domingo, 16 de noviembre de 2014

BERNANOS Y LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS


El Evangelio de este domingo propone la célebre parábola de Jesús sobre los talentos. Tanta importancia han tenido en la historia estas palabras de Cristo que el término "talento" ha pasado de designar solamente una moneda romana de gran valor a referirse a todas aquellas capacidades, habilidades y dones que poseemos los seres humanos.

"Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó" (Mt 25,14).

UN FRAGMENTO DE GEORGES BERNANOS


No voy a comentar el Evangelio, pero sí quiero proponer un fragmento del célebre texto de Georges Bernanos (1888-1948) "Predicación de un ateo en la fiesta de Santa Teresa de Lisieux", contenido en su terrible obra Los grandes cementerios bajo la luna.

Los cristianos podemos tener muchos o pocos talentos, "cada cual según su capacidad", pero al menos tenemos uno, eso seguro: el don de la fe, el haber conocido a Jesucristo, nuestra pertenencia al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Y ese "talento", que no es mérito nuestro sino un don de cuya administración hemos sido hechos responsables, está llamado a ser compartido, a ser comunicado, a fructificar.

Es lo que recuerda con duras palabras Bernanos, mediante el artificio literario de un "sermón" predicado por "un buen agnóstico de mediana inteligencia" en la fiesta de Santa Teresita de Lisieux o del Niño Jesús:

"Devotos y devotas, me parece muy bien que alabéis a los santos y me alegro de que el señor cura me haya permitido sumar mis alabanzas a las vuestras. Os pertenecen más que a mí, ya que adoráis al mismo Señor. Por eso encuentro muy natural que os felicitéis mutuamente por la gloria que alcanzaron con una vida sublime, pero si me permitís la observación, me cuesta creer que hayan luchado y sufrido tanto solo para daros motivo de un júbilo al que, por otro lado, no pueden sumarse miles de pobres diablos que nunca oyeron hablar de esos héroes y que, para conocerlos, dependen por completo de vosotros.

Poneos en nuestro lugar. Si existiera una posibilidad, una pequeña posibilidad, una débil y pequeña posibilidad de que tuvierais razón, la muerte nos depararía una horrible sorpresa. ¿No resulta entonces tentador observaros de cerca, sondearos? Pues se supone que creéis en el infierno. Esa mirada de compañerismo que posáis en nosotros, ¿no revela algo de esa piedad que no negaríais a un condenado de la tierra?

¡Oh, no esperamos demostraciones ridículas de cariño, pero en fin, a fin de cuentas, la idea de que algunos de los compañeros con los que uno ha bailado, esquiado o jugado al bridge, quizá rechinen los dientes durante toda la eternidad mientras maldicen a Dios, debería cambiar a un hombre!

Sois la sal de la tierra. Cuando el mundo se vuelve desabrido, ¿a quién queréis que acuse? No os servirá invocar los méritos de vuestros santos, porque sois los administradores de esos bienes.

La única decisión que os queda por tomar es la que os propone la santa: volved a ser niños, recuperad el espíritu de infancia. Tendréis que reconstruir. Tendréis que reconstruirlo todo delante de los niños".


PASA AL BANQUETE DE TU SEÑOR


Este es el reclamo de Bernanos. Hemos recibido "un talento" para nuestra propia salvación y para la salvación del mundo. Arriesgémoslo con santa audacia, para que un día podamos escuchar estas palabras con muchos de nuestros hermanos:


"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor".


Juan Miguel Prim
elrostrodelresucitado@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario