SÍNODO: «EL MEJOR REGALO DE
UNOS PADRES A SUS HIJOS ES QUERERSE»
Siguen hablando los matrimonios en el Sínodo, como paso previo a las
palabras de los padres sinodales. Las últimas intervenciones han sido dedicadas
a las parejas en riesgo de separación y a las que están casadas en segundas
nupcias
Especiales web (09-X-2014)
Stephen and Sandra Conway son el matrimonio coordinador de Retrouvaille
en Africa, una organización de orientación familiar que es el último recurso
para muchas parejas que se encuentran ya al borde de la separación.
Han contado al Sínodo cómo a su organización llegan habitualmente
parejas que han vivido juntas durante años sin contraer matrimonio, o que se
encuentran ya en su segunda unión matrimonial –«que muchas veces vienen con los
mismos problemas que tuvieron con el primero»–, pero sobre todo son personas en
su primer matrimonio «que llegan a Retrouvaille totalmente desilusionadas y a
menudo a punto de divorciarse». Los problemas que cuentan van desde la
infidelidad a problemas económicos, pasando por un fenómeno cada vez más
extendido que llaman: singles married lifestyle –casados que viven
como solteros–; todos están «a punto de tirar la toalla».
Los Conway han explicado también que «los hijos quedan muy afectados por
un matrimonio infeliz», y han relatado «todo el dolor y sufrimiento que padecen
los hijos de matrimonios separados o divorciados». Y enfatizan que «el mejor
regalo que unos padres pueden dar a sus hijos es decidir quererse», lo que
muestran las cartas que los hijos les envían una vez se han reconciliado sus
padres.
A todos los matrimonios explican que «el amor es una decisión, no un
sentimiento, y que incluye confianza y perdón». Y han relatado a los
participantes en el Sínodo el sufrimiento de aquellos matrimonios en segundas
nupcias y que no han obtenido la nulidad de su primera unión, pues «se sienten
perdidos y agraviados al no poder tomar la Eucaristía»; sin duda, uno de los
temas a los que el Sínodo está tratando de dar una respuesta pastoral para que
no se sientan rechazados por la Iglesia.
SÍNODO: PASIÓN POR LA PALABRA
DEL SEÑOR, PASIÓN POR LA OVEJA PERDIDA
El Sínodo ha comenzado a hablar sobre asuntos canónicos difíciles y
sobre los procesos de nulidad, con intervenciones y debates intensos. El
objetivo: unir la misericordia con la verdad y la justicia
Especiales web (09-X-2014)
El esquema de las intervenciones del Sínodo sobre la Familia ha entrado
a abordar las situaciones matrimoniales difíciles: divorciados que se han vuelto a casar, procesos de nulidad, etc.
En general, los padres sinodales han afirmado que, si hay una unión válida, no
es posible la admisión a los sacramentos, en coherencia con la doctrina y por
fidelidad a la Palabra del Señor. Al mismo tiempo, hay otra línea de
intervenciones que no niegan la indisolubilidad del matrimonio pero quieren dar
con la clave que permita ofrecer a los divorciados vueltos a casar la
misericordia del Señor a través de la Iglesia. Se pide un discernimiento de las
diversas situaciones específicas, sin negar la doctrina fundamental, para que
se pueda mostrar misericordia en la aproximación pastoral a cada caso. De
momento, el Sínodo está mostrando toda la pasión de la Iglesia por las palabras
de Jesús, y toda su pasión por llegar a la oveja perdida.
Una de las maneras de conciliar misericordia y justicia que salen de los
debates es redescubrir la Comunión
espiritual, partiendo de la base de que negar la Comunión
sacramental es, en sí mismo, un acto de misericordia, porque supone llevar a la
gente a la verdad.
En el caso de las situaciones difíciles de irregularidad canónica, se
está hablando mucho de llevar a cabo una pastoral de la escucha: escuchar a las personas, rezar en
común, invitación al perdón, encontrar alguna forma de mostrar la bendición del
Señor aun sin participar en la comunión sacramental...
Una línea de aproximación a esta problemática sería simplificar los procedimientos de nulidad
matrimonial, y se han realizado propuestas concretas de organización
de los tribunales diocesanos, insistiendo siempre en la exigencia de la verdad
y la justicia para evitar un supuesto divorcio católico. Y se precisa
que estos procesos no buscan la anulación de un matrimonio, sino declarar la
nulidad o no de un vínculo que nunca se ha dado.
También se ha subrayado la importancia de un lenguaje adecuado para evitar la impresión de un juicio moral
en estas situaciones.
Y, en la línea de numerosas intervenciones en estos días, se ha
constatado en muchas ocasiones una absoluta falta de preparación al matrimonio en muchas parejas de
novios, y algún obispo ha reconocido con dolor la práctica de algunos
sacerdotes cuyo único interés es que los documentos estén en orden, mostrándose
despreocupados de cualquier otro acompañamiento pastoral de los novios.
Y, sobre los homosexuales,
se ha insistido en la necesidad de escucha, respeto y acogida, evitando el uso
de un lenguaje poco respetuoso, pero dejando claro que el matrimonio es entre
un hombre y una mujer.
SÍNODO: «HAY UNA CRISIS DE
METODOLOGÍA» EN LA PASTORAL FAMILIAR
Si tenemos la verdad, ¿cómo podemos transmitirla bien?: de este tema se están
ocupando durante estos primeros días los padres sinodales, que comienzan cada
jornada escuchando el testimonio de un matrimonio. Éstas son las novedades del
Sínodo:
Especiales web (08-X-2014)
¿Cómo vivieron nuestros padres su matrimonio de modo que nos han guiado
hasta donde estamos hoy nosotros como matrimonio católico?: ésta es la pregunta
a la que han dado respuesta Jeff y Alice Heinzen, un matrimonio estadounidense,
en su testimonio ante la Asamblea del Sínodo de Obispos sobre la Familia. Ambos
recuerdan a sus respectivos padres rezando el Rosario, participando en las
procesiones del Corpus Christi, levantándose temprano para ir a Misa y, sobre
todo, recuerdan «los tiernos besos que frecuentemente se daban nuestros
padres», por lo que pueden decir que «nuestras casa eran escuelas de amor».
Sin embargo, este matrimonio invitado al Sínodo como auditores, lamenta
que hoy «muchos chicos crecen sin la bendición del matrimonio de sus padres, o
crecen en familias rotas por el divorcio o por los embarazos fuera del
matrimonio, o simplemente no tienen ocasión de ser testigos de ningún amor
matrimonial. ¿Cómo pueden entonces formar después un matrimonio para toda la
vida?»
Por todo ello, el matrimonio Heinzen diagnostica que la Iglesia de hoy
padece «no una crisis de fe, sino una crisis de metodología», y pide que del
Sínodo salgan resoluciones concretas: «debemos encontrar maneras más efectivas
de compartir la bendición de Dios sobre el matrimonio y la familia», así como
reclama «maneras sencillas, prácticas y convincentes» para lograrlo. «Tenemos
que examinar los métodos por los que mostramos a nuestros hijos la vocación al
matrimonio», por ejemplo «incluir el matrimonio en todos los programas de
pastoral vocacional», como una vocación más.
«Nosotros, como Iglesia católica, tenemos la verdad sobre el amor y el
matrimonio; sólo hay que buscar el lenguaje y la manera de transmitirla del
modo más apropiado. Todas las familias merecen tener la alegría que tienen las
parejas casadas» en Cristo, afirman.
RETOS Y PROPUESTAS
En las ponencias y turnos de intervenciones libres, los padres sinodales
hablaron, durante la tarde del martes y la mañana del miércoles, de los
siguientes temas:
Preparación al matrimonio: se ha pedido realizar un Vademecum,
dedicado a la catequesis sobre la familia. Además, se habló de la debilidad de
la fe de muchos de los bautizados, causa de que muchos cónyuges lleguen al
matrimonio sin ser plenamente conscientes de lo que éste lleva aparejado.
Por eso, se subrayó el vínculo entre el Bautismo y el Matrimonio: sin una iniciación cristiana seria y profunda, el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo. Además, es necesario prestar también una atención específica a la educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad.
Por eso, se subrayó el vínculo entre el Bautismo y el Matrimonio: sin una iniciación cristiana seria y profunda, el significado del sacramento conyugal se ve disminuido. De ahí, la observación de que el matrimonio cristiano no puede ser sólo una tradición cultural o una exigencia social. Debe entenderse como una decisión vocacional, emprendida con una preparación adecuada que no se puede improvisar durante pocos encuentros, sino que exige tiempo. Además, es necesario prestar también una atención específica a la educación afectiva y sexual, para fomentar una verdadera mística familiar de la sexualidad.
Conciliación trabajo-familia: son dos dimensiones que hay
que conciliar, debido también a los horarios de trabajo cada vez más flexibles,
a los nuevos modelos contractuales, a las distancias geográficas entre el hogar
y el lugar de trabajo. Además hay que tener en cuenta que con la tecnología el
trabajo entra en casa haciendo más difícil el diálogo familiar.
Indisolubilidad del
matrimonio: en nuestros
días parece cómo si la ley se contrapusiera al bien de la persona. En realidad,
la verdad del vínculo conyugal y su estabilidad están grabadas en la persona,
por lo tanto, no se trata de contraponer ley y persona, sino de apurar cómo
contribuir a no traicionar la propia verdad.
Divorciados que se han vuelto
a casar: se precisa
la prudencia que requieren las grandes causas, pero también conjugar la
objetividad de la verdad con la misericordia por la persona y su sufrimiento;
muchos fieles se encuentran en una situación de la que no son culpables.
Ancianos y enfermos: los padres sinodales han recordado
la gran contribución de los abuelos en la transmisión de la fe en la familia.
Es importante que el núcleo familiar acoja, con solidaridad, cuidado y ternura,
a las personas de la tercera edad. La misma importancia debe darse a los
enfermos, para acabar con esa cultura del descarte que denuncia el Papa
a menudo.
Alfa y Omega
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