lunes, 29 de septiembre de 2014

DE LA PRIMERA BIBLIA ESCRITA NUNCA EN LADINO


Un ejemplar de la cual, propiedad del gran coleccionista del tema que es Uriel Macías, puede admirar Vd. en la maravillosa colección que se expone estos días en las salas del precioso Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Y es que al igual que ya vimos en el caso del castellano (pinche aquí para conocerlo), del catalán (pinche aquí), y del vascuence (pinche aquí), la Biblia también fue llevada al ladino, la lengua española que hablaban y que aún hoy hablan muchos judíos sefardíes (pinche aquí si desea conocer mejor esta curiosa lengua). Pues bien, en la exposición del Círculo de Bellas Artes está presente el que probablemente es el ejemplar de mayor interés realizado nunca de la Biblia en dicha lengua. Un interés que deriva de una doble circunstancia: por un lado, la de que aunque no sea el primer texto bíblico traducido al ladino, sí constituye la primera traducción completa de la Biblia en dicha lengua; por otro, la de constituir la base a partir de la cual se realizarán la mayoría de las posteriores traducciones bíblicas al ladino.

Recogida en códices y no en el tradicional sistema hebreo de los rollos, la obra se presenta en cinco tomos impresos en Estambul entre los años 1739 y 1745. El sistema de distribución fue muy curioso, pues ya entonces se realizó por entregas y previa suscripción.

La obra sigue el canon bíblico judaico: Humás (Pentateuco), publicado en 1739; Nebiím risonim (Profetas primeros), en 1743; Nebiím aharonim (Profetas posteriores), en 1743; Meguilot (Rollos), en 1744; y, el resto, Ketubim (Escritos), en 1745, y como era de esperar, no incluye la traducción del Nuevo Testamento.

Se trata de una edición bilingüe, en páginas de 18x14,5 cms., la cual compara dos versiones bíblicas, la hebrea y la ladina, presentadas mediante el sistema de columnas: la versión en hebreo en la parte exterior de la página, y la versión en ladino en la interior, por cierto, en columna algo más estrecha y en letra de inferior tamaño, como expresando la superioridad de la lengua santa, el hebreo, frente a la vernácula, el ladino.

En cuanto a la versión ladina, está escrita en aljamiado, es decir, en idioma español pero con caracteres hebreos, por lo que, aunque expresada en una de las muchas diferentes evoluciones padecidas a lo largo de la historia y en los distintos rincones del mundo por nuestra lengua universal, resulta ilegible para quien no conozca el alfabeto hebreo.

A las dos traducciones acompaña en la base de la página el comentario bíblico del Rabino Selomó ben Yishac (1040-1105), -más conocido por su acrónimo Rasi-, escrito en hebreo.

La Biblia Ladina de Estambul es obra de Abraham Asá, judío sefardí nacido en 1700 y fallecido a los 68 años de edad en 1768. Indiscutiblemente nieto en novena o décima generación de alguno de aquellos judíos que hubo de abandonar España en 1492, -lo que resulta especialmente reseñable en una persona que demostró el dominio que demostró del español-, de su biografía conocemos muy poco. Y ello aún a pesar de haber llegado a nuestros días muchas de sus valiosas traducciones al ladino, como un sidur titulado “Bet tefilá”; una recopilación de preceptos religiosos en coplas titulada “Séfer Sorjé sibur”; el tratado místico hebreo “Otiyot” del Rabí Aquibá; el “Séfer Menorat hamaor” de Yishac Aboab; el “Séfer Sébet musar” de Eliyahu Hakohén de Esmirna; o el “Séfer Yosef bin Gorión”.

Y sin más por hoy, queridos amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, como siempre.

Luis Antequera

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