«Nos sorprendió con su verdad, su
belleza y su bondad»
Juan
Pablo II fue un colaborador excepcional
de Dios a la hora de llevar a miles de personas a la Iglesia. Primero lo hizo
en vida y ahora desde el cielo. Gracias a él, a su espiritualidad, a su empuje
a la hora de hablar de Cristo y también a través de sus catequesis, el santo
polaco consiguió que muchos conocieran a un Dios completamente diferente al que
conocían.
Este es el caso de Paul y Carol.
Él era pastor luterano y ambos procedían de familias luteranas desde hace
siglos. “Tanto Carol como yo tenemos
orígenes luteranos escandinavos, y ambos éramos todo lo luteranos que se
pueda uno imaginar. Me imagino que no ha habido un católico en la familia desde
la Reforma”, recuerda el marido y pastor.
Sin embargo, había ciertas cosas que les hacían dudar sobre lo que estaban viviendo. Por un lado, la deriva doctrinal de las comunidades protestantes y por otro la conversión al catolicismo de ciertos líderes luteranos. Algo que sin duda les descolocó y les hizo preguntarse si Roma era realmente lo que les habían contado desde niños.
LA DERIVA
DEL LUTERANISMO
Al mismo tiempo que Paul veía
esta serie de desequilibrios, su esposa Carol también comenzó a experimentar lo
mismo. En 2002 acudió con su padre a un congreso luterano en Kansas. Entre los
ponentes había un católico, el padre Jay Scott Newman. Ella se conmovió como no
lo había hecho con el resto: “en su
discurso católico sobre la sexualidad había belleza, unidad y una lógica
convincente. Había también algo atractivo e incluso irresistible en la
autoridad con la que hablaba el padre Newman”, recuerda el matrimonio.
Cuando volvió a casa, Carol le
contó a su marido todo lo que había sentido por lo que de manera inmediata este
pastor luterano quiso conocerle y empezaron a intercambiarse correos
electrónicos. El sacerdote católico le respondió las tradicionales dudas sobre
la Iglesia pero sobre todo le recomendó autores como John Henry Newman o Scott
Hahn para que reflexionara. “Todos
ellos apuntaban a una misma dirección, Roma”, cuenta Paul.
LA
IMPORTANCIA DE JUAN PABLO II
Al mismo tiempo Carol comenzó a
ir a clases a una escuela católica y en ella descubrió la encíclica de Juan
Pablo II, Veritatis Splendor. Recuerda su marido que ella “se emocionó
porque en el fondo, a pesar del mensaje de la cultura postmoderna, sabía que existe tal cosa llamada verdad, y
que es espléndida.
A estas dudas que tenían se les
unió la enfermedad, problemas económicos y de amistades por lo que recuerdan
que 2003 fue el peor año de su vida y fue justo ahí cuando llegó el momento
decisivo. Acudieron a un congreso de fin de semana organizado por los Consejos
de Vida Familiar Católica. Allí descubrieron algo que les cambió la vida: La Teología del cuerpo de Juan Pablo II.
“CUANDO
TERMINÓ NOS ECHAMOS A LLORAR”
“En esa época tan dura de nuestra
vida el mensaje del Papa supuso para nosotros un faro de luz y esperanza. La
catequesis de Juan Pablo II sobre la naturaleza del amor humano y el
significado del matrimonio y la sexualidad nos sorprendió con su verdad, su belleza y su bondad evidentes”,
recuerda ahora el matrimonio a través de su testimonio en el libro Conversos
(Rialp).
De este modo, “cuando terminó el
congreso ese sábado por la noche nos
acostamos sobre la cama y nos echamos a llorar. Llorábamos porque
habíamos estado expuestos a una doctrina bellísima y nos sentíamos tocados por
el Señor. Llorábamos porque sabíamos que teníamos que convertirnos al
catolicismo y que esto iba a causar un gran revuelo en nuestras vidas. Y
también derramábamos lágrimas de contrición porque nos dimos cuenta de que
nuestra cultura nos había engañado en temas de anticoncepción. Sufríamos hacía diez años porque que me
había hecho una vasectomía. Además, esa noche Carol sintió una fuerte
llamada a estudiar la Teología del cuerpo. Al cabo de unas semanas yo mismo
experimenté esta misma sensación de llamada”.
El acercamiento a la Iglesia
Católica fue llegando poco a poco a pesar del sufrimiento que le provocaba el
seguir siendo pastor de una comunidad luterana sintiéndose cada vez más
católico. Rezar ante el Santísimo o
rezar el Rosario que se regalaron mutuamente pasó a ser algo normal en
el matrimonio. Y en su interior se despertó otra inquietud y decidieron
estudiar en el Instituto de Matrimonio y Familia Juan Pablo II.
LA
CONVERSIÓN DE SU FAMILIA
Esta Teología del Cuerpo de Juan
Pablo II les había seducido de tal manera que les llevaba inexorablemente a la
Iglesia Católica. Así, decidieron que lo mejor sería irse a estudiar por lo que
debía dejar su parroquia. Y así lo
anunció a toda su feligresía.
Vendieron su casa, pagaron sus
deudas y con lo puesto se trasladaron a Australia para estudiar en el Instituto
Juan Pablo II, “lo mejor y lo más duro que hemos hecho en nuestra vida”. Y al
fin llegó el día. Este matrimonio contaba que “la mayor y la más destacada
alegría de nuestro viaje fue ser
recibidos en comunión plena en la Catedral de San Patricio en la Semana Santa
de 2005.
Juan Pablo II había sido clave en su recibimiento en la Iglesia y una semana después de ser católicos “nuestro amado murió. Estábamos muy agradecidos de haberlo tenido oficialmente como nuestro Santo Padre, aunque hubiera sido sólo durante una semana. Lloramos con el resto del mundo con la muerte de Juan Pablo el Grande”.
Juan Pablo II había sido clave en su recibimiento en la Iglesia y una semana después de ser católicos “nuestro amado murió. Estábamos muy agradecidos de haberlo tenido oficialmente como nuestro Santo Padre, aunque hubiera sido sólo durante una semana. Lloramos con el resto del mundo con la muerte de Juan Pablo el Grande”.
Ya en la Iglesia siguieron el
camino de vuelta y cuenta que “cuando aún estábamos en Australia, en la
festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, pudieron operarme y revertir con éxito la vasectomía”. Ahora tras
acabar los cursos Paul y Carol son expertos en matrimonio y familia y desde que
volvieron él comenzó a trabajar como director
de la Oficina de Vida Matrimonial y Familiar en la archidiócesis de Edmonton.
Y los
sufrimientos pasados se convirtieron en gracias. “Dios no deja de bendecirnos. Dos de los cinco hermanos de Carol se han
convertido al catolicismo y lo mismo ha pasado con varios de nuestros
queridos amigos”.
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