf Dt 18, 10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.

2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo”.

En el Instrumentum Laboris para el próximo Sínodo de la Familia, leemos en el nº 79: “Entre las situaciones críticas se recuerdan también la difusión de las sectas, las prácticas esotéricas, el ocultismo, la magia y la brujería”. Estos hechos, aunque los ha habido en todos los tiempos, como nos recuerdan las citas del Antiguo Testamento, o las expulsiones de demonios por parte de Jesús, están en claro aumento, y así, en los últimos meses he leído que diócesis como Madrid, Barcelona y Milán han aumentado el número de sacerdotes exorcistas.

Padre Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, dice: “Satanás tiene también un poder extraordinario sobre el hombre. Con este poder puede ocasionar males... que culminan en la posesión. Estos males están dirigidos a un número muy limitado de personas. Pero hoy este número va en aumento porque, dado que cada vez falta más la confianza en Dios, la gente se entrega al ocultismo, al satanismo, a hacer maleficios o consagraciones a Satanás. ¿Cuáles y cuántos son los maleficios? Son muchos y de varios tipos. Son los males hechos con la ayuda del demonio: brujería, misas negras, magia negra, hechizos, ligaduras, maldiciones, mal de ojo, macumba, vudú... todos estos son maleficios que se logran recurriendo a magos, hechiceros, médiums, tarotistas, a personas que de algún modo y en alguna medida, está ligadas a Satanás”.

“Pedro, dile a tus alumnas que no jueguen al juego del vasito, porque mi amigo el Doctor X, un conocido psiquiatra de Madrid, está hasta las narices de ese juego, porque tiene la consulta invadida por adolescentes como consecuencia de ello. Y es que pueden liberarse unas fuerzas que no sabemos bien qué son, pero pueden resultar peligrosas”. Creo que es nuestro deber de adultos poner en guardia a nuestros jóvenes, y también a nuestros adultos, para que eviten hacer cosas que empiezan como un juego pero pueden terminar muy mal.

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