miércoles, 6 de agosto de 2014

TIENE 2 HIJOS Y 3 NIETOS Y SUPERA EL NOVICIADO DE LAS CLARISAS CAPUCHINAS: VELO NEGRO A LOS 62 AÑOS


Sintió la vocación al enviudar con 59 años.

María Paz Plaza, viuda de 62 años, madre de dos hijos y abuela de tres nietos, profesó el sábado 2 de agosto sus votos temporales como religiosa de clausura de la orden de las Clarisas Capuchinas en el monasterio de Santa Clara de Valencia.

Estas clarisas tienen desde el s.XVI cierta tradición fundacional en la acogida de viudas: en 1535 Lorenza Longo, viuda de origen español, fundó en Nápoles el primer monasterio de Clarisas Capuchinas y en 1599, otra viuda, Ángela Serafina Prat, fundó un monasterio en Barcelona que dio origen luego a la mayoría del resto de España, entre ellos el de Valencia, fundado en 1609.

En la celebración del sábado, presidida por el religioso capuchino José Vicente Esteve, estuvieron presentes los hijos y nietos de María Paz.

Dios sigue llamando cuando y como quiere y así lo entendió claramente María Paz Plaza al quedar viuda a los 59 años y encontrando en la espiritualidad de Santa Clara el lugar donde vivir esa llamada”, explicó la comunidad clarisa capuchina a la agencia Avan.

Así, a sus 62 años, la nueva religiosa empieza su etapa de juniorado, de 3 años, hasta profesar finalmente sus votos perpetuos. Ya ha pasado sus 2 primeros años de postulantado y noviciado y por eso puede profesar sus primeros votos. Su velo blanco de novicia fue reemplazado por uno negro.

La abadesa, Araceli Bescós, explica en Levante-emv.com que «un paso así de importante no se da sin estar segura» y que inunda de alegría a la comunidad clarisa capuchina.

María Paz Plaza era ama de casa, originaria de Ciudad Real y afincada desde siempre en Manises. Era catequista de comunión de la parroquia Inmaculado Corazón de María en Manises y miembro de diversos grupos de oración de esta parroquia. Sintió la llamada a la clausura al enviudar con 59 años.

Francisco López, sacerdote de la parroquia de María Paz, dice que al principio muchos -también él- se sorprendieron de esta llamada vocacional. "Deja de estar con su vida y su familia para entregarse a Dios mediante una vida contemplativa. Pero siempre que la hemos visitado la hemos visto con una serenidad y una entrega admirables, con mucha paz y fortaleza. Para nosotros ha sido un estímulo para otras vocaciones de seminaristas y vida consagrada".

El religioso capuchino José Vicente Esteve, que ofició una ceremonia con siete sacerdotes, trasladó un mensaje claro sobre el futuro que le aguarda a la nueva religiosa: «Las clarisas no están cerradas al mundo, están abiertas a Dios (...) Se aleja físicamente de sus hijos y su familia para acercarnos a todos un poco más a Dios».

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