He visto ayer en esta revista de Ren…, el video con el que todas las
semanas, nos regala el P. Santiago Martín, sus opiniones y rectos conocimientos
sobre la doctrina y la función de nuestra Iglesia. Por otro lado, he leído el
otro día un artículo de Fray Gerundio de Tomes. En ambos documentos se muestra
una palpable inquietud por lo que se está cocinando en el actual Sínodo de la
Familia, Para el P. Santiago Martín, resulta inaudito y sorprendente, la
opacidad que se está empleando en la redacción de las propuestas y documentos
de este sínodo ¿Qué hubiese pasado, se pregunta el P. Santiago, si en vez de
ser el S.S. el papa Francisco, lo hubiese sido el papa Juan Pablo II? En si
video el P. Santiago esgrime unas débiles justificaciones de esta opacidad,
pero yo que no soy tan buena persona como el P. Santiago, no me quedo nada
convencido.
Por su parte la inquietud de Fray Gerundio, no es de forma sino más
importante de fondo, y comienza su artículo, con una afirmación de una voz muy
importante en el Sínodo que ha manifestado: “El mundo ha
cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del
dogma. Tenemos que acercarnos a los conflictos sociales, a los nuevos y a los
viejos, y tratar de dar una mano de consuelo, no de estigmatización y no sólo
de impugnación”. Puede ser que mis escasas entendederas, no me permitan captar con
exactitud el sentido de la frase, de que como el mundo ha cambiado la iglesia
no se puede encerrarse en supuestas interpretaciones de los dogmas. Que yo sepa
los dogmas, cada uno de ellos, solo tienen una interpretación y son verdades
que emanan de la palabra de Dios y Esto es así porque el dogma, todos los
dogmas son la palabra de Dios y Dios es inmutable, nunca cambia. Dios es la
Verdad, tal como se lo manifestó el Señor a Pilatos "37 Le dijo entonces Pilato:
¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Tú dices que soy rey. Yo para esto he
nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo
el que es de la verdad oye mi voz. 38 Pilato le dijo: ¿Y qué es la verdad? Y
dicho esto, de nuevo salió a los judíos y les dijo: Yo no hallo en éste ningún
delito”. (Jn 18,37-38).
A diferencia de la Verdad, la mentira es mutable de acuerdo con las
necesidades o exigencias de aquel que la emite sea el demonio o los hombres que
se pliegan a las necesidades del demonio. Como antítesis de la Verdad, tenemos
la mentira, Dios aborrece la mentira, de la misma forma que aborrece el pecado,
quien peca machaca la verdad. El Señor también nos dejó dicho: "20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz,
para que no sean censuradas sus obras. 21 Pero el que obra la verdad, va a la
luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios”. (Jn 3,20-21). El odio, las tinieblas y la mentira son
atributos propios de demonio. Dios es amor, luz y verdad.
El dogma es como Dios mismo es su palabra y esta es inmutable no puede
cambiar y en relación a este tema aporto aquí dos autorizadas opiniones, la
primera es del cuasi Beato arzobispo Fulton Sheen, aque nos dice: “La verdad no es hechura nuestra; le pertenece a
Dios. No tenemos derecho sobre ella; es ella quien los tiene sobre nosotros. El
dogma es tan verdadero como que el agua es H2O; como que hay una fórmula
química del agua que pueda ser la correcta, hay solo un dogma correcto
concerniente a la encarnación o al sacramento del matrimonio o a la
transubstanciación. Esto no es un universo en el que puedan ser verdades una
docena de cosas contradictorias…. Pero una vez que hemos reconocido lo absoluto
de la verdad divina nos vemos frente a la necesidad de ser caritativos con
quienes no creen”. Sheen, Fulton J. "Eleva tu corazón. Una guía para la paz
espiritual" Edit. Lumen. Isbn 987-00-0367-2. (pág. 247).
Por otro lado tenemos la opinión del teólogo
dominico Antonio Royo Marín O.P. que nos dice: “La Iglesia católica viene manteniendo íntegramente, durante veinte
siglos, el dogma terrible del infierno. La Iglesia no puede suprimir un solo
dogma, como tampoco puede crear otros nuevos. Cuando el Papa define una verdad
como dogma de fe, no crea un nuevo dogma. Simplemente se limita a
garantizarnos, con su autoridad infalible, -que no puede sufrir el más pequeño
error, porque está regida y gobernada por el Espíritu Santo- que esa verdad ha
sido revelada por Dios”. Royo Marín, Antonio, O.P. "El misterio del más allá". Edit. Patmos.
1972. Dep. Leg. M. 21580-1972. (pág. 120). Y También nos dice en el
mismo libro: “El dogma católico permanece
siempre intacto e inalterable a través de los siglos. Si la Iglesia alterara,
reformara o modificara sustancialmente alguno de sus dogmas, os digo con toda
seguridad que yo dejaría de ser católico; porque esa sería la prueba más clara
y más evidente de que no era la verdadera Iglesia de Jesucristo. Y este es
precisamente el argumento más claro y convincente de que las iglesias
cristianas separadas de Roma (protestantes y cismáticos) no son las auténticas
Iglesias de Jesucristo. Porque están cambiando y reformando continuamente sus
dogmas”. Royo Marín, Antonio, O.P. "El misterio del más allá". Edit. Patmos. 1972. Dep.
Leg. M. 21580-1972. (pág. 121).
Si lo que se presente es aplicar a los dogmas una doctrina relativista
de que hay que darles una nueva interpretación, porque se han quedado viejos
¡vamos aviados! Lo que realmente ocurre es que los relativistas que puedan
estar en el Sínodo de la Familia, han tropezado con la línea roja de los dogmas
y quieren saltársela. Me recuerdan a los políticos que cuando no les conviene
lo que se dice en la Constitución, siempre están hablando de una nueva re
lectura de la Constitución que quieren suprimir. Al que no es templo vivo de
Dios y Él reside en su alma, por vivir en su gracia y amistad, le asustan los
dogmas. Thomás Merton, escribe diciéndonos: " “La
noción de dogma aterroriza a quienes no comprenden a la Iglesia. No pueden
concebir que una doctrina religiosa
pueda estar expresada con una afirmación clara, definida y con autoridad sin
que de inmediato se vuelva estática rígida e inerte y pierda toda su vitalidad.
En su angustia frenética por huir de tal concepción, se refugian en un sistema
de creencias que es vago y fluido; un sistema en el que las verdades pasan como
niebla y vacilan y varían como sombras”. Merton, Thomas. "Nuevas
semillas de contemplación" Edit. Sal Terrae. Isbn 84-293-1486-5. (pág. 159).
La verdad es solo una, ella es inmutable y su
antítesis la mentira es muy variada, en las relaciones humanas, muchos se creen
poseedores de su verdad y quieren imponer esta, a los demás que por su parte
ellos, manifiestan tener su otra verdad. La verdad es solo una y como palabra
divina es inmutable y no admite re lecturas ni modificaciones en su hermenéutica.
Visto lo visto, roguemos al Espíritu Santo para que ilumine con su divina luz
la mente del Papa Francisco, y le libre de nefastos colaboradores, si es que
tal como parece., él los tiene.
Paso a copiar el texto de fray Gerundio de
Tormes sobre este tema. Escribe fray Gerundio de Tormes: “La verdad, es que si no fuera por los dogmas que
han quedado fijados por la Iglesia Católica a lo largo de los siglos, algunos
estarían obligándonos desde hace tiempo a estar arrodillados ante Mahoma, Buda
y todos los Dioses del Olimpo. Los dogmas están ante nosotros, definidos por la
Iglesia a partir de la Revelación y por tanto, son parte esencial de la
Enseñanza Divina a los hombres. Claro que si se empieza a no creer en la
Revelación, se acaba pensando irremediablemente que tampoco es creíble lo que
deriva de Ella. Los enemigos de los dogmas, siempre han atacado a los
contrarios llamándolos dogmáticos, apelativo que para ellos es el insulto mayor
que pueda hacerse, una vez que ha salido todo el mundo del armario y no se
puede llamar a nadie mariquita o mariposón, sin peligro de que te metan en la
cárcel. Señalar a alguien como dogmático o acusarle de que está encerrado en
los dogmas, es para ellos una afrenta o un agravio capaz de mermar las fuerzas
del peor enemigo.
Oigo muchas veces ahora hablar en contra de los dogmas de la Iglesia.
Hasta hace poco, venía al convento un panadero que por lo visto se empapaba de
programas de televisión mientras horneaba los panes, y se despachaba a gusto
con el hermano portero sobre la necesidad de superar estas cosas del pasado,
que ya no se estilan. Lo decía con tal prosopopeya y engolamiento, que el pobre
hermano tenía que sufrir pacientemente los minutos que duraba la disertación
del citado ignorante.
Lo mismo ocurre con algunos de mis novicios, que dogmatizan
inconscientemente sobre la necesidad de que no haya dogmas y se quedan tan
panchos. Vuelven de la universidad o de sus reuniones catequéticas, siempre con
el mismo sonsonete. Y no digamos cuando vuelven de algún cursillo sobre
teología.
Mi capacidad de reír con estas gentes ante tamaños disparates es
infinita, y ni siquiera me preocupo de hacerles ver su error, ya que sería
inútil, dado que proviene de cerebros tan escasos de materia como abundantes en
criterios televisivos, lo cual ya de por sí hace imposible la tarea.
Sin embargo, esta mañana me he desayunado el picatoste, escuchando a
algunos monjes comentar que el Santo Padre ha dicho que la Iglesia no puede
encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. No puede ser verdad, me he
dicho a mí mismo. Y he de reconocer que esto ya no me ha dado ninguna risa.
Porque las barbaridades dichas por el panadero pueden pasar, las dichas por los
jovenzuelos novicios mal formados, también. Pero dichas por el Sumo Pontífice,
adquieren un tono de preocupación, inquietud e intranquilidad, que raya en lo
trágico.
¡Quién me iba a decir a mí que escucharía estas palabras de labios de un
Pontífice, antes de morirme!
Porque lo que reflejan estas consideraciones hechas (además) a un
periodista -otra vez las declaraciones a los periodistas-, llevan una carga
malévola y malintencionada de la que no puede salir nada nuevo. Y si me lo
permiten, retrata de arriba abajo al que las pronuncia. Porque se supone que el
que las perpetra es justamente el encargado de guardar los dogmas como algo
intocable. Pero no. Hay que reinterpretarlos, o sea, hay que darles la vuelta,
manipularlos, sobarlos, zarandearlos y torcerlos. Dios sabe cuál podrá ser el
resultado final, pero desde luego no será nada bueno.
La insistencia machacona en que este Sínodo de la Anti-Familia es
pastoral (ya estamos como en el Concilio Vaticano II), no puede presagiar
buenos resultados. No hay más que ver los reportajes aparentemente ingenuos que
ya van surcando internet, con las primeras declaraciones de unos, con las
exposiciones iniciales de otros y las chorradas de una experta española,
declarando que todo va muy bien y que promete. Me llama la atención que todavía
no haya sacado la cabeza el cardenal Kasper, pero tal cosa está prevista, para
que veamos que también hay muchos otros cardenales que piensan así. Y no sólo
él. Bueno, por lo visto así piensa también el Santo Padre, sin lugar a dudas.
Así las cosas, queda declarada la guerra a los dogmas, esas malditas
verdades que quisieron imponernos en otros tiempos, pero que ahora vamos a
reinterpretar, renovando los lenguajes de la fe. Obsérvese el palabro que se
utilizará para encandilarnos cuando salgamos del armario de los dichosos
dogmas.
Y como tampoco creen en el pecado, lo minimizan considerando que la
Eucaristía es para los imperfectos, no para los que hacen todo bien. O sea, la
Eucaristía es para los que pecan, no para los que están en gracia de Dios. Otra
chocarrería de Su Santidad, dicha ya hace tiempo y repetida ahora por todos los
bobos y majaderos eclesiales.
Eso sí. Todo esto se ha montado para ayudar y acompañar a estas pobres
gentes que pecan y que no se quieren bajar del burro. Y tenemos que abrir
nuestros ojos a la realidad, por supuesto. Como si la Iglesia nunca hubiera
ayudado a los que de buena fe se sienten agobiados por situaciones penosas.
Ahora todo es distinto a los tiempos anteriores: ahora es cuando se comprende a
los pecadores, ahora es cuando la misericordia ha hecho su aparición, ahora es
cuando la verdad va a estar fuera de la hornacina de los dogmas estables y
tiesos, para encontrarla a cada paso en el peregrinar del amor fraterno.
Menos mal que el Cardenal Madariaga (otra vez ante los focos), nos ha
tranquilizado diciendo que el Espíritu Santo no está de vacaciones ni durmiendo
la siesta, lo cual es un mensaje para que veamos que realmente lo que salga de
ahí será obra del Espíritu Santo. Pobre del que lo ponga en duda. Pero me
gustaría que Su Eminencia no fuera tan gracioso y tan superficial.
Mientras rezaba Tercia en el Coro, he pedido a nuestro Señor por su
Iglesia. Y cuando he celebrado la Santa Misa y he llegado al lugar en que se
pide por la Iglesia Santa y Católicaquam
pacificare, custodire, adunare et regere digneris toto orbe terrarum, una cum
famulo tuo Papa nostro…, no he podido evitar que se me saltaran las
lágrimas”. Fray
Gerundio de Tormes
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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