Pasa factura: China es el país
con mayor suicidio femenino.
Con ocasión
del trigésimo cuarto aniversario de la legalización de la ley sobre el hijo
único en China, el único occidental conocido que ha asistido personalmente a
sus consecuencias ha relatado lo que ha visto.
Steven Mosher, presidente del Population Research Institute (www.pop.org), recuerda los «abortos forzados, las esterilizaciones y los infanticidios».
La persona que permitió a Mosher entrar en China para llevar a cabo una investigación fue el entonces líder de facto del dragón asiático, Deng Xiaoping.
«Pude ver en primera persona» las prácticas permitidas por la ley. Mosher recuerda a una «mujer en una mesa de quirófano embarazada de ocho meses. El médico cogió un bisturí e hizo una incisión transversal en su vientre. Inmediatamente atravesó la pared uterina y sacó a un niño perfectamente formado. El niño ya estaba muerto pues había sido asesinado con una inyección letal en el útero el día anterior».
DESDE LOS AÑOS 80
Era el mes de marzo de 1980, cuando el partido de Estado chino ya había empezado un severo control de la población.
De hecho, en 1979 «la vice primera ministra Chen Muhua, líder femenina responsable de la Planificación familiar, había hecho saber que “el socialismo debería permitir que se regulara la reproducción de seres humanos”.
Deng Xiaoping fue más allá, instando a los oficiales mayores a “usar cualquier medio que fuera necesario para reducir la población”».
TERCER HIJO, SIEMPRE PROHIBIDO; EL SEGUNDO, A VECES
Los funcionarios provinciales de Guangdong, por ejemplo, establecieron que era necesario «impedir que las parejas tuvieran más de un hijo, dos a lo sumo». Las parejas podían tener un segundo hijo sólo «si habían transcurrido más de cuatro años desde el nacimiento del primero».
Se prohibió del todo la posibilidad de tener un tercer hijo.
En cada zona del país la política fue aplicada de forma diferente, impidiendo por lo general el nacimiento de más de un hijo, salvo en raros casos.
Mosher recuerda: el responsable del partido de la zona «donde yo vivía reunió a todas las mujeres que estaban embarazadas “ilegalmente” – eran cientos – y les dijo que tenían que abortar. Las que se negaron fueron arrestadas y permanecieron en la cárcel – a veces durante semanas o meses – hasta que se sometieron a lo inevitable». Rápidamente la clínica «se convirtió en un campo de exterminio».
LOS DISTINTOS MÉTODOS DE ABORTO FORZADO
Las mujeres embarazadas de menos de cinco meses fueron obligadas a abortar inmediatamente, mientras que las otras tuvieron que sufrir inyecciones letales que «mataban a sus hijos no nacidos y provocaban contracciones uterinas».
Y si la mujer aún no había dado a luz al niño muerto o moribundo, «al cabo de una día o dos era arrancado del seno materno mediante una cesárea».
Pero Mosher precisa que un año antes de la adopción de la ley todo esto ya ocurría y que 34 años después «la política del hijo único sigue representando un coste terrible para las mujeres chinas».
¿LAS MUJERES QUE MÁS SE SUICIDAN? LAS CHINAS
Primeros en la lista están los abortos forzados: «Entre las decenas de millones de abortos que se llevan a cabo en China hoy, muchos son realizados a la fuerza», por lo que «no es de extrañar que el índice más alto de suicidios en el mundo se de entre las mujeres chinas».
También las «esterilizaciones forzadas están a la orden del día», pues «el reglamento para el control de la natalidad aconseja la esterilización después del primer hijo y lo impone después del segundo».
El balance trazado por Mosher es terrible: 37 millones de niñas han sido asesinadas con el aborto en China, «responsable de casi el 60 por ciento del tráfico sexual en el mundo». Aproximadamente «400 millones de niños no han nacido por culpa de la ley política sobre el hijo único».
MÍNIMA RELAJACIÓN EN LA LEY
Actualmente el gobierno chino ha relajado la ley y permite a muchas parejas tener dos hijos. «En realidad – continúa Mosher – no importa si se permite a las parejas tener uno o dos hijos. Lo que cuenta es el principio – ya establecido por el presidente Mao Zedong en los lejanos años Cincuenta – del control de la reproducción por parte del partido».
Además, las reglas publicadas por el partido «no son simples sugerencias para el pueblo chino», sino «reglas duras e inmediatas sobre cuándo y en qué circunstancias se pueden tener hijos».
Este es el motivo por el cual tiene sentido «seguir llamando al programa de control de la población china “política del hijo único”, y no de un modo que suene más soft, como “política de planificación familiar”».
China, de facto, «sigue aún afirmando el control total sobre la reproducción y, por consiguiente, sigue violando los derechos humanos del pueblo chino».
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
Steven Mosher, presidente del Population Research Institute (www.pop.org), recuerda los «abortos forzados, las esterilizaciones y los infanticidios».
La persona que permitió a Mosher entrar en China para llevar a cabo una investigación fue el entonces líder de facto del dragón asiático, Deng Xiaoping.
«Pude ver en primera persona» las prácticas permitidas por la ley. Mosher recuerda a una «mujer en una mesa de quirófano embarazada de ocho meses. El médico cogió un bisturí e hizo una incisión transversal en su vientre. Inmediatamente atravesó la pared uterina y sacó a un niño perfectamente formado. El niño ya estaba muerto pues había sido asesinado con una inyección letal en el útero el día anterior».
DESDE LOS AÑOS 80
Era el mes de marzo de 1980, cuando el partido de Estado chino ya había empezado un severo control de la población.
De hecho, en 1979 «la vice primera ministra Chen Muhua, líder femenina responsable de la Planificación familiar, había hecho saber que “el socialismo debería permitir que se regulara la reproducción de seres humanos”.
Deng Xiaoping fue más allá, instando a los oficiales mayores a “usar cualquier medio que fuera necesario para reducir la población”».
TERCER HIJO, SIEMPRE PROHIBIDO; EL SEGUNDO, A VECES
Los funcionarios provinciales de Guangdong, por ejemplo, establecieron que era necesario «impedir que las parejas tuvieran más de un hijo, dos a lo sumo». Las parejas podían tener un segundo hijo sólo «si habían transcurrido más de cuatro años desde el nacimiento del primero».
Se prohibió del todo la posibilidad de tener un tercer hijo.
En cada zona del país la política fue aplicada de forma diferente, impidiendo por lo general el nacimiento de más de un hijo, salvo en raros casos.
Mosher recuerda: el responsable del partido de la zona «donde yo vivía reunió a todas las mujeres que estaban embarazadas “ilegalmente” – eran cientos – y les dijo que tenían que abortar. Las que se negaron fueron arrestadas y permanecieron en la cárcel – a veces durante semanas o meses – hasta que se sometieron a lo inevitable». Rápidamente la clínica «se convirtió en un campo de exterminio».
LOS DISTINTOS MÉTODOS DE ABORTO FORZADO
Las mujeres embarazadas de menos de cinco meses fueron obligadas a abortar inmediatamente, mientras que las otras tuvieron que sufrir inyecciones letales que «mataban a sus hijos no nacidos y provocaban contracciones uterinas».
Y si la mujer aún no había dado a luz al niño muerto o moribundo, «al cabo de una día o dos era arrancado del seno materno mediante una cesárea».
Pero Mosher precisa que un año antes de la adopción de la ley todo esto ya ocurría y que 34 años después «la política del hijo único sigue representando un coste terrible para las mujeres chinas».
¿LAS MUJERES QUE MÁS SE SUICIDAN? LAS CHINAS
Primeros en la lista están los abortos forzados: «Entre las decenas de millones de abortos que se llevan a cabo en China hoy, muchos son realizados a la fuerza», por lo que «no es de extrañar que el índice más alto de suicidios en el mundo se de entre las mujeres chinas».
También las «esterilizaciones forzadas están a la orden del día», pues «el reglamento para el control de la natalidad aconseja la esterilización después del primer hijo y lo impone después del segundo».
El balance trazado por Mosher es terrible: 37 millones de niñas han sido asesinadas con el aborto en China, «responsable de casi el 60 por ciento del tráfico sexual en el mundo». Aproximadamente «400 millones de niños no han nacido por culpa de la ley política sobre el hijo único».
MÍNIMA RELAJACIÓN EN LA LEY
Actualmente el gobierno chino ha relajado la ley y permite a muchas parejas tener dos hijos. «En realidad – continúa Mosher – no importa si se permite a las parejas tener uno o dos hijos. Lo que cuenta es el principio – ya establecido por el presidente Mao Zedong en los lejanos años Cincuenta – del control de la reproducción por parte del partido».
Además, las reglas publicadas por el partido «no son simples sugerencias para el pueblo chino», sino «reglas duras e inmediatas sobre cuándo y en qué circunstancias se pueden tener hijos».
Este es el motivo por el cual tiene sentido «seguir llamando al programa de control de la población china “política del hijo único”, y no de un modo que suene más soft, como “política de planificación familiar”».
China, de facto, «sigue aún afirmando el control total sobre la reproducción y, por consiguiente, sigue violando los derechos humanos del pueblo chino».
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
enedetta
Frigerio/Tempi.it
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