SÍNODO: «NO SOMOS JEFES DE LA MISERICORDIA»
«Jesús nos ha enviado a evangelizar y sanar»: así están viviendo estos
días los participantes del Sínodo de la Familia, que en estos días están
hablando de matrimonio como vocación, las heridas del divorcio, el papel de la
fe a la hora de celebrar el sacramento, la preparación adecuada, el cuidado de
las homilías...
Especiales web (10-X-2014)
El jueves tuvo lugar la última Congregación de intervenciones de los
padres sinodales, antes de pasar a los círculos menores que trabajarán durante
lo que queda del Sínodo. Durante estos días el Papa Francisco simplemente se ha
sentado y escuchado las diferentes intervenciones de los obispos, uno de los
cuales se ha levantado para pedir: «Hermanos, debemos antes que nada
arrodillarnos delante del Espíritu Santo y que nos somos jefes de la
misericordia de Dios. Debemos recordar que la Misión de Jesús nos ha
encomendado es evangelizar y sanar».
En estas últimas intervenciones, se ha insistido en ver el matrimonio como vocación, no verlo
como un contrato. Y alejarnos de la concepción del matrimonio como un acto
social, lo cual también retrasa el momento del compromiso.
Se ha invitado a ver el matrimonio desde la perspectiva de los hijos. Uno de los padres sinodales
incluso dio su experiencia como hijo de divorciados. Hay quien habla ya de los viudos del divorcio, los cónyuges
abandonados, que llenan nuestras iglesias. Y los hijos son hoy como pelotas de
ping-pong, que van de un hogar a otro, o que escuchan expresiones como la
novia de mi papá o el novio de mi mamá.
Un elemento nuevo en las discusiones es el del camino penitencial después de una
ruptura matrimonial, sobre las consecuencias sobre el cónyuge o los hijos. Se
ha hablado sobre cómo concretar este camino.
Otro asunto complejo es el papel de la fe en la validez del sacramento del matrimonio, sobre cómo
valorar la presencia mayor o menor de la fe a la hora de desposarse.
Se ha reflexionado también sobre la Comunión espiritual y sacramental, la simplificación de los
procesos de verificación de la nulidad, y se ha pedido una práctica unitaria
para toda la Iglesia.
Se pide profundizar en la antropología
de la familia de cara al cambio cultural que está experimentando en
todo el mundo, con repercusiones en el Derecho internacional.
Se ha hablado también de los niños, de la importancia de los hijos para el bienestar de la familia,
alertando contra la producción de hijos de manera artificial.
Y se ha vuelto a incidir en la preparación adecuada para el matrimonio, así como en la propia
formación del clero en este campo, sugiriendo que deben mejorar sus dotes de
comunicación. Y se ha insistido en cuidar
la homilía como principal fuente de formación: Muchos dejan de ir
a Misa por las homilías...
Y un padre sinodal de un país en desarrollo, comprobando el valor que se
da a la familia en su país con respecto al que se da en Occidente, señaló: Nosotros no somos pobres en valores;
quédense con su dinero.
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