Al finalizar la santa misa con el
rito del matrimonio celebrada en el Basílica Vaticana, el santo padre Francisco
se ha asomado, como cada domingo, a la ventana de su estudio en el Palacio
Apostólico Vaticano para recitar el ángelus con los fieles y peregrinos
reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa
para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
el 14 de septiembre la Iglesia
celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Una persona no cristiana
podría preguntarse, ¿por qué "exaltar" la cruz? Podemos responder que
nosotros no exaltamos una cruz cualquiera, o todas las cruces: exaltamos la
Cruz de Jesús, porque en ella se ha revelado al máximo el amor de Dios por la
humanidad. Es esto lo que nos recuerda el Evangelio de Juan en la liturgia de
hoy: "Dios ha amado tanto al mundo que ha dado a su Hijo primogénito".
El Padre ha "dado" al Hijo para salvarnos, y esto ha llevado a Jesús
a la muerte, y una muerte de cruz. ¿Por qué? ¿Por qué ha sido necesaria la
Cruz? Por la gravedad del mal que nos tenía esclavos. La Cruz de Jesús expresa
las dos cosas: toda la fuerza negativa del mal, y toda la mansa omnipotencia de
la misericordia de Dios. La Cruz parece decretar el fracaso de Jesús, pero en
realidad marca su victoria. En el Calvario, los que se burlaban de él decían:
"Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". Pero la verdad era lo
contrario: precisamente porque era el Hijo de Dios, Jesús estaba allí, en la
cruz, fiel hasta el final en el diseño de amor del Padre. Y precisamente por
esto Dios ha "exaltado" a Jesús, concediéndole un reinado universal.
Por tanto, ¿qué vemos cuando dirigimos la mirada a la Cruz donde Jesús ha sido
clavado? Contemplamos el signo del amor infinito de Dios por cada uno de
nosotros y la raíz de nuestra salvación. De esa Cruz viene la misericordia del
Padre que abraza al mundo entero. Por medio de la Cruz de Cristo fue vencido el
maligno, fue vencida la muerte, nos ha donado la vida, restituido la esperanza.
Esto es importante, por medio de la Cruz de Cristo se ha restituido la
esperanza ¡La Cruz de Jesús es nuestra única y verdadera esperanza! Por esto la
Iglesia "exalta" la santa Cruz, y por eso los cristianos bendecimos
con el signo de la cruz. Es decir, nosotros no exaltamos la cruz, sino la Cruz
gloriosa de Jesús, signo del amor inmenso de Dios, signo de nuestra salvación y
camino hacia la Resurrección. Y esta es nuestra esperanza.
Mientras contemplamos y
celebramos la santa Cruz, pensamos con conmoción en muchos de nuestros hermanos
y hermanas que son perseguidos y asesinados por su fidelidad a Cristo. Esto
sucede especialmente allí donde la libertad religiosa todavía no es garantizada
o plenamente realizada. Sucede también en países y ambientes que en principio
se tutela la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente los
creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y
discriminaciones. Por eso hoy les recordamos y rezamos por ellos.
En el Calvario, a los pies de la
cruz, estaba la Virgen María. Es la Virgen Dolorosa, que mañana celebramos en
la liturgia. A Ella confío el presente y el futuro de la Iglesia, para que
todos sepamos siempre descubrir y acoger el mensaje de amor y de salvación de
la Cruz de Jesús. Le confío en particular a las parejas de esposos que he
tenido la alegría de unir en matrimonio esta mañana, en la Basílica de San
Pedro.
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