lunes, 25 de agosto de 2014

LA HISTORIA DE CÓMO JUAN PABLO II Y SU TEOLOGÍA DEL CUERPO GUIÓ AL CATOLICISMO A UN PASTOR LUTERANO


«Nos sorprendió con su verdad, su belleza y su bondad»

Juan Pablo II fue un colaborador excepcional de Dios a la hora de llevar a miles de personas a la Iglesia. Primero lo hizo en vida y ahora desde el cielo. Gracias a él, a su espiritualidad, a su empuje a la hora de hablar de Cristo y también a través de sus catequesis, el santo polaco consiguió que muchos conocieran a un Dios completamente diferente al que conocían.

Este es el caso de Paul y Carol. Él era pastor luterano y ambos procedían de familias luteranas desde hace siglos. “Tanto Carol como yo tenemos orígenes luteranos escandinavos, y ambos éramos todo lo luteranos que se pueda uno imaginar. Me imagino que no ha habido un católico en la familia desde la Reforma”, recuerda el marido y pastor.

Sin embargo, había ciertas cosas que les hacían dudar sobre lo que estaban viviendo. Por un lado, la deriva doctrinal de las comunidades protestantes y por otro la conversión al catolicismo de ciertos líderes luteranos. Algo que sin duda les descolocó y les hizo preguntarse si Roma era realmente lo que les habían contado desde niños.

LA DERIVA DEL LUTERANISMO

Al mismo tiempo que Paul veía esta serie de desequilibrios, su esposa Carol también comenzó a experimentar lo mismo. En 2002 acudió con su padre a un congreso luterano en Kansas. Entre los ponentes había un católico, el padre Jay Scott Newman. Ella se conmovió como no lo había hecho con el resto: “en su discurso católico sobre la sexualidad había belleza, unidad y una lógica convincente. Había también algo atractivo e incluso irresistible en la autoridad con la que hablaba el padre Newman”, recuerda el matrimonio.

Cuando volvió a casa, Carol le contó a su marido todo lo que había sentido por lo que de manera inmediata este pastor luterano quiso conocerle y empezaron a intercambiarse correos electrónicos. El sacerdote católico le respondió las tradicionales dudas sobre la Iglesia pero sobre todo le recomendó autores como John Henry Newman o Scott Hahn para que reflexionara. “Todos ellos apuntaban a una misma dirección, Roma”, cuenta Paul.

LA IMPORTANCIA DE JUAN PABLO II

Al mismo tiempo Carol comenzó a ir a clases a una escuela católica y en ella descubrió la encíclica de Juan Pablo II, Veritatis Splendor. Recuerda su marido que ella “se emocionó porque en el fondo, a pesar del mensaje de la cultura postmoderna, sabía que existe tal cosa llamada verdad, y que es espléndida.

A estas dudas que tenían se les unió la enfermedad, problemas económicos y de amistades por lo que recuerdan que 2003 fue el peor año de su vida y fue justo ahí cuando llegó el momento decisivo. Acudieron a un congreso de fin de semana organizado por los Consejos de Vida Familiar Católica. Allí descubrieron algo que les cambió la vida: La Teología del cuerpo de Juan Pablo II.

“CUANDO TERMINÓ NOS ECHAMOS A LLORAR”

“En esa época tan dura de nuestra vida el mensaje del Papa supuso para nosotros un faro de luz y esperanza. La catequesis de Juan Pablo II sobre la naturaleza del amor humano y el significado del matrimonio y la sexualidad nos sorprendió con su verdad, su belleza y su bondad evidentes”, recuerda ahora el matrimonio a través de su testimonio en el libro Conversos (Rialp).

De este modo, “cuando terminó el congreso ese sábado por la noche nos acostamos sobre la cama y nos echamos a llorar. Llorábamos porque habíamos estado expuestos a una doctrina bellísima y nos sentíamos tocados por el Señor. Llorábamos porque sabíamos que teníamos que convertirnos al catolicismo y que esto iba a causar un gran revuelo en nuestras vidas. Y también derramábamos lágrimas de contrición porque nos dimos cuenta de que nuestra cultura nos había engañado en temas de anticoncepción. Sufríamos hacía diez años porque que me había hecho una vasectomía. Además, esa noche Carol sintió una fuerte llamada a estudiar la Teología del cuerpo. Al cabo de unas semanas yo mismo experimenté esta misma sensación de llamada”.

El acercamiento a la Iglesia Católica fue llegando poco a poco a pesar del sufrimiento que le provocaba el seguir siendo pastor de una comunidad luterana sintiéndose cada vez más católico. Rezar ante el Santísimo o rezar el Rosario que se regalaron mutuamente pasó a ser algo normal en el matrimonio. Y en su interior se despertó otra inquietud y decidieron estudiar en el Instituto de Matrimonio y Familia Juan Pablo II.

LA CONVERSIÓN DE SU FAMILIA

Esta Teología del Cuerpo de Juan Pablo II les había seducido de tal manera que les llevaba inexorablemente a la Iglesia Católica. Así, decidieron que lo mejor sería irse a estudiar por lo que debía dejar su parroquia. Y así lo anunció a toda su feligresía.

Vendieron su casa, pagaron sus deudas y con lo puesto se trasladaron a Australia para estudiar en el Instituto Juan Pablo II, “lo mejor y lo más duro que hemos hecho en nuestra vida”. Y al fin llegó el día. Este matrimonio contaba que “la mayor y la más destacada alegría de nuestro viaje fue ser recibidos en comunión plena en la Catedral de San Patricio en la Semana Santa de 2005.

Juan Pablo II había sido clave en su recibimiento en la Iglesia y una semana después de ser católicos “nuestro amado murió. Estábamos muy agradecidos de haberlo tenido oficialmente como nuestro Santo Padre, aunque hubiera sido sólo durante una semana. Lloramos con el resto del mundo con la muerte de Juan Pablo el Grande”.

Ya en la Iglesia siguieron el camino de vuelta y cuenta que “cuando aún estábamos en Australia, en la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe, pudieron operarme y revertir con éxito la vasectomía”. Ahora tras acabar los cursos Paul y Carol son expertos en matrimonio y familia y desde que volvieron él comenzó a trabajar como director de la Oficina de Vida Matrimonial y Familiar en la archidiócesis de Edmonton.

Y los sufrimientos pasados se convirtieron en gracias. “Dios no deja de bendecirnos. Dos de los cinco hermanos de Carol se han convertido al catolicismo y lo mismo ha pasado con varios de nuestros queridos amigos”.

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