Junto con
la Inmaculada Concepción (pinche aquí para conocerla mejor),
naturalmente. Así, por lo menos, lo reconoce en tiempos tan recientes como el
pasado 18 de octubre de 2013, el Real Decreto 816/2013 por el que se crea y se
regula la Comisión Nacional para la conmemoración del V Centenario del
Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, el cual glosa la figura de la gran santa
abulense con estas palabras:
“Mujer extraordinaria, adelantada a su tiempo, perspicaz psicóloga y pedagoga, la historia ha testimoniado el cariño y la admiración que le profesa la sociedad española, que se manifiesta en el hecho de que colectivos tan variados como escritores, abogados, ajedrecistas, gastrónomos o el Cuerpo de Intendencia, la reclamasen como patrona, además de multitud de pueblos y ciudades de España y del mundo. Hasta en tres ocasiones fue proclamada copatrona de nuestro país: en 1617, siendo aún beata, en 1627, junto a Santiago Apóstol, y finalmente el 28 de junio de 1812, cuando las Cortes de Cádiz decidieron restablecerle ese título”.
La ocasión que se data en 1617 tiene por protagonista al Rey Felipe III, gran devoto de la monja carmelita, hasta tal punto de que el 16 de noviembre de dicho año, emite un decreto real nombrándola patrona de España, lo que chocará con la nutrida y probablemente no mal fundada oposición de cuantos estimaban que sin ser santa, no podía ser titular de semejante dignidad. Así que tan pronto Teresa es canonizada por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, Felipe IV, hijo de Felipe III, no demora en retomar las gestiones para oficializar canónicamente el nombramiento, y el 21 de julio de 1627, el Papa Urbano VIII emite un breve en el que, entre otras cosas, proclama:
“Confirmamos con autoridad Apostólica, la dicha elección y decreto sobre ella hecho, y le damos fuerza de firmeza apostólica, y estatuimos, y con precepto mandamos, que de aquí adelante, para siempre jamás, todas las personas de los dichos reinos, así seglares y eclesiásticos, como regulares, tengan y reputen la dicha santa Teresa por Patrona…sin perjuicio o innovación alguna del Patronato de Santiago Apóstol en todos los reinos de España”.
El nombramiento en cuestión de España aún será objeto de ratificación por las Cortes de Cádiz, cosa que acontece el 28 de junio de 1812, en que los diputados lo hacen por unanimidad, dándose la curiosa circunstancia de que en esta España de nuestros dolores siempre necesitada, como cantaba Machado, de dividirse en dos cuando no en más, la santa reformadora era la candidata de los liberales, mientras que el Apóstol Santiago (pinche aquí si desea conocerlo todo sobre su condición de santo patrono de España) lo era el de los conservadores… sin comentarios.
Y sin más por hoy, salvo felicitar en fecha tan señalada a todos cuantos en calidad de españoles nos acogemos al patronazgo y protección de la santa de Avila, y muy en particular, a cuantas portan el bello nombre de Teresa, tres de ellas en mi propia casa, me despido de Vds. deseándoles, como siempre, que hagan mucho bien y que no reciban menos. Mañana más.
“Mujer extraordinaria, adelantada a su tiempo, perspicaz psicóloga y pedagoga, la historia ha testimoniado el cariño y la admiración que le profesa la sociedad española, que se manifiesta en el hecho de que colectivos tan variados como escritores, abogados, ajedrecistas, gastrónomos o el Cuerpo de Intendencia, la reclamasen como patrona, además de multitud de pueblos y ciudades de España y del mundo. Hasta en tres ocasiones fue proclamada copatrona de nuestro país: en 1617, siendo aún beata, en 1627, junto a Santiago Apóstol, y finalmente el 28 de junio de 1812, cuando las Cortes de Cádiz decidieron restablecerle ese título”.
La ocasión que se data en 1617 tiene por protagonista al Rey Felipe III, gran devoto de la monja carmelita, hasta tal punto de que el 16 de noviembre de dicho año, emite un decreto real nombrándola patrona de España, lo que chocará con la nutrida y probablemente no mal fundada oposición de cuantos estimaban que sin ser santa, no podía ser titular de semejante dignidad. Así que tan pronto Teresa es canonizada por el Papa Gregorio XV el 12 de marzo de 1622, Felipe IV, hijo de Felipe III, no demora en retomar las gestiones para oficializar canónicamente el nombramiento, y el 21 de julio de 1627, el Papa Urbano VIII emite un breve en el que, entre otras cosas, proclama:
“Confirmamos con autoridad Apostólica, la dicha elección y decreto sobre ella hecho, y le damos fuerza de firmeza apostólica, y estatuimos, y con precepto mandamos, que de aquí adelante, para siempre jamás, todas las personas de los dichos reinos, así seglares y eclesiásticos, como regulares, tengan y reputen la dicha santa Teresa por Patrona…sin perjuicio o innovación alguna del Patronato de Santiago Apóstol en todos los reinos de España”.
El nombramiento en cuestión de España aún será objeto de ratificación por las Cortes de Cádiz, cosa que acontece el 28 de junio de 1812, en que los diputados lo hacen por unanimidad, dándose la curiosa circunstancia de que en esta España de nuestros dolores siempre necesitada, como cantaba Machado, de dividirse en dos cuando no en más, la santa reformadora era la candidata de los liberales, mientras que el Apóstol Santiago (pinche aquí si desea conocerlo todo sobre su condición de santo patrono de España) lo era el de los conservadores… sin comentarios.
Y sin más por hoy, salvo felicitar en fecha tan señalada a todos cuantos en calidad de españoles nos acogemos al patronazgo y protección de la santa de Avila, y muy en particular, a cuantas portan el bello nombre de Teresa, tres de ellas en mi propia casa, me despido de Vds. deseándoles, como siempre, que hagan mucho bien y que no reciban menos. Mañana más.
Luis
Antequera
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