“Forma visible de una gracia invisible”
(Berengario de Tours, 1000-1088)
PRESENTACION
El primer término teológico que los primeros Padres utilizaron para designar
los ritos cristianos en general fue el de mysterion. Al parecer, la
expresión proviene del ámbito griego y se relaciona con el designio hacia la
salvación por medio de los misterios del Reino de Dios. Es decir, la voluntad
de Dios de que todos los hombres se salven, ya que esta salvación es ofrecida
por Cristo a través de su sacrificio en la cruz. Es también cuanto realizó por
salvar a los hombres y, por ende, su cuerpo místico, que es la Iglesia. En la
medida en que los gentiles participan de esta salvación y de la Iglesia,
aceleran la plenitud final de la salvación.
El término latino sacramentum es una traducción de mysterion, según
consta también en la Vulgata, que casi invariablemente traduce el término
griego mysterion por sacramentum, que en español equivale a sacramento. Por
consiguiente, mysterion o sacramento son signos y prodigios que realiza la
voluntad divina para que todos los hombres se salven por medio de la Iglesia,
actualizando el signo y prodigio fundamental: Cristo en su encarnación, muerte
y resurrección.
LOS SACRAMENTOS EN LA
PATROLOGIA
Los escritores de los siglos I y II identificaban la palabra mysterion
como evento de salvación, mientras que San Ignacio de Antioquía (35-98) la
interpretaba como los hechos salvíficos de la vida de Cristo. San Justino
(103-165) aplicaba el término mysterion a las figuras y profecías del Antiguo
Testamento, comparando los ritos cristianos con los mysteria de las religiones
mistéricas, que son aquellas que presentan misterios que no se plantean explicar.
Pero los Padres alejandrinos del siglo III identificaron mysterion con
la relación oculta entre imagen y arquetipo, que era revelada al iniciado por
medio de una enseñanza o mystagogia. Así se aplicó a los ritos cristianos y a
los hechos salvíficos, teniendo siempre presente el designio de Dios para la
salvación humana y las figuras que la liturgia ofrece para significarlos.
Clemente de Alejandría (150-213) utilizaba mysterion para indicar los
ritos de culto cristianos, y Orígenes (186-254) la usaba con un sentido
platónico, es decir, como símbolo de la salvación en cuanto Cristo está
presente en ella. Precisamente a Orígenes se debe la definición de signo, la
cual sería utilizada por San Agustín de Hipona (354-430) en la teología
sacramental: signo es una realidad sensible que enlaza con una realidad
invisible.
En la misma época se popularizó la definición sacramentum para la
palabra mysterion, aunque también se utilizó la voz latinizada mysterium. Tertuliano
(160-220), partiendo de la noción jurídica que la expresión sacramentum tenía
en la cultura romana, o sea, un juramento de fidelidad con carácter religioso,
lo aplicó al bautismo pues, según su criterio, a través de este último se
realiza un pacto entre Dios y el bautizado, pero también aunó la noción griega
de mysterion aplicándola a los demás ritos cristianos.
Debido a la decadencia del paganismo, el término mysterion fue
popularizándose. San Atanasio de Alejandría (296-373) dio al término el sentido
de un designio salvífico que se realizó en el pasado y que se celebra en la
liturgia. Así, el mysterion del designio de salvación se distribuye entre los
tres hechos principales de esa elevación: Encarnación, Pentecostés y
Eucaristía. Por ello, las catequesis mistagógicas de Cirilo de Jerusalén
(315-386) y de San Juan Crisóstomo (347-407) son una introducción a la vivencia
de los principales ritos: Bautismo, Unción y Eucaristía.
Con Pseudo Dionisio el aeropagita (siglo V y VI), tal identificación de mysterion
con los ritos propios de la Iglesia se vuelve sistemática. En primer lugar
define mysterion como las acciones rituales que por medio de la invocación de
la Iglesia al Espíritu Santo, la gracia salvífica de Dios actúa sobre las
personas o cosas. Luego distingue tres aspectos de mysterion: las
consagraciones (Bautismo, Comunión y Unción), los consagrantes (obispo,
sacerdote y diácono), y los consagrados (inferiores, purificados y terapeutas o
monjes).
En dicho período la expresión sacramentum o sacramento era empleada con
el mismo sentido de mysterion, relacionado con los actos de culto de la
Iglesia. Pero San Agustín de Hipona hizo la diferenciación al emplear la
palabra sacramentum para significar los ritos de la Iglesia, y mysterium, una
derivación de mysterion, para significar lo escondido y lo oculto, de acuerdo
con el sentido griego antiguo.
Pero también San Agustín reconoce que tales signos sagrados han de tener
un elemento material y una palabra que los complemente, y que permita la
aplicación de la idea del memorial del culto hebreo. Así ofrece una definición
en su carta a Januario (Carta 55), donde relaciona el Sacramento con una
conmemoración, diciendo que quien se hace garante de la eficacia de tales
Sacramentos es el propio Cristo, a través de los ministros del culto. En
teología luego se llamará signum o signo al elemento externo válido, y res a la
gracia vinculante.
Los autores posteriores, como León I el Magno (390-461) y Gregorio Magno
(540-604), trataron mysterium y sacramentum como sinónimos, dándoles el alcance
general que tenían en la teología griega.
LOS SACRAMENTOS EN LA
ESCOLASTICA
La escolástica es el movimiento teológico y filosófico que intentó
utilizar la filosofía grecolatina clásica para intentar comprender la
revelación religiosa del cristianismo.
Durante la primera Edad Media y tras las invasiones germánicas, la
filosofía neoplatónica que servía de base a la reflexión de los Padres fue
perdiendo influencia. La noción de mysterion se empezó a aplicar solamente para
la Verdad revelada que exige un asentimiento de fe. El término sacramento quedó
para indicar un signo concreto por el que Dios actúa. En la medida en que la
noción de signo perdió consistencia y se trasladó al nivel de pura referencia,
se produjeron problemas para la correcta comprensión del dogma acerca de la
presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por ello se hizo necesaria una
reflexión más profunda acerca de la noción de sacramento que permitiera
establecer adecuadamente su virtualidad.
Hugo de San Víctor (1096-1141) fue el primero en escribir un tratado
sobre los Sacramentos en su libro De sacramentis christianae fidei, que
traducido significa Los Sacramentos de la fe cristiana, en el cual ofrecía su
propia definición tomando en cuenta toda la historia de la salvación, aunque
reduciendo el ámbito.
Al tiempo que los Sacramentos van tomando forma como ritos, se inicia la
reflexión acerca de lo esencial de la ceremonia o aquello que no puede faltar
para que el Sacramento sea válido. La noción de causa y la distinción entre
materia y forma enriquecieron de manera notable la reflexión sobre los
Sacramentos. A través de la noción de causa, Pedro Lombardo (1100-1160)
introdujo la eficacia del Sacramento que, según él decía, será causa de la
gracia, que es la imagen. Así se pudo fijar el número de siete Sacramentos.
Hugo de San Caro (1200-1264) introdujo la distinción entre materia y forma en
el Sacramento a partir de la definición de San Agustín de Hipona.
En sus obras, Santo Tomás de Aquino trató extensamente acerca de los
Sacramentos, asumiendo que los Sacramentos son medicina para el pecado, pero
que además es un acto de culto. Y en la Summa Teológica propone los Sacramentos
como comunicación y aplicación de la salvación de Cristo para la santificación
de los hombres. Para Tomás de Aquino la eficacia del Sacramento depende en
buena medida de la fe, a lo cual él denomina carácter sacramental.
EL CONCILIO DE TRENTO
El Concilio de Trento (1545-1563) dedicó su sesión séptima a tratar el
tema de los Sacramentos. Aunque no ofreció una definición formal del término
sacramento, fijó la ya tradicional expresión de Berengario de Tours que se
detalla en el encabezamiento del presente estudio: forma visible de la gracia
invisible, estableciéndose además el número de siete Sacramentos, de los cuales
sólo cuatro conferían carácter y, por consiguiente, sólo podían ser recibidos
una sola vez: Bautismo, Confirmación, Orden y Matrimonio.
LOS SACRAMENTOS EN LA IGLESIA
CATOLICA ACTUAL
La reflexión del Concilio Vaticano II se vería influenciada por el
movimiento litúrgico y el patrístico, gracias a lo cual se recuperó la noción
de mysterion que se aplicó en la Iglesia. Por otra parte, al subrayar el
aspecto histórico esencial del cristianismo, los Sacramentos son vistos como
eventos de salvación; como memoriales de la Pascua de cristo.
Tres tendencias de reflexión ha seguido la Teología post-conciliar:
Profundiza en el modo en que cada Sacramento es un encuentro con Cristo. Recoge
la centralidad de la Eucaristía, sacando las conclusiones de ello. Relaciona
los Sacramentos con la sacramentalidad de la Iglesia.
EL CATECISMO CATOLICO Y LOS
SACRAMENTOS
En el Catecismo Católico promulgado por el Papa Juan Pablo II se
menciona con todo detalle la definición teológica de cada uno de los
Sacramentos.
Desde el numeral 1113 al 1130 trata de la relación entre el Misterio
Pascual y los Sacramentos. Desde el 1135 al 1186 los encuadra en la Liturgia de
la Iglesia y, finalmente, la sección segunda de la segunda parte está dedicada
a los siete Sacramentos.
TEOLOGIA CATOLICA DE LOS SIETE
SACRAMENTOS
El Sacramento católico es un acto ritual destinado a los fieles a fin de
que ellos reciban la gracia de Dios. Está destinado también a conferir
sacralidad a ciertos momentos y situaciones de la vida cristiana.
Los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo como señales sensibles
y eficaces de la gracia, mediante los cuales nos es concedida la salvación, y
que fueron confiados a la Iglesia. A través de estos signos divinos, Cristo
actúa y comunica la gracia, independientemente de la santidad personal del
ministro que los imparte, aunque los frutos de los Sacramentos dependen también
de las disposiciones de quien los recibe.
Al celebrar cada uno de los Sacramentos, la Iglesia Católica, por medio de
las palabras y de los elementos rituales, alimenta, expresa y fortifica su fe y
la de cada uno de sus fieles. Como se dijo anteriormente, los Sacramentos son
necesarios para la salvación de los creyentes porque confieren la gracia de
Dios, el perdón de los pecados, la adopción como hijos de Dios, la conformación
a Cristo Señor, y la pertenencia a la Iglesia.
La Iglesia Católica celebra los siguientes siete Sacramentos: Bautismo
Confirmación o Crisma Eucaristía Reconciliación o Penitencia Unción de los enfermos
Orden Matrimonio
Estos siete Sacramentos son considerados como señales: Señales sagradas,
porque expresan una realidad espiritual y sagrada. Señales eficaces, porque
además de simbolizar un cierto efecto, en realidad lo produce. Señales de la
gracia, porque transmiten diversos dones de la gracia divina. Señales de fe, no
solamente porque suponen la fe en quien los recibe, sino también porque nutren,
robustecen y expresan su fe.
Además los Sacramentos marcan distintas etapas importantes de la vida
cristiana de los creyentes, y que se dividen en tres categorías: Sacramentos de
la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Sacramentos de
curación: Confesión o Penitencia y Unción de los enfermos. Sacramentos al
servicio de la comunión y la misión: Orden y Matrimonio.
El Bautismo, la Confirmación, el Matrimonio y el Orden dejan una marca
indeleble en quien los recibe y sólo pueden ser administrados una sola vez al
creyente, como se indicó anteriormente. Los demás Sacramentos pueden ser administrados
reiteradamente.
LOS SIETE SACRAMENTOS
Los Sacramentos se administran en distintos momentos de la vida del
cristiano y, simbólicamente, la abarcan por entero desde el Bautismo hasta la
Unción de los enfermos.
La mayoría de los Sacramentos sólo pueden ser administrados por un
sacerdote ordenado, aunque el Bautismo, en ocasiones excepcionales, puede ser
administrado por cualquier seglar que tenga el propósito de hacer con el signo
lo que la Iglesia hace.
Seguidamente entraremos a analizar y detallar cada uno de los siete
Sacramentos.
1.- BAUTISMO
El Bautismo es entendido como el Sacramento que abre las puertas de la
vida cristiana al bautizado, incorporándolo a la comunidad católica y al gran
Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia en sí misma. Este ritual es hecho
normalmente con agua por medio de la inmersión, efusión o aspersión, utilizando
las palabras del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Dios, por medio del Bautismo, perdona el pecado original y todos los
pecados personales, así como el castigo debido al pecado, y confiere también
las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Una vez bautizado, el
cristiano es por siempre un hijo de Dios y un miembro inalienable de la
Iglesia, perteneciendo por siempre a Cristo.
En la Iglesia Católica el Bautismo se da tanto a niños como a adultos
convertidos y preparados debidamente, siempre y cuando no hayan sido bautizados
antes válidamente. De todas formas se insiste en que es preferible ser
bautizados desde niños porque, habiendo nacido con el pecado original,
necesitan ser liberados del poder del maligno y ser transferidos al reino de la
libertad de los hijos de Dios.
Son varios los símbolos que posee el Sacramento del Bautismo en la
Iglesia Católica, pero de ellos cuatro son básicos: el agua, el aceite, la
vestimenta blanca y la vela, y cada uno de ellos representa un misterio en la
vida de los bautizados. Además de estos cuatro símbolos, el rito romano
establece también la sal, aunque este símbolo es utilizado únicamente de acuerdo
con las instrucciones pastorales de cada una de las iglesias.
En sí mismos, este es el significado de cada uno de los cuatro símbolos:
Agua: representa el paso de la vida pagana a una nueva vida. Tiene el
factor de la purificación, limpiándonos del pecado original.
Aceite: representa la fortaleza del Espíritu Santo. Antiguamente los
luchadores usaban el aceite antes de la lucha para dejar sus músculos rígidos y
así lograr la victoria. En la nueva vida adquirida por el Bautismo, el aceite
tiene la misma función: revestir al bautizado para las luchas cotidianas contra
las asechanzas del maligno.
Vestimenta blanca: representa la nueva vida adquirida por medio del
Bautismo. Cuando tomamos un baño nos vestimos con ropa limpia, y no podría ser
distinto en el Bautismo. Somos lavados en el agua y vestidos de una vida nueva.
Vela: representa que por el Bautismo somos revestidos de una gran
variedad de gracias, y la principal es la del Espíritu Santo, pues seremos
unidos a Dios como hijos para ser santificados, y esta santificación es
realizada a través del Espíritu Santo. Además significa que recibimos el don de
la fe, que es un don fundamental para nuestra vida, a través de la cual
reconocemos a Dios y por ella recibimos la gracia.
2.- CONFIRMACION o CRISMA
El Sacramento de la Confirmación o Crisma es cuando el bautizado
reafirma su fe en Cristo, siendo ungido durante la ceremonia para recibir los
siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza,
ciencia, piedad y temor de Dios (Catecismo de la Iglesia Católica, numeral
1831). La unción es hecha con aceite bendecido el Jueves Santo, y es hecha por
el Obispo o por un sacerdote autorizado para ello.
Este Sacramento se instituyó principalmente para que los niños
bautizados de muy pequeños, y que no entraron en la vida cristiana por su
propia voluntad, confirmen el deseo de ser miembros de la familia cristiana
dentro de la Iglesia Católica, reafirmando su compromiso después de alcanzar la
edad de la razón.
Por ello, la ceremonia de Confirmación es la renovación de las promesas
bautismales por medio de las preguntas del Obispo o del sacerdote que preside,
y que hace en voz alta, respondiendo de igual manera la persona que va a
recibir la Confirmación.
Debido a que la ceremonia es un acto de confirmación de los compromisos,
la persona no puede recibir el crisma si dejan de confirmar sus compromisos.
3.- EUCARISTIA
Es la celebración en memoria de Cristo, por la que se recuerda la Santa
Cena, así como su Pasión y Resurrección, y en la que el cristiano recibe la
hostia consagrada, que es el Cuerpo del propio Señor. Es el Sacramento
culminante, el que da a los fieles la oportunidad de recibir e ingerir el pan y
el vino consagrado por el sacerdote, que con ello se transforma en el Cuerpo y
en la Sangre de Jesús.
Para poder recibir la Eucaristía, el fiel debe estar en estado de
gracia, o sea, haberse confesado previamente de sus pecados y recibir el perdón
divino por medio del sacerdote.
La Eucaristía es considerada como el Sacramento de la acción de gracias,
en la acepción de la palabra original griega eukharistia.
4.- PENITENCIA O RECONCILIACION
Es la confesión de los pecados ante un sacerdote, que impone una
penitencia de acuerdo a la gravedad de los pecados cometidos para que, una vez
cumplida ésta, propicie la reconciliación con Cristo Jesús. En otras palabras,
es el Sacramento que da al cristiano la oportunidad de reconocer sus faltas y,
si muestra su arrepentimiento por ellas, ser perdonado por Dios a través del
sacerdote confesor, quien en aquel momento es el intermediario entre Dios y el
fiel que se confiesa, y por medio del sacerdote Dios le concede su perdón.
Inmediatamente después de la reconciliación, el confesado debe rezar el acto de
arrepentimiento, retirándose después para cumplir la penitencia que le ha sido
impuesta.
El sacerdote tiene rigurosa y totalmente prohibida la revelación de lo
escuchado por los fieles en el confesionario, por el debido secreto de
confesión. El incumplimiento de este deber es considerado uno de los más graves
pecados que un sacerdote puede cometer, y le sujeta a severas penalidades
impuestas por la Iglesia Católica.
5.- UNCION DE LOS ENFERMOS
Es el Sacramento por el cual el Sacerdote ora por los enfermos y les unge
para estimularles la sanación espiritual, pidiendo también por su mejora física
mediante la fe. También el sacerdote escucha la confesión del enfermo y Dios
les concede su perdón.
Este Sacramento puede ser dado a cualquier persona que se encuentre enferma
y no pueda trasladarse a la Iglesia, y no solamente a quienes estén en peligro
de fallecer en cualquier momento.
6.- ORDEN
El Sacramento de la Ordenación concede autoridad para ejercer funciones
y ministerios eclesiásticos referidos al culto a Dios y a la salvación de las
almas.
Está dividido en tres grados:
Episcopado: Confiere la plenitud de la orden y convierte al candidato en
legítimo sucesor de los apóstoles, siéndole confiados los oficios de enseñar,
dirigir y santificar.
Presbiteriado: Configura al candidato al Cristo sacerdote y Buen Pastor,
capacitándole para actuar en nombre de Cristo como administrador del culto
divino.
Diaconado: Confiere al candidato la orden para el servicio a la Iglesia a
través del culto divino, la predicación, orientación y caridad.
7.- MATRIMONIO
Es el Sacramento que, estableciendo y santificando la unión entre un
hombre y una mujer, funda una nueva familia cristiana. Es el casamiento o unión
celebrado en la Iglesia y santificado en la indisolubilidad y en la fidelidad
mutua.
Es uno de los Sacramentos que imprimen carácter, aunque de forma
distinta al Bautismo, la Confirmación y el Orden. Estos tres últimos dejan en
el fiel que los recibe una marca indeleble que le compaña para toda la
eternidad, pero el Matrimonio imprime carácter en la pareja que se está
formando, siendo por ello indisoluble doctrinalmente. El carácter impreso por
el matrimonio sólo se disolverá con el fallecimiento de uno de los cónyuges.
Otro rasgo distintivo del Sacramento del Matrimonio no es el mostrado
por el sacerdote, sino por la propia pareja, quienes realizando el Sacramento
en la Iglesia, piden y reciben del sacerdote la bendición para la nueva familia
que se está creando.
ACLARACION
Así como la Iglesia Católica, la Iglesia
ortodoxa celebra también estos siete Sacramentos. Pero para las Iglesias
Reformadas dichos símbolos manifiestan la gracia, pero no la confieren.
Agustín Fabra
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