En el día de san Valentín, el
Papa celebró un encuentro con 10.000 parejas de novios en la Plaza de San
Pedro. Francisco respondió a 3 preguntas sobre: el miedo al “para siempre”; el estilo
de la vida matrimonial; y el tipo de celebración del matrimonio. Recordamos sus
palabras en estas fechas en las que suele haber muchos planes de parejas que
piensan en el matrimonio:
PRIMER
CONSEJO: REZAR A DIARIO PARA DURAR SIEMPRE.
Es importante preguntarnos si es posible amarse
"para siempre". Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar
decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... y esta
mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: Estamos
juntos hasta que nos dure el amor.... Pero, ¿qué entendemos por "amor
"? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica?
Ciertamente, si es así, no se puede construir
encima nada sólido. Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad
que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una
casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos! No querréis construirla
sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del
amor verdadero, el amor que viene de Dios...
La familia nace de este proyecto de amor que quiere
crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de
esperanza... Así como el amor de Dios es estable y para siempre, queremos que
el amor en que se asienta la familia también lo sea.
No debemos dejarnos vencer por la "cultura de
lo provisional". Así que el miedo del “para siempre” se cura día tras día,
confiando en el Señor Jesús en una vida que se convierte en un viaje espiritual
diario, hecho de pasos, de crecimiento común...
Porque el “para siempre” no es sólo cuestión de
duración. Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad.
Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos
cristianos.
En el Padrenuestro decimos "Danos hoy nuestro
pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así: “Señor, danos hoy nuestro amor
de todos los días.... enséñanos a querernos”.
El matrimonio es un trabajo de orfebrería que se
hace todos los días a lo largo de la vida. El marido hace madurar a la esposa
como mujer, y la esposa hace madurar al marido como hombre. Los dos crecen en
humanidad, y esta es la principal herencia que pasan a los hijos.
SEGUNDO
CONSEJO: APRENDER A CONVIVIR
“La convivencia es un arte, un camino paciente,
hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres
palabras: ¿Puedo?, gracias, perdona.
¿Puedo? Es la
petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención. El
verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: La
cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor.
Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a
menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía.
Gracias. La
gratitud es un sentimiento importante. ¿Sabemos dar las gracias? Es importante
tener presente que la otra persona es un don de Dios, del que siempre debemos
dar gracias. Una vez una anciana de Buenos Aires me dijo: la gratitud es una
flor que crece en terreno noble.
En vuestra relación ahora y en vuestra futura vida
matrimonial, es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona
es un don de Dios... y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra
amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse
gracias para caminar juntos.
Perdona. En la
vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la
necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla: "perdona”. En general,
cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un
instinto que está en el origen de tantos desastres.
Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir
disculpas. También así crece una familia cristiana. Perdóname que haya
levantado la voz. Perdóname que haya pasado sin saludarte. Perdóname por llegar
tarde, porque esta semana he estado tan silencioso, por no haberte escuchado,
porque estaba enfadado y te lo he hecho pagar a ti… Todos sabemos que no
existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos
nosotros, los pecadores.
Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto:
que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si
aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá
adelante.
TERCER
CONSEJO: BODA SOBRIA.
La celebración del matrimonio debe ser una fiesta,
pero una fiesta cristiana y no mundana. Lo que sucedió en Caná hace dos mil
años, sucede en realidad en cada fiesta nupcial. Lo que hará pleno y
profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se
revela y nos otorga su gracia.
Al mismo tiempo, es bueno que vuestro matrimonio
sea sobrio y destaque lo que es realmente importante. Algunos están muy
preocupados por los signos externos: el banquete, los trajes...
Estas
cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo
de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que como el
vino de Caná, los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del
Señor y recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de
vuestra alegría. El señor multiplicará vuestro amor y os lo dará fresco cada
día: ¡tiene una reserva infinita!
Juan
García Inza
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