Sacerdote y capellán paramédico.
En la parroquia
de Saint Stephen en Midland, Texas (una población de 100.000 habitantes, con
casi un 40% de hispanos) no falta clero: cuentan con 3 sacerdotes y cinco
diáconos, que atienden sus 3 misas diarias y los domingos incluso una misa a
las 12.30 en español.
La última adquisición de la parroquia es el joven padre Lorenzo Hatch, ordenado hace un año. Tiene un par de peculiaridades.
CON LOS BOMBEROS Y PARAMÉDICOS
Por un lado, es capellán de un servicio de ambulancias y tiene un título de paramédico. A veces pasa dos o tres días seguidos entre ambulancias y ambulatorios.
“Ir en la ambulancia afina mis habilidades. Voy con los bomberos y con el personal de emergencias médicas, oigo a muchos en confesión, doy consejos… El gusanillo de las emergencias médicas nunca se me irá, me encanta. Poder estar en eso y hacer un ministerio eclesial a la vez es una gran bendición para mí, y para la gente, creo. Me parece que les gusta tener alguien que habla su jerga y sabe lo que viven”, explica el padre Lorenzo.
DE FAMILIA BAPTISTA ANTICATÓLICA
La otra peculiaridad de este sacerdote es que se crió en una familia protestante baptista de tradición muy anticatólica.
Desde niño quiso servir a Dios como predicador, pero en esa época nunca pensó que finalmente lo haría como sacerdote católico.
“De niño yo estaba en la iglesia baptista cada vez que abría sus puertas. Incluso nos mudamos una vez para estar más cerca de una iglesia baptista, a un bloque de distancia, para ir andando. Participábamos en todo”, recuerda.
Al joven Lorenzo le encantaban especialmente los campamentos cristianos de verano. “Yo era casi un profesional de los campamentos de verano”, bromea en una entrevista en Mrt.com.
En uno de esos campamentos, cuando tenía 12 años, supo que Dios le quería para hacerle evangelizador. “Era el último día del encuentro, y el predicador nos decía ‘Dios os está llamando’. Era un sitio enorme con cientos de jóvenes, pero me parecía que me hablaban sólo a mí”.
- Siento que Dios me está llamando para ser predicador – le dijo en ese momento a un monitor que tenía a su lado.
- Espera, ¿vale?, sólo tienes 12 años – le respondió el monitor sin tomárselo muy en serio.
Lorenzo fue a buscar al predicador y le dijo lo mismo, que Dios le llamaba. El pastor también le pidió tomárselo con calma.
Pero Lorenzo decidió en ese momento entregarse a Dios.
“Me ofrecí a Dios en dedicación… pero luego volví a casa, y pasaron mil otras cosas, y esa decisión quedó como cocinándose a fuego lento en la trastienda…”
TOCAR EL PIANO ¡PARA CATÓLICOS!
A los 15 años Lorenzo ya trabajaba en una casa de cuidados a enfermos. Allí tocaba el piano para entretener a los pacientes. Una enfermera lo vio y le invitó a tocar en su iglesia, a ser el organista. ¡Incluso le pagarían por ello!
Pero Lorenzo descubrió que había un gravísimo problema: ¡era en una parroquia católica!
“La iglesia baptista a la que iba era fundamentalista, desde el púlpito nos hablaban cada cierto tiempo de las maldades del catolicismo. Esa era mi mentalidad, incluso diría que era un tipo de prejuicio”, recuerda.
Decidió aceptar el cargo pagado de organista para tocar en las misas.
Cuando ensayaba en la iglesia, aprovechaba para charlar con el sacerdote y plantearle temas de doctrina y Biblia.
Resultó que el párroco se sabía la Biblia a la perfección y podía justificar cada doctrina católica recurriendo a la Escritura. “¿Por qué no lo compruebas en tu Biblia en tal sitio?”, solía decir al joven baptista. Ahí estaban María, la intercesión de los santos, el purgatorio, el primado de Pedro y su oficio como Portador de las Llaves, los sacramentos… todos los temas que los protestantes fueron perdiendo desde el siglo XVI.
“Yo era del ‘cinturón bíblico’, y para mí, como baptista, era importante conocer la Biblia, y me impresionó que un cura católico la conociese tan bien; que él fuera capaz de responder muchas de mis preguntas con la Biblia era algo que yo valoraba mucho”, recuerda Hatch.
Durante un par de años continuó acudiendo a la iglesia baptista con su familia, pero empezó a sentir que lo que de verdad le nutría espiritualmente era la Iglesia Católica. “Toda la naturaleza sacramental del culto católico me atraía más y más”.
EL PASO HACIA EL CATOLICISMO
A los 17 años decidió hacerse católico. “Tomar esa decisión fue duro por mis padres y abuelos. Mis padres no intentaron impedirlo, pero sí querían que lo pensase muy cuidadosamente, como haría cualquier padre”. Su abuela sufrió más, “le rompía el corazón”.
“Pero el día que me hice católico, yo estaba un poco nervioso porque no sabría quién vendría, sabía que estarían papá y mamá pero me asombró ver que mi tío, mi tía y mi abuela se dejaron caer por allí. Era algo enorme para mí, porque ellos habían estado tan en contra…”
Ya como católico, se volcó en ayudar en la parroquia y pronto le sugirieron que quizá tenía vocación de sacerdote… y el llamado que había sentido con 12 años se reavivó.
APLAZANDO EL SEMINARIO... UN TIEMPO
Acabó los estudios secundarios en 2002… pero no era un momento favorable para la vida vocacional en EEUU. En esas fechas, cada día la prensa publicaba más y más escándalos de pederastia en la Iglesia y de decisiones ineptas que no protegieron a los niños y jóvenes. "Era una época que nos asustó", recuerda Hatch.
Lorenzo decidió explorar otra vocación: la de los estudios paramédicos y de enfermería en ambulancia. Era algo que le encantaba, le apasionaba… y sin embargo, pasados 3 años, en 2005, se convenció de que el llamado a servir a Dios como sacerdote era lo único que le iba a dar felicidad.
Entendió que al menos debía dar una oportunidad al seminario. Así lo hizo, perseveró. acabó sus estudios, confirmó su vocación y finalmente fue ordenado en 2013.
Su experiencia como paramédico y su experiencia como converso desde otra iglesia cristiana le ayudan hoy a servir a muchas personas que acuden a él. “Abre la oportunidad a mucha gente que oye mi historia y ve mi viaje”, explica el padre Hatch.
La última adquisición de la parroquia es el joven padre Lorenzo Hatch, ordenado hace un año. Tiene un par de peculiaridades.
CON LOS BOMBEROS Y PARAMÉDICOS
Por un lado, es capellán de un servicio de ambulancias y tiene un título de paramédico. A veces pasa dos o tres días seguidos entre ambulancias y ambulatorios.
“Ir en la ambulancia afina mis habilidades. Voy con los bomberos y con el personal de emergencias médicas, oigo a muchos en confesión, doy consejos… El gusanillo de las emergencias médicas nunca se me irá, me encanta. Poder estar en eso y hacer un ministerio eclesial a la vez es una gran bendición para mí, y para la gente, creo. Me parece que les gusta tener alguien que habla su jerga y sabe lo que viven”, explica el padre Lorenzo.
DE FAMILIA BAPTISTA ANTICATÓLICA
La otra peculiaridad de este sacerdote es que se crió en una familia protestante baptista de tradición muy anticatólica.
Desde niño quiso servir a Dios como predicador, pero en esa época nunca pensó que finalmente lo haría como sacerdote católico.
“De niño yo estaba en la iglesia baptista cada vez que abría sus puertas. Incluso nos mudamos una vez para estar más cerca de una iglesia baptista, a un bloque de distancia, para ir andando. Participábamos en todo”, recuerda.
Al joven Lorenzo le encantaban especialmente los campamentos cristianos de verano. “Yo era casi un profesional de los campamentos de verano”, bromea en una entrevista en Mrt.com.
En uno de esos campamentos, cuando tenía 12 años, supo que Dios le quería para hacerle evangelizador. “Era el último día del encuentro, y el predicador nos decía ‘Dios os está llamando’. Era un sitio enorme con cientos de jóvenes, pero me parecía que me hablaban sólo a mí”.
- Siento que Dios me está llamando para ser predicador – le dijo en ese momento a un monitor que tenía a su lado.
- Espera, ¿vale?, sólo tienes 12 años – le respondió el monitor sin tomárselo muy en serio.
Lorenzo fue a buscar al predicador y le dijo lo mismo, que Dios le llamaba. El pastor también le pidió tomárselo con calma.
Pero Lorenzo decidió en ese momento entregarse a Dios.
“Me ofrecí a Dios en dedicación… pero luego volví a casa, y pasaron mil otras cosas, y esa decisión quedó como cocinándose a fuego lento en la trastienda…”
TOCAR EL PIANO ¡PARA CATÓLICOS!
A los 15 años Lorenzo ya trabajaba en una casa de cuidados a enfermos. Allí tocaba el piano para entretener a los pacientes. Una enfermera lo vio y le invitó a tocar en su iglesia, a ser el organista. ¡Incluso le pagarían por ello!
Pero Lorenzo descubrió que había un gravísimo problema: ¡era en una parroquia católica!
“La iglesia baptista a la que iba era fundamentalista, desde el púlpito nos hablaban cada cierto tiempo de las maldades del catolicismo. Esa era mi mentalidad, incluso diría que era un tipo de prejuicio”, recuerda.
Decidió aceptar el cargo pagado de organista para tocar en las misas.
Cuando ensayaba en la iglesia, aprovechaba para charlar con el sacerdote y plantearle temas de doctrina y Biblia.
Resultó que el párroco se sabía la Biblia a la perfección y podía justificar cada doctrina católica recurriendo a la Escritura. “¿Por qué no lo compruebas en tu Biblia en tal sitio?”, solía decir al joven baptista. Ahí estaban María, la intercesión de los santos, el purgatorio, el primado de Pedro y su oficio como Portador de las Llaves, los sacramentos… todos los temas que los protestantes fueron perdiendo desde el siglo XVI.
“Yo era del ‘cinturón bíblico’, y para mí, como baptista, era importante conocer la Biblia, y me impresionó que un cura católico la conociese tan bien; que él fuera capaz de responder muchas de mis preguntas con la Biblia era algo que yo valoraba mucho”, recuerda Hatch.
Durante un par de años continuó acudiendo a la iglesia baptista con su familia, pero empezó a sentir que lo que de verdad le nutría espiritualmente era la Iglesia Católica. “Toda la naturaleza sacramental del culto católico me atraía más y más”.
EL PASO HACIA EL CATOLICISMO
A los 17 años decidió hacerse católico. “Tomar esa decisión fue duro por mis padres y abuelos. Mis padres no intentaron impedirlo, pero sí querían que lo pensase muy cuidadosamente, como haría cualquier padre”. Su abuela sufrió más, “le rompía el corazón”.
“Pero el día que me hice católico, yo estaba un poco nervioso porque no sabría quién vendría, sabía que estarían papá y mamá pero me asombró ver que mi tío, mi tía y mi abuela se dejaron caer por allí. Era algo enorme para mí, porque ellos habían estado tan en contra…”
Ya como católico, se volcó en ayudar en la parroquia y pronto le sugirieron que quizá tenía vocación de sacerdote… y el llamado que había sentido con 12 años se reavivó.
APLAZANDO EL SEMINARIO... UN TIEMPO
Acabó los estudios secundarios en 2002… pero no era un momento favorable para la vida vocacional en EEUU. En esas fechas, cada día la prensa publicaba más y más escándalos de pederastia en la Iglesia y de decisiones ineptas que no protegieron a los niños y jóvenes. "Era una época que nos asustó", recuerda Hatch.
Lorenzo decidió explorar otra vocación: la de los estudios paramédicos y de enfermería en ambulancia. Era algo que le encantaba, le apasionaba… y sin embargo, pasados 3 años, en 2005, se convenció de que el llamado a servir a Dios como sacerdote era lo único que le iba a dar felicidad.
Entendió que al menos debía dar una oportunidad al seminario. Así lo hizo, perseveró. acabó sus estudios, confirmó su vocación y finalmente fue ordenado en 2013.
Su experiencia como paramédico y su experiencia como converso desde otra iglesia cristiana le ayudan hoy a servir a muchas personas que acuden a él. “Abre la oportunidad a mucha gente que oye mi historia y ve mi viaje”, explica el padre Hatch.
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